El final del universo mágico de El flautista de Hamelin sirve a la compañía Astillero Teatro para compartir con el público su interpretación de este cuento de los hermanos Grimm. Lo hace desde una mirada crítica frente a la discriminación, explotación, injusticia, corrupción, voracidad, codicia y los vicios del sistema gobernante.
La puesta en escena La flauta de Hamelin, que se presentará a partir del 10 de abril, en el Teatro Helénico, es, de acuerdo con su codirectora, María Teresa Adalid, una versión libre adaptada a títeres de gran formato, que inicia a partir del final del cuento de origen alemán.
Mensaje esperanzador
Este montaje no es la historia que conocemos como tal, “retomamos lo que sucede al final de la historia original, después de que los niños se van con el flautista a través de la grieta y Strom, un pequeño con muletas se queda atrás. Nuestra historia se empieza a contar a partir de ese momento, convirtiéndose Strom en el protagonista de esta trama, aunque aquí aparece ya como un adulto, como el capataz de la Ciudad del Olvido, consumido por la falta de esperanza, la voracidad y la codicia que lo lleva a explotar a los niños”.
La flauta es lo único que queda en esta versión siglo XXI de la leyenda del siglo XIII, pero en esta innovadora propuesta teatral está perdida. Strom tiene la inquietud de saber en dónde se puede encontrar o si alguien la tiene, incluso se pregunta si el flautista realmente existió, pues ha llegado a pensar que solo son rumores lo que se cuenta en el pueblo.
Esta versión teatral con títeres híbridos, de 1.20 y hasta 2 metros de altura, incluye a Leonora, una pequeña sordomuda que es discriminada, pero que se vuelve un personaje central porque comparte su capacidad de soñar e imaginar con los otros niños explotados de la obra.
“Vemos que en esta historia se aborda toda la complejidad humana: el capitalismo salvaje, que lo vemos con Sempiterno, un títere monumental que está arriba de la pirámide del poder, pues tiene sometida a la Ciudad del Olvido y le da órdenes directas a Strom, que se encuentra en el punto intermedio y quien al final es víctima de su propia codicia; en la base de la pirámide están los niños, a quienes explotan pues los ponen a trabajar”.
A través de sus acciones, Leonora representa la esperanza, la inclusión y la solidaridad entre los humanos. Al final, ella ayuda a Strom a recapacitar y a reconciliarse con ese niño que fue abandonado y que se llenó de rencor.
Diversos planos
Hacer un montaje adaptado a los nuevos tiempos, y que cuenta con música original, es la apuesta de la compañía Astillero Teatro con su versión de La flauta de Hamelin, dice María Teresa Adalid.
“Se hizo la narrativa a partir del final del cuento tradicional con muchos movimientos en escena, con entradas y salidas, con muchos personajes. La escenografía consta de tres planos donde se encuentra la Ciudad del Olvido, las casas de Stromp y de Sempiterno y el lugar donde habitan los niños. Digamos que es una pirámide del poder, aunque hay ocasiones en que toda la ciudad se mueve”.
La codirectora explica que la puesta en escena incluye a un trotamundos que a veces hace de narrador, en otras ocasiones se mete a la historia, de repente aparece como testigo, incluso participa en una pelea con las ratas, una escena de acción especialmente dirigida al público preadolescente.
Las funciones de La flauta de Hamelin están programadas del 10 de abril al 26 de junio, los sábados y domingos a las 13:00 horas, en el Teatro Helénico. Actualmente hay una preventa de boletos con 50 por ciento de descuento, válida hasta el 10 de abril, en la taquilla del Centro Cultural Helénico, ubicado en avenida Revolución 1500.