Carlos Illades: “No creo que la elección en México sea entre democracia y dictadura”

Entrevista

El historiador mexicano publicó recientemente el libro ‘La revolución imaginaria. El obradorismo y el futuro de la izquierda en México’, sobre el que habla en la siguiente entrevista en la que también aborda el actual proceso electoral.

Carlos Illades, profesor de la UAM y miembro de la Academia Mexicana de la Historia. (Cortesía UAM)
Ciudad de México /

El historiador de la izquierda Carlos Illades augura un escenario político complicado para México, en el que, de cara a la próxima elección presidencial de junio, si Claudia Sheinbaum gana, tendría más problemas para gobernar por el presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena que por la oposición, cuya candidata, Xóchitl Gálvez, “es difícil saber qué está pensando (…), parece una bala perdida”.

Illades acaba de publicar su más reciente entrega sobre la biografía de la izquierda en México, La revolución imaginaria. El obradorismo y el futuro de la izquierda en México (Océano, 2024), en el que dice complementar y confirmar las tesis de su anterior entrega Vuelta a la izquierda. La cuarta transformación en México: del despotismo oligárquico a la tiranía de la mayoría (Océano, 2019), respecto a que la transformación anunciada por el presidente y su movimiento aún no se ha realizado.

En Vuelta a la izquierda, vislumbraba conclusiones a las que llega en este nuevo libro. ¿Qué cambió desde entonces?

Era difícil esperar un gran cambio en el gobierno de López Obrador, pero esperaba más; se quedó corto en cosas fundamentales, y otras son sumamente discutibles. No esperaba mucho, pero sí más. El título de La revolución imaginaria también tiene que ver con que no solo es una ficción de López Obrador y de la 4T y sus seguidores, sino que también escuchas a parte de la derecha que dice que México es Venezuela o Cuba, o lo comparan con (Josif) Stalin o lo que sea. Y tampoco es eso. Con el control o el dominio de la conversación pública que ha tenido López Obrador, queda esa idea, que es una revolución para izquierda y para la derecha, pero en ambos casos es imaginaria.

¿En qué rubros falló López Obrador o nos quedó a deber?

Sin duda, el aspecto más importante positivo de su administración es reducir, así sea marginalmente, la desigualdad; en México había una tendencia hacia el incremento, y, no obstante la pandemia, la redujo (su gobierno). También, más recientemente, ha crecido el empleo y la economía un poco. En el conjunto del sexenio, el balance ha sido un poco similar, quizás un poco más bajo, al que tuvieron las administraciones neoliberales, en las que era bajo el crecimiento económico; lo que se nota en el último año es una mejoría. Esa es la parte positiva. Del otro lado, está la reivindicación de las clases populares como agentes del cambio social, pero más bien simbólica, porque no se les ha empoderado.

Entre los aspectos más negativos: dar tantas facultades a las fuerzas armadas y haber sido quizás más permisivo con los criminales; es un saldo sumamente negativo. La impresión que queda es que en este país las fuerzas reales son el crimen y las fuerzas armadas; es decir, en la cuadrícula de una guerra interna, esa es una de las acciones que me parecen más negativas. Otra, cierto desorden institucional: se ha fortalecido al Ejecutivo en detrimento del resto del Estado, que está limitado por las formas democráticas; se han debilitado instituciones, poderes; y, al mismo tiempo, se han fortalecido poderes que no son democráticamente controlados o supervisados. Esas son de las cosas más perniciosas.

¿Qué obstaculizó la transformación?

No es la razón única, (pero) las limitaciones de López Obrador, un líder carismático, poderoso, la figura más emblemática en 30 años, que tuvo la posibilidad de hacer muchas más cosas; su falta de horizonte político —bastante estrecho— impidió cambios de mayor calado. Su figura, tan concentradora del poder, autoritaria, el no asesorarse de gente que tuviera el conocimiento sobre determinadas materias y el no tener disposición a introducir cambios que él no hubiera concebido, limitaron la perspectiva de su gobierno. Y, ahondando en su personalidad, su conservadurismo fue una limitación importante.

¿Y la oposición? ¿Cómo repercute en esta “ficción” o “revolución imaginaria” hoy y a futuro?

Tan solo por presentar (la oposición) la elección entre democracia y dictadura es una manera de vivir en esa ficción, dándole un uso político. No creo que ahorita la elección en México —podría ser en el futuro— sea entre democracia y dictadura, ahí hay un sesgo en esto de la revolución imaginaria, cómo se concibe la elección. Otra cosa importante: en América Latina, y en países de desarrollo medio, hay cierta simpatía por los gobiernos autoritarios, que se consideran más eficaces. Son cosas que pueden pesar. Pero, insisto, no estamos en el punto en que sea una elección entre democracia y dictadura.

Las encuestas favorecen a Claudia Sheinbaum. ¿Qué vislumbra si las urnas confirman la tendencia?

Había más oportunidad de cambio con López Obrador que con Sheinbaum, por la fuerza que tenía López Obrador, por cómo llegó, y la fuerza que acumuló a lo largo de su sexenio. Viendo las campañas, básicamente lo que ha hecho (Sheinbaum) es repetir las directrices de López Obrador; me da la impresión que la campaña real la lleva López Obrador, él es la figura que va a jalar electoralmente a Claudia. Ahí, me temo que la que viene sea una administración bastante acotada por la presencia de López Obrador, quien ha puesto controles, diques, estacas, en todos lados. Va a tener muy poca autonomía Sheinbaum, no la ha tenido en la campaña y no creo que la tenga, al menos en los primeros años de la Presidencia, en caso de que gane.

Y, frente a este escenario ¿hay alguna propuesta seria de la oposición, que no la ha tenido en los cinco años de gobierno de López Obrador? ¿Cómo juzga el papel de la oposición? ¿Cree que Xóchitl Gálvez pueda revertir la tendencia que hoy favorece a la candidata del oficialismo?

Estoy de acuerdo con la respuesta que sugiere tu pregunta. Esto es: que la oposición, y en parte los comentaristas cargados hacia la derecha, han querido presentar la administración de López Obrador como si fuera producto de un accidente; es decir, que pasó algo inesperado, que un pueblo obnubilado votó por esta propuesta desquiciada o equivocada. Y eso me parece que es una aproximación bastante errónea. Por un lado, porque no creo que las clases populares no tengan capacidad reflexiva. Claro que la tienen. Ni se puede suponer que siempre las jalan intereses que no son los suyos.

Y, lo que se vio en la elección en 2018, es que se hizo un cráter que se chupó prácticamente a la oposición. Ves las encuestas y los negativos que tienen los partidos PAN y PRI, sobre todo el PRI —al PRD ni lo cuento porque tiene muchísimos negativos, es un partido prácticamente inexistente— y te da idea de que no han superado la situación del 2018. No han entendido las causas que son una crisis de las élites que condujeron a la modernización de las últimas décadas intelectuales, económicas y políticas. Y su discurso no se ha renovado. Y, hablando de Xóchitl Gálvez, es muy difícil saber qué está pensando. A mí me parece que surge a ratos una especie de bala perdida. Ahora se trajo a cuenta la megacárcel, como si no se hubieran hecho cárceles suficientes los presidentes en los últimos 20 y 25 años. Se van retomando de repente cosas que están en el ambiente, que además chocan con cosas que propuso. Sí veo poco ordenada a la oposición, sobre todo a nivel de la candidatura presidencial.

¿Cómo valora que el PRI, por primera vez en su historia, no presenta candidatos propios para la elección presidencial ni para la jefatura de Gobierno de Ciudad de México?

Eso que dices es importantísimo. Es algo que ha sorprendido a muchos académicos y académicas que se dedican a estudiar al PRI dentro y fuera de México. El desplome del PRI a este nivel no estaba previsto, aunque conserva algo de su poder territorial. Una de las razones de la fuerza de Morena —y ahí es un aprendizaje importante del priato, aunque no creo que Morena sea la reedición del priato—, es que se hizo del poder territorial. Buena parte del poder del PRI, en su época de esplendor, es que su poder estaba fincado en el territorio. Y eso lo ha tomado Morena, que supo sentar las bases de una hegemonía: Esa fue la presunción del PAN al aliarse con el PRI en esta elección: que apelando al poder territorial del PRI podrían los panistas obtener más. Pero ya este poder está bastante disminuido y, por otro lado, la cantidad de negativos que tiene el PRI, dificultan que crezca la candidatura de Xóchitl.

¿A qué atribuye el alto nivel de aceptación que tiene AMLO en las encuestas?

Te daría varias razones. (Pero), no es que sea altísimo el apoyo a López Obrador, pero sí se ha manifestado constante, más o menos lo ha mantenido todo el sexenio. Por un lado, son los programas sociales, el que lleguen a una mayoría de la población es importante. Otra cosa que ha obrado en su favor es que, si bien es cierto que ha crecido la inseguridad, ha habido estabilidad, eso tiene un peso. Y otra cosa, que aunque sea discursivo o simbólico, López Obrador reivindica a mucha gente. Las mañaneras son una especie de historia simbólica de las mayorías sobre las minorías mexicanas, aunque eso no se traduzca en acabar con las élites económicas ni con los que eran poderosos antes, incluso más poderosos ahora; pero a una población golpeada, agraviada, ni siquiera mirada por las elites, es una reivindicación que hace el presidente, que para ellos es muy importante.

El decir López Obrador que va a hacer o que va a parar o frenar la avaricia de los ricos, a mucha gente le retribuye, porque ni siquiera estaba en el radar de los gobernantes, más allá de cosas puntuales en las políticas sociales. Sí hay una apropiación de lo popular aunque no lo ha hecho al nivel que a mí me gustaría, que es el de empoderar a las clases populares, esa sería una propuesta de izquierda, pero sí por lo menos les da esa victoria simbólica y les sigue representando algo a mucha gente.

La oposición ha mantenido desde las elecciones de 2006 el discurso sobre el supuesto peligro de autoritarismo y amenaza de “dictadura” con López Obrador. De ganar Sheinbaum en junio ¿cómo quedaría la oposición? ¿Realmente ve usted esos riesgos?

Si obtuviera la mayoría que pretende López Obrador, ahí estaríamos hablando de otra cosa; es decir lo que hemos visto, lo que algunos llaman populismo (discutible, pero usemos ese término), que puede ser un discurso, un estilo, pero también tarde o temprano se instituye como un régimen. Creo que la 4T no se ha instituido como un régimen. Si lograra las reformas que propone, obteniendo la mayoría, ya se instituiría como un régimen; entonces ahí estaríamos hablando de haber salido de un régimen que había surgido de la revolución. Yo veo muy difícil que eso suceda, si gana Morena y su coalición no creo que tengan una mayoría suficiente. El gobierno que venga va a tener que negociar más con la oposición si quiere sacar cosas. Obviamente, si no ocurriera eso y se lograra esa mayoría ahí sí podría haber, digamos, un endurecimiento, pero eso no lo veo factible. Más bien, a ratos pienso que las oposiciones, no tanto el PRI porque está pensando en sus intereses inmediatos, están pensando más bien en el 2030.

Y si llegara a ganar Sheinbaum a una oposición que va junta a una elección ¿seguiría habiendo oposición realmente?

Hay que ver qué va a pasar, qué tanto poder va a cederle López Obrador a Sheinbaum; qué tanto va a conseguir ella por sí misma y qué tanto se va a disciplinar el partido Morena en torno de ella, porque también va a ser más difícil manejar a Morena. Ya se vio, insisto, con la candidatura fallida de García Harfuch. Yo no creo que haya mucho control, va a haber más fuerzas en juego.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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