El pasado 6 de octubre se anunció que Annie Ernaux había ganado el Premio Nobel de Literatura. Ernaux está convencida de la realidad del materialismo histórico según demuestra su novela El acontecimiento, cuya versión fílmica (disponible en HBO Max) resulta francamente mediocre. ¿Por qué escribir, pues, de una película tan mala? Porque ofrece la oportunidad de aproximarnos a eso que el cine y la literatura son.
- Te recomendamos Isabel Zapata y la música de las palabras Laberinto
El acontecimiento se vende como una novela sobre el aborto, pero es algo más. Se trata de una declaración de principios en la que Ernaux cuestiona al lector en torno al origen de todo aquello que resulta claramente espiritual o, al menos, mental. Escribe: “La única y auténtica memoria es material. Quizás el verdadero objetivo de mi vida sea este: que mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general, y que mi existencia pase a disolverse completamente en la cabeza y en la vida de los otros”.
La autora cuenta en su novela todo aquello que la condujo a practicarse un aborto en 1963, pero los hechos en torno a este acontecimiento son lo literario, no la anécdota. Escribe Ernaux: “He acabado de poner en palabras lo que se me revela como una experiencia humana total de la vida y de la muerte, del tiempo, de la moral y de lo prohibido, de la ley, una experiencia vivida desde el principio al final a través del cuerpo”.
Se trata pues de narrar un hecho material y corpóreo. En ello estriba la importancia de las escenas brutales de la novela, pero la obra de Diwan es incapaz de enterarnos de esta clase de sutilezas. Es una película que no consigue ni siquiera aquello para lo que el cine tiene tantos recursos, la reconstrucción de época. Estamos en 1963, pero las chicas que rodean a la protagonista son incapaces de transmitir la efervescencia de los estudiantes de aquel tiempo, la energía revolucionaria que resulta esencial en esta mujer que, en muchos sentidos, ganó el Nobel como abanderada de todas aquellas izquierdas de Francia que, a pesar de la caída del Muro de Berlín en 1989, siguieron convencidas de que el materialismo histórico es pertinente. Al menos desde el punto de vista filosófico. Además, no hay en la película de Audrey Diwan ni la intriga ni el horror que produce Cuatro meses, tres semanas, dos días, que dirigió en 2007 el rumano Cristian Mungiu, ni la poesía brutal e introspectiva de Las reglas de la vida, que dirigió en 1999 Lasse Hallström. A pesar de haber ganado el León de oro en Venecia, esta obra no vale ni siquiera como folleto informativo o como manifiesto en favor de la mujer, entre otras cosas porque traiciona el espíritu de la novela de Anne Ernaux, quien —lejos de la muchachita frívola y alocada de la película— narra en primera persona las tribulaciones de una estudiante de filología que, como Madame Bovary, se encuentra oprimida por la moralidad políticamente reinante.
El feminismo de Ernaux está del todo ausente, el de una mujer que decide con quién se acuesta y en qué condiciones. Una mujer que fundamenta el cuerpo como base material sobre la que hombres y mujeres podemos pensar y crear.
Es penoso que la ganadora del Nobel no haya encontrado aún quien adapte alguna de sus obras con el arte que hay en sus libros. Y es que las otras adaptaciones son aún más fallidas, lo cual demuestra que el cine y la literatura trascienden la historia que están narrando. Son eventos que sólo pueden vivirse aprendiendo a leer y aprendiendo a mirar.
El acontecimiento
Audrey Diwan | Francia | 2021
AQ