Antonio Velázquez
Adán Medellín ganó el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí 2017 con un pequeño libro, Blues Vagabundo (Lectorum, 2017), el cual tiene un poderoso mensaje: en la tristeza habita un hermoso canto, y tanto literatura y blues son capaces de llegar a él, opina su autor. El canto atraviesa generaciones, Adán convierte este canto en cuento para hacer de las melancólicas y profundas letras del blues historias que transcurren en la Ciudad de México, en Chicago, Nueva Orleans, y donde sea que alguien cante I wanna be close to you, darlin / Till you don´t know what to say or do…
¿Por qué mezclar blues y literatura?
Encontré similitudes en las preocupaciones que hay en la literatura y el blues. Busco unirlos para profundizar en ellas, el amor y el desamor, la búsqueda de libertad, la lucha por una realidad mejor que la que se vive. El acto de cantar cuando hay tristeza, que tiene el blues, es algo que quiero evocar en mis cuentos; los aterrizo a través de problemas familiares, de historias que hablan de las relaciones de pareja, la pobreza, la frustración. Ahí surge esta mezcla que resulta en Blues Vagabundo
¿Por qué elegiste el cuento para estas historias?
El cuento exige mucho del escritor y eso me gusta; concentrar una gran experiencia en una sola página, a veces en unas cuantas palabras, es uno de los retos que representó escribir este libro, sobre todo porque lo imaginé como un concierto: cada pieza debe atrapar al lector, cada historia lo sumerge de manera inmediata, cada cuento es como la canción de un concierto.
¿Qué papel le das a la figura femenina en estos cuentos?
Me importa sacar a la mujer de su condición de musa, porque ellas viven la historia y no solamente la inspiran; por ejemplo el cuento “A cuatro manos”, narra la historia de una escritora que lidia con una relación tóxica con un escritor frustrado. La intención es abrir un dialogo, no pretendo decir que entiendo lo que vive una mujer pero trato de no encasillarlas en mis personajes.
En el libro desarrollas pequeñas biografías de iconos del blues: Robert Johnson, Willie McTell, Son House. ¿Qué significan para ti?Realicé una mezcla de ficción y realidad en estas pequeñas narraciones, que en lo personal son un homenaje a los músicos de antaño, para quienes el blues siempre fue una canción personal de personas que nadaron contra corriente, personas que con un palo y una cuerda hacían una guitarra, que cantaban para escapar de una dura realidad.
Robert Johnson
¿Te identificas con estos ejemplos de tenacidad?
Sí, pienso que escribir es una muestra de paciencia y dedicación, sobre todo en este país donde no hay quien diga “¿quieres ser escritor? Mira, aquí está la oficina, el escritorio, una beca y haz tu trabajo”. No, es una búsqueda dura y creo que se debe tener algo de aquellos viejos cantantes de blues que apostaban contra el destino.
Unas historias en Blues Vagabundo se ambientan en el pasado y otras en esta época, ¿a qué se debe esta temporalidad?
Busco dejar claro que el blues y su emoción han pasado por muchas generaciones. En esta compilación hay historias de los 60, los 70, y modernas pero ni una se libra de esa música que trasciende el tiempo, porque la voz del blues aún nos acompaña.
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Marina, uno de tus personajes de “A cuatro manos”, se recrimina por desnudarse al escribir. ¿Qué tanto te desnudas emocionalmente al escribir?
Tomo mi emoción y la trabajo, es decir, tomo una experiencia de frustración o desamor y con la ficción la monto sobre una situación con la que el lector pueda identificarse; porque si transcribiera solo las emociones sería un simple ejercicio terapéutico; hay una base real, mi trabajo es hacer que una anécdota personal adquiera valor universal.
Muddy Watters