El Schindler de Cananea

Personajes

El periodista y político nayarita Alfonso Guerra Olivares, quien en su juventud vivió varios años en el mineral sonorense, donde vio a un derrotado Francisco Villa, se convirtió en el extraordinario diplomático que contribuyó a salvar a varios judíos

Vista de Cananea en la primera mitad del siglo XX. (Facebook Mi México Antiguo)
Alfonso Torúa Cienfuegos
Ciudad de México /

A principios de noviembre de 1915, Francisco Villa llega a Cananea después de ser derrotado en Agua Prieta por el coronel Plutarco Elías Calles. Llega con un ejército de cerca de diez mil hombres, caballada y ganado, acampando en un lugar llamado Villa Verde, a escasos kilómetros del mineral. Mandó a sus oficiales a exigir impuestos de guerra a la poderosa empresa Cananea Consolidated Cooper Company y al Banco Cananea Mercantil. Días después, Villa pasa unas horas en Cananea antes de dirigirse a Nogales, desde donde pensaba avanzar hacia Hermosillo, la capital de Sonora. Durante su estancia, aprovechó para pronunciar algunos discursos en la que en esos tiempos era la ciudad más poblada de Sonora. De entre las personas que asistieron a los mítines se encontraba un joven de 18 años llamado Alfonso Guerra Olivares, quien con el correr de los años se convertiría en una especie de Schindler, ayudando a salir de Europa a judíos y comunistas, perseguidos por lo nazis para enviarlos a sus campos de exterminio.

Alfonso Guerra Olivares nació en Tepic, Nayarit, en 1897 pero desde muy joven arribó al mineral sonorense, donde se dedicó al periodismo y fundó El Cananense, único periódico que contó con la simpatía de todas las clases sociales.

Al finalizar la segunda década del siglo XX, en plena efervescencia política, con disputas entre Carranza y los revolucionarios sonorenses, a Guerra Olivares le tocó signar el Plan de Agua Prieta en 1920, mismo que llevaría a los caudillos norteños al poder. Al triunfo del Plan de Agua Prieta y siendo presidente de la República su amigo Adolfo de la Huerta, Alfonso solicitó y obtuvo una beca para realizar estudios de Comercio en Berna, Suiza, que concluyó en 1921.

Guerra supo aprovechar el tiempo en Europa, pues además de viajar por algunos países, obtuvo un doctorado en Ciencias Sociales y Económicas, que comenzó a ejercer inmediatamente organizando encuentros entre empresarios de Europa y México con el objeto de activar el comercio mexicano en esa región. Al terminar sus estudios volvió al país y en 1923 fue comisionado por el Servicio Exterior Mexicano como Cuarto Cónsul en Guatemala; al año siguiente fue enviado de nuevo a Suiza, esta vez a Zúrich, como vicecónsul. Posteriormente sería nombrado cónsul en Hamburgo. En 1926 hubo un enroque de consulados, se designaba a Guerra para ocupar el consulado de Berlín y al señor N. Cámara Vales para que lo sustituyera en Hamburgo.

Como cónsul en Berlín estuvo hasta 1941, cuando estalla la II Guerra Mundial, es decir, le tocó hacer política exterior durante el ascenso y la toma del poder de Hitler.

Durante los años que pasó en Berlín, Alfonso Guerra se empeñó en llevar a la práctica la ventaja del comercio con Alemania en algo que se llamó Comercio de Compensación que consistía en que México exportaría mercancías como petróleo, café, arroz, plata y otros productos a cambio de maquinaria, camiones de motores diésel y plantas hidroeléctricas. Para tal efecto se formó una compañía en México y otra en Alemania.

Los trabajos de Guerra en Alemania fueron tan efectivos que el comercio creció notablemente entre 1933 y 1937, sobre todo después de la expropiación petrolera del presidente Lázaro Cárdenas en 1938, cuando Estados Unidos declaró un boicot comercial a México. En esos momentos, crece la exportación de petróleo y de henequén que eran transportados a Europa en buques alemanes y noruegos.

A pesar de que a Hitler no le simpatizaba que el gobierno de Lázaro Cárdenas apoyara a los republicanos en la Guerra Civil Española, Alfonso Guerra logró mantener buenas relaciones con el gobierno alemán y consiguió ventajosos términos de intercambio e incluso aprovechó la buena opinión que se tenía de México entre sectores de la administración alemana así como de ciertos empresarios. Además, a Alemania le convenía tener relaciones con nuestro país dada su importancia geográfica.

Para 1939 México surtía 40 por ciento del petróleo crudo que se consumía en Alemania y se iniciaron trabajos encaminados a que nuestro país se convirtiera en fabricante de aviones caza y armas. Para lograr esto Guerra, canalizó la polarización política entre el Eje y los Aliados a su favor de tal manera que hasta se llegó a pensar que detrás de las relaciones de México y Alemania estaba la figura del revolucionario ruso León Trotsky.

Otra de las funciones de Alfonso Guerra fue la de difusor del Plan Sexenal de Cárdenas en Europa, para lo que se valió de “un sistema de propaganda inspirado en sistemas de otros países de Europa, siendo el más emblemático el del Ministerio de Propaganda Nazi”. Fue muy importante la labor del cónsul de México en Alemania en esta encomienda y en ese momento de preguerra, ya que Cárdenas era acusado por el gobierno de Estados Unidos de comunista y, también, de apoyar a los republicanos españoles.

En vísperas del estallamiento de la conflagración mundial, Alfonso Guerra, junto a otros diplomáticos, aconsejaron al gobierno de México finiquitar los negocios con Alemania y recuperar todo lo que se pudiera, pues ya se veía la inminencia del conflicto bélico y en 1941 México rompe relaciones diplomáticas con Alemania.

Alfonso Guerra en el Holocausto

Cuando se habla de judíos que fueron salvados de la muerte en los campos de concentración nazis se piensa en personajes como Schindler o Gilberto Bosques, embajador de México en París durante la II Guerra, quienes se distinguieron por apoyar a cientos de judíos para que huyeran de las fuerzas nazis. Esa gran labor también participó Alfonso Guerra. El mismo Bosques lo reconoce cuando en sus Memorias escribe:

“Algunas gestiones para el auxilio de los judíos mexicanos se iniciaron a través del consulado general de México en Hamburgo, a cargo del cónsul Alfonso Guerra. En aquellos tiempos, es decir, en el año 39, se exigía a los judíos que pedían su salida y tenían autorización de visa mexicana, un compromiso o declaración de parte del consulado de México asegurando su regreso. Era una formalidad, que no correspondía con la actitud del gobierno de Hitler, porque no tenían interés en que regresaran. Pero autoridades inferiores exigían el requisito. Nos pusimos de acuerdo con el cónsul Alfonso Guerra para salvarlos”.

Juan Brown, conocido historiador y escritor de libros de texto, relata cómo unos parientes que habían salido de Alemania y vivían en México, hicieron los trámites para que él y sus padres salieran de Europa. Su familia se encontraba en Polonia y Alfonso Guerra les otorgó salvoconductos para salir del país pero Juan Brown, que en ese tiempo era un adolescente, se encontraba en Bélgica y con el pasaporte mexicano vencido. Por su calidad de judío no podía ir a Alemania a solicitarle al cónsul Guerra un pasaporte y el salvoconducto ya que para tramitarlo tenía que estar presente. Entonces un tío de Brown fue a hablar con Alfonso Guerra, quien dadas las circunstancias realizó el trámite. Muchos años después, Juan Brown diría que si no hubiera sido por esa gestión de Alfonso era muy probable que hubiera perdido la vida en un campo de concentración.

Otro caso en que Alfonso Guerra estuvo involucrado fue el de Olga Gutmann Benario (1908-1942) militante comunista alemana de origen judío que cobró mucha importancia para la policía alemana. En Múnich ingresó a la Liga Juvenil Comunista en 1923, cuando tenía quince años; después se trasladó a Berlín, donde vivió con Otto Braun, un militante de mucha experiencia. Juntos combatieron en las luchas callejeras en contra de las milicias nazis lo que les acarreó el encarcelamiento. Olga Benario obtuvo su libertad mientras que Braun permaneció en prisión acusado de traición a la patria. Luego la Benario participó en el asalto a la prisión donde se encontraba Braun para liberarlo y salir huyendo a la Unión Soviética. Tras separarse de Braun, se unió en matrimonio con el ideólogo y oficial ruso B. P. Nikitin.

Olga Benario viajó a Brasil en 1934 por determinación de la Internacional Comunista para apoyar al Partido Comunista de Brasil en la preparación de la revolución. Fue enviada desde Leningrado, junto con Luis Carlos Prestes, “El Caballero de la Esperanza”, del cual se convirtió después en su compañera naciendo de esta relación su hija, Anita Leocádia Prestes. En 1936 la detuvo la policía brasileña y, aunque estaba embarazada, fue entregada por Getulio Vargas al régimen de la Alemania nazi.

Ya en el país teutón fue encarcelada por la Gestapo, primero en la prisión de mujeres de Barnimstrasse, donde nació su hija, que por ser considerada brasileña pudo ser reclamada por su abuela Leocádia y trasladada a Brasil. Con el avance del régimen nazi en Europa y el temor a que Anita volviera a caer en manos de los alemanes, Doña Leocádia acompañada de su hija Lígia deciden trasladarse a México. Olga fue transferida al campo de concentración de Lichtenburg y luego al de Ravensbruck. En febrero de 1942, un poco antes de completar 34 años, Olga fue enviada al campo de exterminio de Bernburg, donde murió en una cámara de gas.

En la última carta que Olga le escribió a Carlos Prestes y a su hija se despide de ellos, con la certeza de que le quedaba poco tiempo de vida:

“He luchado por lo justo, por lo bueno y por lo mejor del mundo... Quiero que me entiendan bien: prepararme para la muerte no significa que me rinda, sino saber hacerle frente cuando llegue”.

En los archivos de la Gestapo incautados por los rusos cuando la derrota alemana en la II Guerra Mundial, existen también documentos que funcionan como cabos sueltos y que podrían abrir cauces de investigaciones sobre la actuación de ciertos funcionarios mexicanos como por ejemplo una carta del Consulado General de México en Hamburgo con fecha del 31 de agosto de 1939, firmado por el cónsul Alfonso Guerra. En esa época, Olga Benário ya está internada en el campo de concentración de Ravensbrück y pensando en su pronta liberación el Consulado Mexicano le dirige un documento en donde le informan que tienen a su “disposición un permiso de internación en México”.

Incluso la filial mexicana del Berlin Deutsch-Sudamerikanische Bank manda a Olga Benário 450 dólares para cubrir los gastos de viaje y al mismo tiempo le transmite un mensaje, donde le indican que con esa suma podrá cubrir un viaje en clase turista de Génova a Nueva York en el Conde Saboya o el Rex. Se le comunicaba también que en Nueva York le espera el Dr. Lekowitz. Pero el Reichssicherheitshauptamt, es decir, la más alta autoridad encargada de la seguridad de Alemania, reitera que Benário no debe insistir en su exilio y que su liberación por el momento no estaba considerada. Para 1942, poco antes de su ejecución, Olga Sara Benário Prestes, descrita como “una judía inteligente” y que “todavía no se ha liberado del comunismo”, conservaba la esperanza de emigrar a Rusia o México.

Alfonso Guerra de vuelta en México


Una vez que México rompió relaciones con Alemania al iniciar la II Guerra Mundial, Alfonso Guerra retornó al país y siguió trabajando en el Servicio Exterior. A su llegada fue nombrado Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores y en ocasiones fungió como Subsecretario de la misma Secretaría. Como Oficial Mayor le tocó lidiar con problemas que se generaban en las embajadas y consulados y fungir como representante de México en las discusiones que se entablaron con Estados Unidos en la firma del acuerdo de 1948 para permitir la contratación de trabajadores mexicanos en el vecino país del Norte. En 1942, siendo presidente de México el general Manuel Ávila Camacho, se firmó un convenio que fue renovado en 1943 y estuvo vigente hasta diciembre de 1947. En este año se iniciaron nuevas conversaciones en las cuales fue de mucha importancia la participación de Alfonso Guerra. Este acuerdo se firmó en enero del año 1948 y vino a cambiar completamente el sistema de la contratación braceril, ya que en el anterior las contrataciones se hacían directamente de gobierno a gobierno, y a partir de éste se estableció el sistema de contratos individuales directos entre el patrón y el trabajador. A Guerra le tocaría velar porque se cumplieran con los puntos acordados entre los cuales se encontraba uno en que asentaba como principio fundamental que los mexicanos que fueran contratados para ir a los Estados Unidos en calidad de braceros, no podrían ser empleados en ningún servicio militar ni sufrir actos discriminatorios de ninguna naturaleza. La disposición anterior estaba contenida en la orden del ejecutivo de la unión americana, en el número 8802, expedida en la Casa Blanca el 25 de junio de 1941. Además, se establecía que los braceros disfrutarán de las garantías de transporte, alimentos, hospedaje y repatriación que establece el artículo 29 de la Ley Federal del Trabajo de México. También que el bracero gozara de las garantías estipuladas en el artículo 29 de la Ley Federal del Trabajo en su párrafo III, que dice: “El empresario o contratista otorgará fianza y constituirá depósito en efectivo en el Banco del Trabajo, y en su defecto, en el Banco de México, a entera satisfacción de la autoridad del trabajo respectivo, por una cantidad igual a la que importen todos los gastos de repatriación del trabajador y sus familiares, y los de su traslado hasta el lugar de origen.

Como Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores también le correspondió recibir y analizar las posiciones que adoptaban ante la II Guerra Mundial los gobiernos en donde había oficinas de representación diplomática mexicana.

Y va de vuelta a Europa

Para ese año de 1953 Alfonso Guerra había hecho un extraordinario trabajo en Relaciones Exteriores tanto antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial destacándose como un gran conocedor del contexto local y mundial y como un hombre que hizo su trabajo de manera inteligente y responsable, de una manera patriótica diría yo. Eso le valió para que fuera de nuevo a Europa, esta vez no como cónsul sino como embajador en Alemania con sede en Berlín, puesto en el que permaneció hasta 1964. Ese año en México hubo elecciones para presidente de la República, senadores y diputados. Como candidatos a senadores por el estado de Nayarit estaban el doctor Alfonso Guerra Olivares por el PRI, Pedro Dufour por el PAN y Gerardo Navarro por el PPS.

Alfonso Guerra se convirtió en senador y tal vez recordando cuando de joven escuchó a Francisco Villa en Cananea propuso la iniciativa de instalar el monumento ecuestre de Villa en la avenida División del Norte de la Ciudad de México. La iniciativa proponía además, que el nombre del Centauro del Norte se escribiera con letras de oro en la Cámara de Diputados. Siendo secretaria del Congreso la sonorense Alicia Arellano Tapia, primera senadora de la Historia, fueron aprobadas ambas iniciativas y hoy podemos observar tanto el nombre de Villa con letras de oro en la Cámara de Diputados, como la estatua colocada en el Parque de los Venados.

Desde sus tiempos de juventud en Cananea, Alfonso Guerra Olivares se forjó un destino que lo llevó a ser clave en momentos críticos para el mundo y para México en el lugar del epicentro del conflicto bélico mundial. También se destacó como un fiel servidor de la nación a través del Servicio Exterior ensanchando los lazos comerciales en tiempos en que Estados Unidos impuso un boicot económico sobre México. Muy grande fue su labor cuando con su ayuda se salvaron judíos de ser enviados a campos de exterminio nazis de donde muy pocos volvieron.

Notas

[1] Ai Camp, Roderic, (2011), Mexican Political Biographies, 1935-2009, University of Texas Press, Austin, Texas, p. 438.

[2] El Intruso, No. 1373, jueves 18 de febrero de 1926, p. 1

[3] Friedrich Shuber Engelbert, Mexico between Hitler and Roosvelt. Mexican foreign relations in the age oh Lázaro Cárdenas 1934-1940, University of New Mexico Press. EU p. 52

[4] España y América, Revista Comercial Ilustrada, abril de 1926, No. 164, p. 44

[5] Avella, Isabel, (2002) “El Comercio de Compensación germano.mexicano (1933-1942)”, Revista Iberoamericana, II, 73,90

[6] Ídem

[7] https:/doi,org/10.2220 1/iih.24485004e.2018 66.66.301 ¿“De quién es la diplomacia pública? El rol del Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad en la propaganda exterior Cardenista” en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

[8] http://www.uam.mx/difusion/revista/julioago03/bosques.html, “La diplomacia mexicana durante la Segunda Guerra Mundial”, Gilberto Bosques

[9] Brown, Juan, De niño judío-alemán a Comunista Mexicano, Editorial Grijalbo, México.

[10] Brice Calsapeu Losfeld,“Los documentos trofeo rusos de la Gestapo y del servicio de inteligencia alemán (1912-1945)”, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Mexico, Tzintzun. Revista de Estudios Históricos, núm. 65, 2017

[11] Capítulo 10 El problema del éxodo de braceros en México y sus consecuencias* Daniel Casarrubias Ocampo. https://mmp.opr.princeton.edu/JorgeDurand/PDF/Braceros/Cap%C3%ADtulo%2010%20El%20problema%20del%20%C3%A9xodo%20de%20los%20braceros%20en%20M%C3%A9xico%20y%20sus%20consecuencias.pdf

[12] SRE, Archivo General, III/250 (7-8:00) (722) III-904-2

[13] Diario Oficial No. 49 Tomo CCLXIII, martes 28 de abril de 1964

[14] Diario de los Debates de la Cámara de Senadores del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, México, D.F., viernes 2 de diciembre de 1966<br>

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