Cinco poemas de Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024

Poesía en Laberinto

Esta selección pertenece al libro ‘El tercer sacramento’, publicado en 1969.

La poeta, narradora, ensayista y figura política rumana Ana Blandiana. (Cortesía)
Laberinto
Ciudad de México /

Vosotros sabéis algo

Vosotros sabéis algo y no me lo queréis decir,

Vosotros sí que sabéis algo,

¿De qué otro modo viviríais,

Cómo hubieran vivido tantas décadas si no

Mis padres

Y vosotros, los ancianos del mundo?

Perdone que le pare en la calle,

Señor octogenario,

¿No podría revelarme a mí también

Ese terrible misterio?

Me arrodillo en la lava turbia

A vuestros pies, ancianos:

Reveladme el misterio...

Con zarpas impares las frías estrellas os acarician

Y vosotros no morís.


Vínculos

Todo soy yo misma.

Dame una hoja que no se parezca a mí,

Ayúdame a encontrar un animal

Que no gima con mi voz.

El suelo se abre por donde yo piso

Y a los muertos que llevan mi rostro

Los veo abrazados y procreando a otros muertos.

¿Por qué tantos vínculos con el mundo,

Tantos padres y tantos hijos obligados a venir al mundo

Y toda esta alocada semejanza?

El universo me persigue con los miles de rostros míos

Y sólo si me golpeo a mí misma me defiendo.


La frontera

Busco el principio del mal

Igual que en la infancia buscaba los bordes de la lluvia.

Corría con todas mis fuerzas para encontrar

El lugar donde

Sentarme en el suelo y contemplar

A un lado la lluvia, al otro la no lluvia.

Pero la lluvia siempre cesaba

Antes de que descubriera sus fronteras

Y luego volvía a llover antes de

Saber hasta dónde alcanzaba el cielo despejado.

He crecido en vano

Con todas mis fuerzas

Aún sigo corriendo para encontrar el lugar donde

Sentarme en el suelo y contemplar

La línea que divide el bien del mal

Pero el mal siempre se detiene antes

De descubrir la frontera

Y comienza de nuevo

Antes de saber hasta dónde llega el bien.

Busco el principio del mal

En esta tierra

Sucesivamente

Nublada y soleada

El ojo cerrado

No me atrevo a cerrar los ojos ni un instante

por miedo

a aplastar el mundo entre mis párpados

a escuchar cómo se rompe haciendo ruido

como una avellana entre mis dientes.

¿Cuánto tiempo podré robarle aún sueño al sueño?

¿Cuánto tiempo podré mantenerlo vivo?

Miro con desesperación

y siento una compasión perruna

ante el universo inerme

que perecerá en mi ojo cerrado.

Oh, reír

Oh, reímos y lloramos, y lloramos y lloramos

Asomarse encontrar multiplicar acordar

Hasta donde está fijado y fijado hasta cuando

Libre es sólo el ser sagrado, el gran mimo

Hasta el último paso desde el primer llanto

Todo está escrito en el cielo y en la tierra

Pero nadie puede saber cuándo estallamos

De repente reímos y lloramos, y lloramos y lloramos

Qué obediencia gemela ese mismo abismo

Y los gatos escuchan y los perros hablan

Nos salvamos conocemos elevamos nombramos

Sólo reímos y lloramos, y lloramos y lloramos


Traducción Viorica Patea y Natalia Carbajosa

AQ

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