Andre Agassi y Rafael Nadal: apocalípticos e integrados

Doble filo

Dos libros biográficos retratan al enfant terrible y al español supuestamente bien portado. Si se tratara de un juego de Grand Slam, el texto del gringo ganaría en tres sets consecutivos.

Andre Agassi y Rafael Nadal. (Laberinto)
Fernando Figueroa
Ciudad de México /

I

Rafael Nadal ha sido noticia en 2024 por su reciente derrota en la primera ronda de Roland Garros, torneo grande que ganó 14 veces. También, en enero pasado, aceptó ser embajador de la Federación Saudita de Tenis… y ardió Troya.

Fue tal el escándalo por ese nuevo cargo del ibérico, que su propio biógrafo John Carlin escribió: “Lo que Nadal hace impacta en millones de personas. ¿Qué mensaje manda con esta última jugada? Que la gente más decente de la tierra está dispuesta a vender su alma por unos petrodólares más”.

El problema de fondo es que, de algún modo, Nadal está dando la cara por un país en donde los derechos humanos son violados por el gobierno de manera sistemática. John Carlin es coautor de Rafa. Mi historia (Ediciones Urano, 2011), que también firma el tenista español.

De padre escocés y madre española, Carlin ha escrito El factor humano. Nelson Mandela y el partido que salvó a una nación (libro en el que se basó la película Invictus, de Clint Eastwood); Los ángeles blancos. El Real Madrid y el nuevo futbol; La sonrisa de Mandela, entre muchos otros volúmenes.

II

Me habían dicho que Rafa. Mi historia no era la octava maravilla y lo comprobé apenas el fin de semana pasado. Tampoco es desdeñable. Se trata de un gran reportaje que aborda la carrera de Nadal y el entorno familiar que hizo posible su despegue y consagración profesional.

El volumen podría estar en el estante de libros de autoayuda, sobre todo para quienes no son muy aficionados al tenis. Los fanáticos de ese deporte sí pueden sentirse más atraídos y soportar, incluso disfrutar, la minuciosa descripción de partidos clave del ibérico, en especial su espectacular y cardiaco triunfo sobre Roger Federer en la final de Wimbledon de 2008.

Rafa. Mi historia está bien armado, pero es muy difícil no compararlo desfavorablemente con Open. Memorias (Duomo Ediciones, 2014), la apasionante autobiografía de Andre Agassi.

Resulta lógico que atraiga más la historia de un jugador que fue maltratado durante su infancia y que además se casó con Brooke Shields y Steffi Graf, que la de alguien amado y protegido desde la cuna y que contrajo nupcias con su novia manacorí de toda la vida.

III

El desnudo emocional de Agassi en Open. Memorias es total y en ello estriba su gran atractivo.

El padre de Agassi practicó el boxeo a buen nivel y representó a su país, Irán, en los Juegos Olímpicos de 1948 y 1952, sin lograr alguna medalla. Decía que los jueces eran muy parciales y se ensañaban con ciertas naciones, como la suya.

Ese hombre emigró a Estados Unidos y se casó con una norteamericana muy sumisa. Amante del tenis, construyó una máquina lanza-pelotas que instaló en el patio trasero de su casa, en las afueras de Las Vegas. La intención era convertir a sus hijos en grandes figuras del tenis profesional. Con los tres primeros chamacos no tuvo éxito, pero el cuarto y último, Andre, sí nació con grandes facultades y en él se enfocó (“ensañó” sería el verbo adecuado).

Desde los cuatro años, Agassi tenía la obligación de devolver diariamente dos mil quinientas pelotas lanzadas por la máquina con figura de dragón. No hacerlo implicaba toda clase de castigos.

Andre se volvió un adolescente rebelde cuyo máximo orgullo era desafiar a la autoridad, como en el caso del ya fallecido Nick Bolletieri, entrenador y dueño de una famosa escuela de tenis en Florida donde Agassi fue becado.

El muchacho no tardó en destacar tanto por sus cualidades deportivas como por actos extravagantes. Se volvió famoso por usar shorts de mezclilla en partidos oficiales, delineador de ojos y traer el cabello largo y decolorado (cuando lo atacó la calvicie prematura, utilizó un bisoñé que le perecía menos humillante que mostrarse tal cual). En muy buena onda, Brooke Shields lo convenció de raparse.

Ganador de los cuatro grandes torneos (Wimbledon, Roland Garros, Australia y Nueva York), Agassi habla de una gran amistad (con tintes de romance) con Barbra Streisand y narra a detalle la relación con Brooke Shields, a quien le propuso matrimonio sin estar muy convencido. Aunque con momentos felices, la relación naufraga luego de dos años por la diversidad de intereses de cada uno.

A pesar de alcanzar la cúspide del ranking mundial, Agassi nunca recibió una felicitación de su padre. Luego de ganar un partido épico contra Pete Sampras, Andre visitó a su papá en el hospital y este sólo alcanzó a decirle con mucha dificultad (tenía una sonda en la boca) que debió tirar más pelotas al revés de su rival.

En un momento de su vida, Agassi consumió metanfetaminas con singular alegría y se salvó de ser castigado cuando la ATP le detectó esa droga sintética en un control antidopaje.

Open. Memorias solo está firmado por Andre Agassi, pero al final del libro él agradece la colaboración de J.R. Moehringer, premio Pulitzer que generosamente no quiso aparecer en los créditos, pero su buena pluma es evidente de cabo a rabo.

IV

Seguramente John Carlin pensó que necesitaba un villano para darle sabor a la historia de Nadal. La elección era previsible: el tío Toni, un tenista frustrado que le apretó las tuercas al niño prodigio Rafa, imponiéndole una férrea disciplina que rayaba en la crueldad.

El bueno de la película es Sebastián Nadal, el papá del deportista, un empresario que creó las condiciones para que su hijo se convirtiera en una leyenda. Lo que hizo fue sencillo y audaz: convertir a su hermano Toni en socio de su empresa con la única obligación de entrenar al chaval casi a tiempo completo.

Un tercer hermano, Miguel Ángel, fue un destacado jugador del Mallorca, del Barcelona y de la Selección española de futbol. Él aportó una figura deportiva a seguir por Rafa, aunque el chavo siempre fue (y sigue siendo) fan del Real Madrid, al igual que su padre.

V

Rafa. Mi historia inicia con la cancha central de Wimbledon como escenario, durante la final de 2008. En 2006 Roger Federer ya le había ganado ahí a Nadal en el juego decisivo y lo mismo sucedió en 2007, así que la tercera debía ser la vencida, tal como sucedió.

Y sucedió con algo parecido a un guion de Hollywood porque el juego se decidió con un marcador de 9-7 cuando aún no existía tie break en el quinto y definitivo set. La duración total del partido: cuatro horas con 48 minutos.

En el libro, los fans de Nadal se enteran que él quería ser futbolista cuando era pequeño y que admira en especial a Tiger Woods en el terreno deportivo. Le encanta jugar golf y pescar. Toda su vida ha sido un tipo disciplinado que, si acaso se va de juerga, al otro día entrena a la misma hora de siempre y con mayor intensidad.

Para la familia Nadal el éxito no consiste en ganar trofeos sino en el hecho de que sus integrantes se realicen en cualquier actividad… sin dejar de ser buenas personas.

En Rafa. Mi historia no todo es miel sobre hojuelas, ya que también se menciona que los papás de Nadal se divorciaron y eso provocó una crisis temporal en el juego del tenista. Claro, la separación fue “civilizada” y se llevan bien.

VI

A Rafael Nadal lo he visto varias veces en el Abierto Mexicano de Tenis que se celebra en Acapulco y no recuerdo que haya tenido ahí ningún mal comportamiento dentro o fuera de la cancha. Ni siquiera cuando, en 2019, perdió contra Nick Kyrgios en un emocionante juego. En esa ocasión, Kyrgios hizo todo lo posible por sacar de sus casillas a Nadal, sin conseguirlo.

En ese puerto mexicano que ahora resurge de sus cenizas, Nadal siempre se dio tiempo para firmar autógrafos y ser cordial con la gente que se acercaba a saludarlo, especialmente con los niños. Lo hacía de pasadita, pero invariablemente dejaba una buena impresión.

VII

La historia de Andre Agassi tuvo un final feliz cuando se casó con el amor de su vida, la tenista alemana Steffi Graf, con quien tiene dos hijos. Está convertido en un empresario muy exitoso y creó una fundación para ofrecer educación secundaria y preparatoria a jóvenes de escasos recursos.

Rafael Nadal también tiene su fundación en España y tal vez los billetes sauditas tengan ahí un buen fin, algo que amortigüe la lamentable lavada de cara a un régimen autoritario como el de Arabia Saudita.

Con el retiro de Nadal a la vuelta de la esquina, se amerita una segunda parte de su biografía, aunque John Carlin ya dijo que él no la escribiría. Está muy molesto con Rafa y no le perdona el desliz de los petrodólares. No es para menos… ¡jolines!

AQ

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