En la semana del arte en la Ciudad de México asistí a BADA. En esta feria los artistas pueden exhibir y vender sus obras sin el intermediario de una galería. Es un acierto porque hay muchos artistas que no tienen acceso a una galería y en BADA son ellos mismos lo que hablan con los visitantes y les explican con detalle cómo realizan sus obras y qué los motiva para hacer arte. Más allá de un acto de justicia, es una experiencia muy distinta que ir a una galería, y que te reciba una personaja, que se supone es la galerista o su asistente o lo que sea, con cara de que te hace el favor, y no te sepa decir nada en claro sobre la obra.
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En BADA la atmósfera es muy humana, hay obras con precios que están al alcance de quienes desean iniciar una colección de arte. Recordemos que el precio no convierte algo en arte, que sea carísimo no significa que tenga valor estético. Había pintura, grabado, dibujo, escultura en cerámica y en metales, objetos, y la constante era la presencia de los artistas, que la hace extraordinaria. Los artistas rentan su stand, hacen su curaduría, negocian los precios, es una oportunidad de autonomía y revaloración de su trabajo. Me encontré con buenos dibujantes, con propuestas distintas con materiales, otros lenguajes pictóricos, esculturas ensambladas, cerámica a la alta temperatura, grabadores de Veracruz, artistas de Tepoztlán, fotografía muy interesante, una gran comunidad de artistas de Latinoamérica y Europa.
La situación actual es muy difícil, hay supuestas “galerías” que cobran por exponer, cobran comisión, no tienen lista de clientes, con deficiente presencia en redes y dan una semana para exponer. En BADA estaban los pasillos saturados de visitantes, la “lista de clientes” es irrelevante ante la libertad del visitante y del artista en su relación comercial.
Esta forma de exponer permite a los artistas conocerse entre ellos, ver las distintas formas de trabajo, comparan precios, salen del aislamiento en el que no saben ni quien compra sus obras y qué hacen otros artistas. Es un derecho muy legítimo vivir del arte, de las obras, del trabajo artesanal, ya con las redes se han abierto más canales de venta directa, este formato de feria se sale de esa relación virtual, los compradores pueden experimentar la presencia real de la obra.
El stand para las personas con discapacidad es una iniciativa que se debería replicar en otras ferias, el arte es una forma de sanación y los expositores hablaban de su trabajo con mucha seriedad.
El placer de tener una pieza de arte comienza con un enamoramiento, vemos algo y nos cautiva, y deseamos tenerlo, incorporarlo a la escenografía de nuestra existencia. Las obras de arte en una casa, oficina, ciudad, le aportan singularidad, porque se tratan de objetos únicos, que se suman a la personalidad, a la memoria individual y colectiva. Adquirir una pieza de arte o artesanía se medita, y cuando podemos tener contacto con el artista es más íntimo, esa experiencia se suma al valor de la obra.
AQ