Conciertos para piano y violín con la misma sangre

Doble filo

Daniel Rodríguez Angulo y Daniel Rodríguez Badillo, quienes estudiaron música en México y Viena, juegan ping-pong con 'Laberinto'.

Los músicos Daniel Rodríguez Angulo y Daniel Rodríguez Badillo, padre e hijo. (Foto: Sonia Aguilar | Bellas Artes)
Fernando Figueroa
Ciudad de México /

Tanto quienes viven cerca del Centro Cultural Juan Rulfo como quienes cruzaron la ciudad lluviosa para escuchar en Mixcoac a Daniel Rodríguez Angulo y Daniel Rodríguez Badillo, sienten que valió la pena el esfuerzo al oír de entrada dos piezas de Mozart ejecutadas con maestría: “Sonata para piano y violín en sol mayor” (K. 301) y “Sonata para piano y violín en mi menor” (K. 304). La primera, chispeante, alegre. La segunda retrata la melancolía del genial compositor, ya que todo parece indicar que la creó después de la muerte de su madre.

Además de tocar el piano, Daniel Rodríguez Angulo hace algunos comentarios antes de que él y su hijo violinista pongan manos a la obra. El programa incluye también Carteles, paquete integrado por ocho piezas breves para piano del michoacano Miguel Bernal Jiménez (1910-1956), y Piezas fantásticas para violín y piano, de Leonardo Coral (Ciudad de México, 1962).

Daniel Rodríguez Angulo cursó la carrera de piano en el Conservatorio Nacional de Música de México y realizó estudios posteriores en Viena y París; en 1982 ganó el Concurso Sala Chopin y desde 1988 forma parte del grupo Concertistas de Bellas Artes.

Daniel Rodríguez Badillo estudió violín en el Instituto Superior de Música del Estado de Veracruz y tomó clases magistrales en Lugano y Viena; además, obtuvo el segundo lugar en un concurso internacional para jóvenes músicos en Gÿor, Hungría. Su mamá es la pianista y pedagoga poblana María del Carmen Badillo.

Al término del memorable concierto en el sur de la Ciudad de México, los tocayos de nombre y apellido juegan ping-pong con Laberinto.

¿Qué es la música?

Daniel Rodríguez Angulo (papá): La más completa de las artes.

Daniel Rodríguez Badillo (hijo): Un lenguaje universal que expresa ideas y emociones.

¿Qué es un piano?

Papá: Un instrumento de cuerdas y percusión que puede reproducir todos los timbres de una orquesta.

¿Qué es un violín?

Hijo: Un cuerpo sonoro de cuerdas que, al ser frotadas con la crin del arco, emite sonidos dulces y potentes a la vez.

Una composición para piano.

Papá: La sonata “Appassionata”, de Beethoven.

Una composición para violín.

Hijo: “Partita para violín solo número 2”, de Bach.

El día más feliz en Viena.

Papá: Dos días muy felices ahí. Cuando conocí a mi esposa y cuando recibí mi título en la Escuela Superior de Música.

Hijo: Cuando entré en contacto con Rainer Küchl, quien fue el concertino de la Filarmónica de Viena durante 45 años.

El mejor pianista vivo.

Papá: Daniel Barenboim.

El mejor violinista vivo.

Hijo: Augustin Hadelich.

Compositor preferido.

Papá: Brahms.

Hijo: También Brahms.

Un gusto musical culposo.

Papá: No se me ocurre ninguno.

Hijo: Los Ángeles Azules

Del 1 al 10, ¿qué tal bailan?

Papá: Yo, como un 8.

Hijo: Eso no es cierto, mi papá baila muy bien, anda entre 9 y 10. Yo sí ando entre 7 y 8.

Algo que no se pueda enseñar en una escuela de música.

Papá: Los malos hábitos.

Hijo: Puedes enseñar la técnica y motivar, pero lo que no puedes aportarle al alumno es una mayor dosis artística de la que ya trae en esencia.

Si acaso no fueran músicos, ¿qué les gustaría haber sido?

Papá: Tal vez arqueólogo.

Hijo: Empresario.

Juan Gabriel o José Alfredo.

Papá: José Alfredo.

Hijo: Depende de la ocasión, pero si tengo que elegir solo a uno, también José Alfredo.

Rolling Stones o Beatles.

Papá: Rolling Stones.

Hijo: Igual, Rolling Stones.

¿Hay competencia entre ustedes?

Papá: Yo creo que no.

Hijo: Si acaso existe competencia, es una competencia sana que nos hace ser mejores cuando nos damos la réplica en ciertos pasajes musicales.

Un libro en una isla desierta.

Papá: Moby Dick.

Hijo: Don Quijote de La Mancha.

Música para sus últimos minutos de vida.

Papá: “Intermezzo en la mayor”, de Brahms.

Hijo: El tercer movimiento de la Sinfonía número 1, de Mahler.

Su epitafio.

Papá: “La música me dio todo”.

Hijo: “Que el arte prevalezca por toda la eternidad”.

AQ

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