Cómo el coronavirus ha paralizado la cultura europea

Covid-19

Magnas exposiciones, festivales y numerosas actividades en recintos de todo el continente han sido suspendidos a causa de la propagación del Covid-19.

Fachada del Museum voor Schone Kunsten, cerrado por Covid-19. (Foto: Julio Godínez)
Julio I. Godínez Hernández
Gante, Bélgica /

Las banderolas que anuncian la exhibición aún cuelgan de la antigua fachada del Museum voor Schone Kunsten de la ciudad de Gante. Frente al recinto, una persona solitaria con un cubrebocas azul pasea de prisa a su mascota. Adentro, diez de las veinte valiosísimas piezas que se conservan alrededor del mundo del maestro flamenco Jan Van Eyck permanecen colgadas sobre las paredes sin que nadie las admire.

Van Eyck. Una revolución óptica es una experiencia de las que se presentan una vez en la vida”, escribió la prensa especializada a principios de febrero cuando la exposición se abrió al público. En tres días, la cita obligada de este 2020 para los amantes del arte de todo el mundo había superado ya todas las expectativas con más de cien mil visitantes, entre ellos parte de la realeza local y la cantante estadunidense Patti Smith.

Sin embargo, a unos cientos de kilómetros de aquí, el 23 de febrero, se informó que el famoso Carnaval de Venecia sería interrumpido por vez primera a causa de la propagación del coronavirus en Italia. La noticia viajó vertiginosamente al norte del continente encendiendo las alarmas de los directivos del museo, quienes, durante meses, hicieron un sinnúmero de gestiones con coleccionistas, galerías y museos de Alemania, España, Italia, Rumanía y Estados Unidos para reunir en el llamado “Año de Van Eyck” las piezas en esta ciudad del oeste de Bélgica.

A un mes de abierta la exposición, a principios de marzo, el museo reportó que habían vendido ya la extraordinaria cifra de doscientos cincuenta mil boletos, un número que superaba, y por mucho, las expectativas de sus organizadores. Pero la llegada del primer caso importado de Italia del virus al país hizo que los organizadores se preguntaran si la muestra del creador de piezas como El Cordero Místico (1432) y el Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa (1434) podría permanecer abierta hasta el 30 de abril como se tenía programado.

Durante varias semanas, los responsables del museo de Bellas Artes intentaron mantener el recinto abierto utilizando medidas para controlar cualquier propagación del virus, como no permitir el ingreso de más de 900 personas al día o restringir el pago con efectivo. A pesar de ello, con mil 486 personas infectadas con el Covid-19 y 14 muertos en el país, las autoridades belgas decidieron aplicar medidas estrictas para controlar la propagación del virus. Así, la semana pasada todos los recintos del país tuvieron que cerrar su puertas, incluido el Museum voor Schone Kunsten, que mantiene en su interior más de cien pinturas de otros maestros de la época, pero en especial las joyas de uno de los mejores pintores de todos los tiempos en Europa.

En los hogares belgas están convencidos de que el letal virus fue importado a todo el continente por los esquiadores que viajaron a la región italiana de Lombardía a principios de año en busca de la nieve. Cuando se anunció que el Carnaval de Venecia se suspendía, ese 23 de febrero, la región del norte de Italia sumaba 89 casos; no obstante, el pasado 18 de marzo, Lombardía reportó 17 mil 713 contagiados y mil 959 muertos, es decir 200 veces más infectados en menos de un mes. Esta cifra convirtió a la región en la zona con más infectados dentro del segundo país con más contagios.

Al siguiente día de que se cancelara el carnaval de la ciudad de los canales y las góndolas, los eventos culturales en Italia fueron retrasándose o suspendiéndose. El primero de ellos fue la Feria del Libro Infantil de Bolonia, que el 24 de febrero que fue reagendada del 30 de marzo al 2 de abril; sin embargo, un día después se informó que sería aplazada al mes de mayo.

El 26 de febrero, la Feria de Mobiliario de Milán, uno de los eventos de diseño más esperados del año, también fue pospuesta para el mes de junio. Ya en los primeros días de marzo, la Bienal de Arquitectura de Venecia que originalmente se tenía programada de mayo a noviembre —un evento que reúne a lo mejor de la construcción de todo el mundo, en el que está incluido un pabellón dedicado a México—, se reagendó para inaugurarse en agosto y extenderse hasta noviembre de este año.

Durante un mes entero, el continente ha criticado la lenta adopción de las medidas por parte de España e Italia, como no asistir a eventos concurridos por parte de los italianos. Sin embargo, otros países como Holanda han declarado que no seguirá las recomendaciones y esperará a generar inmunidad en su población. El Reino Unido, recién salido de la Unión Europea, tampoco han implementado a cabalidad las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para frenar el implacable avance del virus.

Algunos de los eventos que reaccionaron adecuadamente fueron las ferias del libro. La de Leipzig en Alemania, la de París y la de Londres fueron canceladas a principios de mes.

La segunda semana de marzo, como parte de un modesto plan de contingencia presentado por el gobierno del presidente francés Emmanuel Macron, en París se anunció que únicamente visitantes con boleto comprado previamente podrían acceder al famoso museo de Louvre y que el museo d’Orsay sólo aceptaría a mil invitados al interior del famoso recinto de la Rue de la Légion d'Honneur.

El anuncio de las medidas en dos de los museos más visitados por los turistas en Europa hizo eco en otras ciudades como Madrid, donde el 11 de este mes se ordenó que el Museo del Prado y todos los recintos de exposiciones administrados por el gobierno cerraran sus puertas de manera indefinida. Ese mismo día, en Barcelona se restringió la visita a la Sagrada Familia a mil personas; sin embargo, el emblemático tempo de Gaudí vería sólo unos días más tarde el cierre definitivo de sus puertas a todos sus visitantes.

Pero la cascada de cierre de recintos no paró ahí, el 12 de marzo el Rijksmuseum y el museo de Van Gogh en Ámsterdam y todos los recintos culturales de Berlín cerraron sus puertas hasta al menos el 31 de marzo. En Bruselas, por su parte, el Centro para las Bellas Artes, conocido como BOZAR, también anunció su cierre hasta el 3 de abril. La medida fue parte de las insólitas decisiones anunciadas por el gobierno belga en las que se ordenó que ni restaurantes, ni bares, ni centros nocturnos abrieran hasta nuevo aviso. Esa noche, sin embargo, muchos locales estuvieron abarrotados por gente que decidió enfiestarse por ser la última noche antes de comenzar la cuarentena. Escenas de jóvenes cantando y festejando abrazados al amparo de una cantina se repitieron por varios noticieros nacionales, a pesar de la recomendación de no congregarse.

Un día después, en Francia se anunció el cierre total “por razones de salud” de todos los museos, incluyendo el Louvre, el Eugène-Delacroix, d’Orsay, l’Orangerie y el Palais de Tokyo. Además, se canceló el esperado concierto de Monteverdi, Rossi y Handel del 18 de marzo y Don Giovanni del 21 de marzo al 24 de abril, igual que todas las presentaciones de la Filarmónica de París para los siguientes meses.


Incluso eventos populares de música alrededor del continente, como el famoso festival de Glastonbury y el Eurovisión, éste último que tendría lugar en la ciudad holandesa de Rotterdam en mayo, fueron cancelados.

Tal es el ambiente de tensión, que la semana pasada la Unión Europea decidió cerrar el ingreso de ciudadanos no europeos a los 27 países del grupo. En Alemania, donde se han reportado más de ocho mil casos positivos, la canciller Angela Merkel apareció el miércoles pasado ante las cámaras de televisión para solicitar la colaboración de la población ante “el mayor desafío que ha tenido Alemania desde la Segunda Guerra Mundial”.

El coronavirus puede calificarse, sin riesgo de exagerar, como una pandemia de dimensiones bíblicas que ha logrado lo que en estos tiempos de avances tecnológicos y remedios científicos nunca se pensó: paralizar a Europa, el gran y antiquísimo productor de cultura y arte.

ÁSS

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