Anticitera, informa Wikipedia, es un mecanismo diseñado en los siglos II o III antes de Cristo capaz de predecir los movimientos astronómicos. Uno de estos mecanismos fue hallado en el amanecer del siglo XX entre los restos de un naufragio en los márgenes de la isla griega de Anticitera. Hasta aquí la enciclopedia.
Con este hallazgo entre manos, Aura García-Junco funda una novela inusitada donde confluyen el saber pitagórico, los arcanos del hermetismo renacentista y algunas leyendas medievales transformadas en gran literatura.
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Sorprendente es la materia de Anticitera, artefacto dentado (Fondo Editorial Tierra Adentro) y aún más sorprendente es su arquitectura. Desde Arquímides y el constructor de máquinas Herón hasta los tiempos inaugurales de la imprenta, seguimos el rastro de un objeto cargado de poderes divinos. Puede, según sus poseedores, “cambiar el orden de la bóveda celeste; de acelerar el curso del tiempo y la de por sí breve existencia humana”. Pero Anticitera asegura también la locura, el infortunio, el ostracismo.
Como si escribir fuera ensamblar, Aura García-Junco elabora pequeñas piezas sin aparente relación entre ellas. Lo mismo concibe al lector de un extraño manuscrito que a una discípula de Arquímedes que se hace pasar por hombre o a una hermosa mujer que “vive entre los aromas de la mañana abierta”. No tardamos en sospechar que, como Anticitera, hecha de pequeñas piezas que solo mediante su correcta armonía pueden trabajar a la par, Anticitera, la novela, sigue el orden de su gemela.
De pronto, uno se siente participando de ese otro mecanismo que es El castillo de los destinos cruzados de Italo Calvino o de ese tejido de capas superpuestas que es El zafarrancho de Carlo Emilio Gadda. Los hechos, por más lejanos que se hallen en el espacio y en el tiempo, concurren en la presencia fantasmal de una caja y un manuscrito. No importa, parece sugerir Aura García-Junco, que esa presencia solo tenga espesor mediante los sonidos y las imágenes.
Cada vez resulta más difícil encontrar una novela que huya del vocerío prosaico en el que se resuelve nuestro paisaje político y social. Cuando hay amor a la escritura, al encuentro feliz entre las palabras, como en Anticitera, artefacto dentado, e inclinación por el conocimiento a través de la ficción, no queda sino aceptar con gozo que aún es posible nombrar lo que no habíamos imaginado.
Anticitera, artefacto dentado
Aura García-Junco |Fondo Editorial Tierra Adentro |México | 2018
ÁSS