‘Cruella’ o el nuevo feminismo | Por Avelina Lésper

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"Es una película comercial, pero es capaz de mostrar a las mujeres como dueñas de su destino y de su realidad".

Emma Stone en una escena de 'Cruella'. (Cortesía: Disney)
Ciudad de México /

Medea, Karl Lagerfeld, la revolución punk, en el escenario de la creatividad de la industria de la moda. La fábula de la “hija perdida” y el “regreso de la hija pródiga”, canon de la literatura: la madre poderosa, implacable para alcanzar sus fines, intolerante con la mediocridad, se deshace de su hija recién nacida. La hija regresa convertida en Cruella, outsider de los sótanos del punk, rival de su madre. Su parentesco, obviamente, es revelado hasta el final, como sucede en un melodrama.

La madre y la hija se enfrentan con las armas más poderosas que tienen: su capacidad de crear. Es la industria de la moda, en paralelo, vemos el desarrollo estético de dos corrientes completamente diferentes de vivir y estar en el mundo y con el cuerpo. La Baronesa y su obsesión por la perfección, la nula tolerancia al error, “Te pago por tu obediencia, no por tus opiniones”, lleva el gobierno absoluto de su empresa, despreciando los discursos de autoayuda y de potencial humano, eso que supuestamente motiva a los empleados, en la empresa de la Baronesa no existe, ella rompió a martillazos el “techo de cristal”.

Cruella lleva el diseño de modas en el banco genético, crea sus diseños con ropa usada, pedazos de telas, objetos, y se inventa a través de esa ropa, es el detonador de su psique, y la manifiesta como una versión femenina de Joker, excéntrica y revanchista. Ella no tiene empresa, pero es la jefa de su banda, integrada por dos ladrones que son su única familia, crecieron juntos en las calles.

Cruella y la Baronesa representan el nuevo feminismo que, desde la creatividad, toman la irrenunciable vocación de transformar el espacio y el momento que habitamos. La industria de la moda ha sido atacada por las ultrafeministas, como uno de sus recursos ideológicos: que cosifica a las mujeres, etcétera, por eso es más significativo que la moda empodere a los personajes. Las mujeres necesitamos otra vía, fuera del feminismo violento que no aporta nada, han destrozado monumentos, espacios públicos, enemistando a la sociedad con una causa justa y urgente, trastocándola en una versión más obsoleta que la demagógica lucha de clases. El otro feminismo, el folclórico institucional, que vive de cubrirle las espadas al gobierno, le permiten aparentar que se “hace algo por las mujeres”, y que “tenemos el gobierno más feminista de la historia”, tomado recursos que se emplean en acciones oportunistas y políticas.

Existe otra vía que no concede espacio a la mediocridad, que se apodera de todas las posibilidades para manifestar su talento. La película es un espectáculo visual, la creación de vestuario es prodigiosa. Es una película comercial y sin embargo es capaz de mostrar a las mujeres como dueñas de su destino y de su realidad, imponiendo sus ideas creativas, sin exigir la cuota de ser mujeres.

ÁSS

  • Avelina Lésper

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