El primer libro de cuentos de Dahlia de la Cerda (Aguascalientes, 1985) manó de una herida profunda. El asesinato de una mujer en su familia motivó su interés literario. Quería indagar, desde la ficción, sobre la violencia letal que experimentan las mujeres en México.
Perras de reserva (Sexto Piso, 2022) es producto de ese rastro del horror. Es un libro habitado por mujeres que nos cuentan sus historias en primera persona a través de un lenguaje al mismo tiempo crudo y elocuente. Mujeres que viven su realidad con las herramientas a su alcance.
En los 13 relatos que integran el libro, Dahlia de la Cerda nos propone universos autónomos que se trenzan unos con otros para ofrecernos un mapa de la brutalidad, aunque exentos de victimismos y repletos de humor ácido.
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—Tus personajes provienen de cierta marginalidad, de las periferias sociales. ¿Por qué elegiste a estas protagonistas?
Como lectora, me encontraba con un problema: la ausencia de figuras de representación. Cuando leía a escritoras o escritores vivos que narran las experiencias cotidianas del México actual, me costaba mucho sentirme identificada con sus historias. En aquel momento yo trabajaba en un tianguis, entonces no me sentía identificada con el contexto de una mujer que viaja al extranjero o que vive en un país de primer mundo. Yo quería narrar desde otros lados, tanto otros personajes como otras experiencias y otra visión. Soy escritora, pero también soy una persona con posturas políticas, y la mía siempre ha estado en la subalternidad.
—¿Buscas hacer evidentes tus posturas políticas en tu escritura?
Todas las personas tenemos posturas políticas, o habrá quien no las tenga y eso también es una forma de estar politizada. El ensayo lo escribo para mostrar abiertamente mis posturas políticas o para criticar las de otras personas. Cuando escribo narrativa, lo que ocurre es que mis preocupaciones son interpretadas a partir de mis posturas políticas. No quiero que mis textos narrativos sean panfletarios. No me gusta la idea de que en un texto narrativo se mencionen las palabras ‘heteropatriarcado’, ‘patriarcado’, ‘neoliberalismo’, a no ser que el personaje lo demande. Prefiero que las situaciones que narro hablen de la desigualdad, de la violencia que vivimos las mujeres, de las preocupaciones que tengo y de mi visión del mundo sin que necesite explicar mis posturas políticas.
—Has manifestado abiertamente tu distanciamiento del feminismo. ¿A qué se debe?
Es un tema de diferencias políticas. Con el feminismo tengo una relación de amor ideológica que salió mal. Siento que en la mayoría de los sectores del feminismo, el debate se quedó estancado en un nivel muy básico. No me estimula intelectualmente debatir sobre la existencia de un patriarcado, porque me queda claro que no existe. Existe lo que las mujeres feministas negras y de color llaman matriz de opresiones, que son un montón de opresiones de raza, de género, de sexo que se entrelazan. Lo que quiero es que trasciendan ese debate. Estoy muy desencantada de las discusiones básicas transodiantes y racistas, y que tienen incidencia directamente en leyes que dejan sin derechos a las personas.
—¿Con la narrativa se puede incidir en ese debate?
Sí se puede utilizar. Hay muchas obras de mujeres negras y de color que hablan de las situaciones que viven, y que no tienen tanto que ver con el sexismo o la misoginia, sino con el racismo. Cuando lees sus experiencias, te das cuenta de que el mundo es mucho más complejo que la existencia de un patriarcado. Cuando narras, cuentas historias que nos pueden enseñar cosas sobre las experiencias vitales que quizá en la teoría pasaríamos por alto.
—Has vivido en Aguascalientes toda la vida, ¿es un contexto propicio para ser escritora?
A mí, Aguascalientes me ha parecido completamente desfavorable. Aquí nunca me quisieron publicar; la única vez ocurrió porque gané un concurso y no les quedaba de otra. Todavía es un ambiente muy conservador del canon literario. Lo que tiene éxito en general es reescribir los clásicos. Si escribes sobre Octavio Paz, por ejemplo, eres muy bien recibida. Además, hay clubes de Toby: se premian entre amigos, se publican entre amigos. En general, nunca me han incluido, nunca me he sentido apoyada. Al contrario, me he sentido súper invisibilizada en todos los sentidos, aun cuando mi carrera literaria ha estado constantemente rindiendo frutos. Pero eso me hizo buscar oportunidades en otros lados y al final me fue mejor.
Perras de reserva
Dahlia de la Cerda | Sexto Piso | 2022 | 144 páginas