Pocas cualidades tan valiosas como la conciencia del camino recorrido. Dahlia de la Cerda la posee y la ejerce con imperturbable disciplina. Desde los zulos (Sexto Piso, 2023), su publicación más reciente, es una colección de ensayos en la que convergen sus disquisiciones sobre el feminismo, el clasismo, el racismo y la transfobia. Son textos escritos a lo largo de varios años. Por eso, explica, no necesariamente reflejan su postura política actual. Sin embargo, reunirlos en un libro le permitió echar la mirada atrás y contemplar la transformación de su pensamiento.
“Quise dejar testimonio de la evolución teórica que he tenido, de la evolución de mis posturas políticas y de mi evolución como persona. No es que mis posturas sean distintas, sino que se han ido moderando”, cuenta la escritora en entrevista con Laberinto.
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Con su libro de cuentos Perras de reserva, Dahlia de la Cerda (Aguascalientes, 1985) alcanzó una notoriedad que todavía le resulta inusitada. “Yo nunca había viajado tanto como estoy viajando en este momento”, reconoce. “No suelo hablar de forma romántica de la literatura porque me parece peligroso y cursi, pero escribir me salvó la vida en muchas ocasiones”.
Hace algunos años, publicar un libro recopilatorio de sus ensayos le habría parecido poco conveniente. Por entonces quería encauzar su producción literaria únicamente a la ficción, pero algo —quizá su formación como filósofa o su sentido de la solidaridad— le permitió vislumbrar la conveniencia de reunir sus reflexiones en torno a los temas que la han formado en el activismo.
“Yo sí quería hacer pedagogía con estos textos y con este libro. Hay muchos temas pendientes que se tienen que revisar en los movimientos sociales y es importante abordarlos desde una perspectiva lúdica. Sobre todo, me interesa llegar a cierto tipo de mujeres que muchas veces no se han sentido representadas por el feminismo. Una forma didáctica o pedagógica de decir las cosas y de bajar el feminismo de esas altas esferas de la Academia a un lenguaje más coloquial me sirve para establecer diálogos con las mujeres con las que quiero dialogar”.
Dahlia concibe la escritura como un acto político, pero también como una manera de resistir las acometidas de los sistemas de opresión. “Todo lo que te ayude a mantenerte con vida, a vivir sabroso, es un acto de resistencia”, afirma. Además, está convencida de que la literatura tiene un objetivo funcional. “Es una herramienta que nos sirve para enseñar, para poner sobre la mesa temas que nos parecen importantes. La cualidad que tienen textos como el mío es que lo puede leer cualquier persona, desde alguien que no tiene formación académica hasta colegas de la academia. Por el contrario, un Ulises de Joyce sólo lo puede leer gente con privilegios sistémicos”.
A pesar del aliento instructivo de sus textos, Dahlia de la Cerda concede que Desde los zulos aspira más bien a problematizar desde el pensamiento crítico. “Soy buena para plantear preguntas, no siempre para encontrar respuestas. Sócrates no se equivocó con su mayéutica: plantear preguntas siempre es la forma más eficaz para entrar al mundo de lo complejo, de lo multidimensional”. Y, ante todo, reconoce el valor de la autocrítica y el debate: “Los mayores crecimientos que he tenido como persona han sido gracias a que me han cuestionado. Si, por ejemplo, Yuderkys Espinosa no me hubiera dicho que un texto que escribí era racista, yo seguiría siendo una racista pensando que no lo era”.
“Mi intención”, concluye, “es ser siempre una persona crítica que busca cómo utilizar las disertaciones para hacer del mundo un lugar más habitable. Pero también busco compartir esas reflexiones críticas. Cuando cuestiono cosas, mi intención no es adoctrinar a nadie ni cambiarle la forma de pensar, sino que entiendan que la vida es compleja. Lo que me tiene muy satisfecha es que sí lo estoy logrando”.
ÁSS