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Democracia muerta

Poesía en segundos

En el presente, dominado por el populismo autoritario y al que ahora vuelve Trump, ¿la creación, las diferencias y la tolerancia serán un recuerdo?, ¿otra desaparición?

Víctor Manuel Mendiola
Ciudad de México /

La contemplación del cuadro Los pilares de la sociedad, de George Grosz, puede hacernos sentir, en el recurso a la caricatura que el pintor usó para representar a la ciudad de Berlín en 1926, la distancia de un tiempo obsceno muy lejos de México.

Jorge Arturo Ojeda, 1943-2024. (Especial)
Jorge Arturo Ojeda, 1943-2024. (Especial)

Pero, de manera imprevisible —al observar la obra con detenimiento—, la suma densa y promiscua de la pintura, bajo la imagen expresionista de un cubismo leve, abarca nuestro mundo, nos vuelve parte de su narrativa y, entonces, la representación se actualiza. Ya no es puro tiempo remoto. Es nuestro presente y nosotros formamos parte del zafarrancho social, de la parranda pública, de la bebida y las drogas, de los criminales que conviven con los militantes de partido y de los soldados que empuñan las armas, no como un ejército en un campo de batalla, sino como la policía ominosa en cualquier calle de la ciudad. El cuadro tiene una composición articulada con múltiples reticencias, pero plantea dos dimensiones en contraste y correspondencia: la primera, la mitad inferior del óleo, la iluminación de una sátira con sutiles planos superpuestos; y la segunda, la mitad superior, un drama oscuro salpicado de bermellones. Todo está unido mediante dos diagonales entrecruzadas, que desembocan en llamas y violencia.

Portada de 'República de Weimar. La muerte de una democracia vista desde el arte y el pensamiento'. (Cortesía: Taurus)

Esta es la portada, no sólo de República de Weimar (Taurus, 2023), de Jacobo Dayán, sino que es la fotografía que él mismo tomó del cuadro de Grosz y escogió para su libro sobre el caso ejemplar y horrible de la muerte de una democracia. El texto de Dayán, sin ninguna pretensión teórica, pero con amplia información, desplegada con claridad e inteligencia, muestra cómo surgió, de la Primera Guerra Mundial, la república alemana el 9 de noviembre de 1918. Y muestra también cómo la diversidad de fuerzas políticas que debieron haber preservado la democracia, la destruyeron en una lucha oportunista y sectaria, abriendo el camino al autoritarismo totalitario a través, precisamente, de la democracia, el 30 de enero de 1933. Dayán nos revela que esa democracia desangrada fue creativa de forma asombrosa. Floreció el Dadaísmo, la Bauhaus, el expresionismo, la nueva objetividad, el cabaret, el cine, los hermanos Mann, Jünger, Klee, Beckmann, Dix, Caligari de Wiene, Nosferatu de Murnau, El doctor Mabuse de Lang, el teatro de Bretch, la música de Schönberg… Y florecieron, como en Alexanderplatz de Döblin, los feminicidios, las bandas criminales, los enervantes, la corrupción y el discurso mentiroso, polarizante y paranoico del populismo. A lo largo del libro, Dayán nos previene acerca de exagerar en las comparaciones. Sin embargo, tampoco deja de apuntar que las semejanzas entre lo que sucedió en esos años y lo que sucede hoy son inquietantes. México, en su transición democrática, se volvió una economía emergente y vivió un auge cultural (nacieron múltiples editoriales y grupos de pintura; Paz ganó el Nobel; Rulfo, Fuentes y Del Paso se volvieron narradores universales; Toledo, en lo ya asombroso, produjo asombro; los fotógrafos mexicanos se hicieron imprescindibles; los estudios históricos y arqueológicos crearon una nueva dimensión de México…). En el presente, dominado por el populismo autoritario y al que ahora vuelve Trump, ¿la creación, las diferencias y la tolerancia serán un recuerdo?, ¿otra desaparición?

AQ

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