Diálogos con Carlos Fuentes

Literatura

En 'La conversación infinita', Carlos Rubio Rosell entrega un testimonio único sobre el pensamiento y la obra del autor de 'La región más transparente'.

Carlos Fuentes, autor de 'Espejo enterrado', 'La región más transparente', entre otros.
Benjamín Anaya
Ciudad de México /

Este texto fue leído el sábado 23 de octubre en el Salón Venustiano Carranza del Complejo Cultural Los Pinos en la presentación del libro La escritura infinita: conversaciones con Carlos Fuentes (UANL, 2020) de Carlos Rubio Rosell.

Como lector de la inmensa obra de Carlos Fuentes y seguidor atento del buen periodismo cultural, que han prodigado durante varios lustros tanto Carlos Rubio Rosell como José Luis Martínez S., con quienes comparto esta mesa, gracias a la Coordinación Nacional de Literatura, recibí con mucho cariño la invitación para presentar este volumen de conversaciones en el que el autor tiene mucho de sí mismo vertido con inteligencia en la guía de cada descubrimiento revelado.

Sabemos por este volumen, pero también por el generoso prólogo que apareció en su novela Los Ángeles Sur, que el diálogo de Rubio Rosell con Carlos Fuentes fue largo y de mucha cercanía, y eso nos causa un profundo interés intelectual, pues algunas de estas revelaciones suelen aparecerse, enhebrarse, como lo hizo Fuentes a través de su prosa: de manera categórica y precisa, y al mismo tiempo con gentileza erudita.

Si bien Fuentes escribió en 2002 En esto creo, que nos permitió conocer muchos de los motivos para el disciplinado oficio del gran autor mexicano, me atrevería decir que a través del volumen que hoy presentamos, publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, también podría conocerse en una suerte de ideario creativo, que por supuesto no fue un método rígido, sino la aproximación sensible de un observador profundo de la naturaleza humana, de la complejidad mexicana, de la estructura simbólica del mito y la realidad, así como de la trascendencia en la aventura del lenguaje, como territorio de muchos destinos y confines; o más bien dicho, del lenguaje como territorio sinfín.

Ejemplo de ello podría ser como cuando a partir de cuestionarle si es un defensor del hedonismo, con temas como mujeres, sexo, belleza, amor, Fuentes responde:

Sí. Nos llaman hedonistas a los que creemos en eso. Pero viene de la palabra griega hedoné, y significa ‘el goce de las cosas’. Yo creo que uno de los grandes dones humanos es el saber gozar de las cosas y tener conciencia del goce. Un animal actúa por instinto constantemente. Nosotros tenemos un goce asimilable sobre el cual construimos personalidad, continuidad del afecto, de la cultura, de la acción política y una serie de cosas que proceden del hecho de que somos seres placenteros, o que queremos vivir así.

Entre las muchas virtudes del libro, que inicia con la propia idea de reunir las entrevistas, Carlos Rubio nos revela junto a Fuentes la filosofía de su creación literaria, analizando con prístina agudeza los hallazgos de situaciones, tiempos, personajes y del entramado de la construcción novelística y cuentística entre respuestas relucientes en nombres como Balzac, Proust, Flaubert, Joyce, Kafka, pero también abjurando de éxitos editoriales como el Código Da Vinci de Dan Brown y los sinsabores de la presión editorial mainstream. Al cuento, género que no ha tenido la difusión de otros, a pesar de ser esencial para la escritura, Fuentes le dedica una valoración constante en este libro.


Las entrevistas toman forma de crónica no sólo de vivires y acompañamientos de una vida tan intensa como la de Carlos Fuentes, con gente de cine, músicos, personalidades y socialités, sino también del tiempo vivido en lo político, donde de manera destacada podemos vislumbrar ese latido libertario, de causa democrática, que acompañó la lucidez del pensamiento de Fuentes. Y el entrevistador, de manera acuciosa, nos entrega su propia crónica de los encuentros, en una clara muestra de lo que debería todo periodista considerar para dar cuerpo a una entrevista verdaderamente interesante en el periodismo literario.

Destaco con mucha claridad el oficio de entrevistador, de periodista cultural, de mi compañero universitario, de mi colega-cómplice de andanzas desde el Colegio de Bachilleres Satélite en los últimos años setenta y hasta 1980 (después compartiríamos aulas en la FES Acatlán UNAM), que no es solamente el de un dueño certero de la hábil pregunta, sino ante todo el de un traductor en propio idioma de los recursos narrativos e imaginativos de una de las voces más altas que ha dado la historia de nuestra literatura en lengua hispánica.

Lo subrayo porque desde el inicio del libro, Rubio nos hace notar junto a Fuentes, cómo el territorio de La Mancha es una mancha de tinta indeleble, de letra impresa, extendida en los lares donde se cultiva la lengua que hoy nos convoca.

La península ibérica, desde donde emigró ese vehículo de fantasías que es el castellano, ha sido también su destino y hogar, desde donde Rubio Rosell publica, vive y también cultiva su propia obra creativa con rigor, disciplina y un gusto por las letras que le conozco en ímpetu superior, desde hace cuarenta y tantos años. Aquellos días adolescentes, en que comenzábamos a adueñarnos de tesoros editoriales y vivencias disidentes, algunos de esos libros y lecturas se acompañaron con mucha música contemporánea, rock, jazz y blues para tarde o temprano irnos perteneciendo en una conversación compartida que tuvo también a Arreola, José Agustín, Gustavo Sainz y a Octavio Paz, Cortázar y Borges, así como a la generación de José Joaquín Blanco, Héctor Manjarrez, o a Jorge Ibargüengoitia, como tema de tertulia en el Tercer Mundo acatleco.

Entre esas voces, siempre estará omnipresente la de Carlos Fuentes, y Carlos Rubio logra aquilatar cada una de sus maravillosas novelas al darnos un recorrido reflexivo por toda su obra, cediéndole la voz al maestro con exactitud retórica y camaradería cómplice a la vez.

Celebro muchísimo la aparición de este tomo conversado con el Carlos Fuentes que fue nuestro maestro, celebro ante todo este ejercicio periodístico de alto grado de especialización, alguna vez publicado en páginas del diario mexicano Reforma y en la revista Quimera en España, porque permite que una de nuestras plumas muy destacadas —aunque desde una aparente lejanía madrileña que luego castiga un poco a quien se atreve a migrar—; esa celebración lo es también porque Carlos Rubio Rosell regresa en modo siglo XXI, a este nuevo Tiempo mexicano, a esta región, cuya transparencia nos debe aún revelar algunas de las auras escondidas de nuestra literatura. Sea este libro un luminoso camino que abrace nuestro empeño en ello.

​ÁSS

LAS MÁS VISTAS