Qué leve, qué sencillo
el soplo colorido
que deja tras de sí la
alegre mariposa.
Su ingrávido aleteo
es menos huracán
que tenue vaho o suspiro.
Es suave, es tibio el aire
de estos días azules
y este sol de la infancia.
Zozobras de su vuelo
dan maravilla al ojo
y calma al corazón.
Soy la flor que se abre
en la frágil penumbra de tu ala nerviosa;
si hubiera miel en mí,
sea para tu boca.
AQ