El Dr. House anglosajón y el de Iztapalapa

Doble filo

Millones conocen al personaje de televisión interpretado por Hugh Laurie, pero muy pocos a Roberto Díaz, médico real que vivió una historia digna de miniserie.

Cada vez que Roberto Díaz descolgaba el teléfono, le pedía que me comunicara con el doctor House de Iztapalapa. (Laberinto)
Fernando Figueroa
Ciudad de México /

I

El permanente éxito de Dr. House es un fenómeno mundial y México no ha sido ajeno a tal atracción. El programa fue lanzado inicialmente en 2004 por la cadena estadounidense Fox y Televisa transmitió las ocho temporadas (2005-2012). Posteriormente, Imagen Televisión hizo lo mismo (2019-2022) y actualmente los 177 capítulos están disponibles en un par de plataformas de streaming con muy buena aceptación en cuanto al número de visitas.

El triunfo de esta serie (millones de espectadores y decenas de galardones) se debe al trabajo de un equipo en el que destaca, sin duda, el actor británico Hugh Laurie, quien a su vez ha dicho que el verdadero genio fue el guionista canadiense David Shore, “la mente detrás de la mente de Gregory House”.

A los tradicionales programas de televisión con doctores como protagonistas, David Shore añadió un elemento clave: el brillante espíritu de investigación del detective Sherlock Holmes creado por el escritor Arthur Conan Doyle, en este caso aplicado al diagnóstico médico, más una personalidad arrogante y narcisista que provoca repulsión o empatía, pero que no deja a nadie indiferente.

II

La semana pasada murió Roberto Díaz, médico veracruzano muy aficionado al béisbol. Cada vez que él descolgaba el teléfono, yo le pedía que me comunicara con el doctor House de Iztapalapa, alcaldía donde está la casa que habitó hasta su fallecimiento. Platicábamos del rey de los deportes y de muchas otras cosas. Cada vez que nos despedíamos, él decía: “Flaco, usted me hizo famoso y le estoy eternamente agradecido”.

Por supuesto que Roberto Díaz no era arrogante ni narcisista, como el gringo Gregory House, pero sí tenía un divertido espíritu sarcástico que lo acercaba al personaje de la pantalla, además de la misma profesión.

Decía que yo lo había hecho famoso porque hace una década publiqué la singular historia de su amistad con Miguel Ángel Mancera Segura, iniciador de los restaurantes Bisquets Obregón (originalmente La Perla del Este) y padre del ex jefe de gobierno de la Ciudad de México, actual senador de la República.

III

La forma como se conocieron el doctor Roberto Díaz y Miguel Ángel Mancera Segura es digna, al menos, de una miniserie mexicana.

Don Roberto trabajaba en el hospital Lourdes, ubicado en la avenida Álvaro Obregón, a escasos metros de La Perla del Este. Una de sus pacientes, doña Carmen, era una empleada de cocina de ese restaurant y él nunca le cobró por las consultas, pensando que de ese modo ayudaba a una señora de escasos recursos (ella solía llevarle al médico una bolsa con bisquets a manera de reciprocidad).

Cuando doña Carmen falleció, Mancera Segura buscó al doctor para conocerlo y avisarle de tal acontecimiento. También le dijo que se trataba nada menos que de su mamá, quien nunca quiso dejar de trabajar.

Así nació una larga amistad con múltiples viajes a Estados Unidos para ver juegos de beisbol, incluyendo series mundiales, todo pagado íntegramente por el restaurantero. También un tour de cuatro semanas por varias ciudades europeas.

Mancera Segura era varios años mayor que Roberto Díaz y jugaron béisbol amateur en distintas épocas. Ambos eran fanáticos del equipo Tigres. Tratándose de grandes ligas, el empresario era admirador de los Yankees de Nueva York y el doctor los odiaba.

Fragmentos de esta historia de la vida real se los escuché al Doc en las tribunas del Foro Sol mientras veíamos juegos de los Diablos Rojos. Cuando le dije que valía la pena darla a conocer, se mostró inicialmente reacio y luego de muchos ruegos aceptó. También vi mucho beisbol junto a él en los estadios Fray Nano y Alfredo Harp Helú, en compañía de otros queridos amigos beisboleros.

IV

Aunque no soy muy afecto a las series de televisión, sin duda Dr. House tiene aspectos interesantes. También es cierto que la fórmula se agotó mucho tiempo antes de que la dieran por terminada y por eso hay algunos capítulos medio descabellados.

La sobrevida de la serie fue posible, en gran medida, al talento actoral de Hugh Laurie, quien en Gran Bretaña era conocido por su trabajo en la serie noventera de comedia Jeeves and Wooster, en la que interpretó a un aristócrata de bajo nivel que convive con un mayordomo más listo que él.

Laurie hizo casting a distancia para Dr. House y se quedó con el papel gracias a su personalidad y dotes actorales, una de ellas la capacidad de eliminar el acento británico y sonar como estadounidense (el estupendo doblaje al español que conocemos en México fue realizado por Salvador Delgado).

En algunos capítulos de la serie, Gregory House hace gala de dotes musicales que el actor posee en realidad. En su adolescencia, Laurie tomó clases de piano y se enamoró del blues desde la primera vez que escuchó a figuras como Willie Dixon y Muddy Waters. Ha grabado los discos de estudio Let Them Talk (2011) y Didn’t it Rain (2013).

En 2012, Hugh Laurie grabó para Film&Arts el documental Down by the River, en el que se muestra el viaje que hizo en automóvil (un impecable Ford Galaxie 500) por varias ciudades de Estados Unidos hasta llegar a Nueva Orleans, donde toca el piano y canta con un grupo dirigido por Allen Toussaint.

En 2014, Laurie hizo una gira como líder de la Copper Bottom Band, incluyendo una presentación en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México.

V

El ficticio doctor anglosajón es un experto del buen diagnóstico y las acertadas recetas. Al médico mexicano Roberto Díaz lo conocí cuando él ya no ejercía y jamás escuché que le sugiriera a alguien tomar tal o cual medicamento. Cuando se le acercaban con ganas de consultarlo en ese terreno, solía contestar con fingida seriedad que la mejor forma de curarse era visitando la zona de yerbas del mercado de Sonora.

Que descanse en paz.

AQ

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