Compendio de ausencias
La poesía es una larga cadena de memorias que nos dice cómo fuimos y cómo somos, Rosina Conde siempre canta y ahora canta un blues titulado Que es un soplo la vida (CETYS Universidad, Colección ojo de agua, 2023) y entonces el texto doloroso, doliente, se matiza, es decir se suaviza para que el lector, el oyente, no olvide a los que ya no están, la autora elige las elegías por supuesto, el duelo, la nostalgia son llevados e insertados en la tradición pero también acogen en el corpus textual la herencia del pasado y las inquietudes transformadoras de este tiempo.
Los poemas son un testamento, no el propio sino el que los demás te encargan redactar, Conde asume, acepta serenamente la vocalía entrañable para anunciar los enlaces que no terminan, para anunciar con poesía lo perdurable.
Bailo a solas
a solas reconozco el diagrama de tus pasos
como si me dijeras basta ya de niñerías
es hora de llamar a las cosas por su nombre,
de frente al mundo y a los siglos.
Terminaron los días de apedrear pajarillos y destruir sus nidos
de romper ventanas y salir huyendo.
Somos los pequeños gigantes que devienen en el Tiempo;
la voz de los que hacen los movimientos sociales no concebidos por la Historia.
La perpetuidad se logra con los actos medidos después de la muerte,
Porque de la corrupción nace la vida.
Bailo, y mis pasos me dirigen hacia la bruma que dejará tu exhalación dormida.
Tu morada parece inalterable
como si el huracán devastador no hubiera azotado tu puerta;
como si la noche no hubiera, nunca, penetrado por ella;
como si el invierno, loco, hubiera llegado solamente una breve temporada.
(Bailo a solas, II, fragmento págs. 20, 21)
Un desierto mutilado muestra sus carnes sin rostro
Mucho antes de que los activismos femeninos se visualizaran (para bien y para mal) algunas voces se distinguían, la de Rosina, voz/altavoz: autoridad y libertad, coincide y se enlaza a la perfección en este libro con el arte poética de Horacio: “Estamos destinados a la muerte,/ nosotros tanto como nuestras cosas…/ menos ha de durar lo que ahora tiene prestigio y gracia en el idioma./ También renacerán muchos vocablos que ya cayeron en desuso y caerán aquellos que están en boga ahora, si lo quiere el uso titular del lenguaje de libertad, de autoridad, de norma”.
Rosina generosa como ella misma, además de transitar por la sensibilidad busca afinar y ampliar la conciencia histórica, cada poema, cada homenaje aporta al lector el registro de una vida iluminada e iluminadora que Conde con su “marca de agua” sella; su manera de hablar, de pensar y percibir quedan impresas en forma de sueños, de porras, de saudade.
Enriqueta Basilio enciende la llama olímpica
Poemas por Ciudad Juárez son el silbido de las balas tras la noche, son llanto, son el pretexto para la necedad de señalar la impotencia, lo absurdo de llorar por nada y de llorar por todo, es recorrer el laberinto del suspenso en el que Rosina mantiene su palabra:
Hastiada de recoger brazos y piernas
de amortajar cabezas,
la Supermujer vomitó el polvo que había tragado del desierto,
polvo mágico que mantenía incólume ante la Amenaza sangrante.
No sabía si los poderes le alcanzarían para unir los miembros
De las Coyolxauhquis norteñas,
ni si llegaría a salvaguardar a las hembras
que florecen en las plantas industriales.
¿Qué hacer para atrapar la palabra más audaz…
Capaz de mantener su palabra?
(Poemas por Ciudad Juárez, III pág. 56)
La audaz norteñidad de la autora, lleva los recursos de la mente y el cuerpo a lograr que el sentido de la experiencia materialice y haga palpable lo intuido, lo sentido por otros, por otras en este caso específico, esas otras que languidecen ante la custodia del cactus, la poesía es un corazón doliente que festeja a los muertos no por mexicanidad sino porque esa es su ruta trazada, su ruta natural, estos poemas necesitan, solicitan que alguien los cante, quién mejor que Rosina, que solita se invita y su grito se esparce por todos los vientos.
AQ