‘Estación zombie 2’: una película de muertos vivientes que aspira al arte

Cine

Lo que podría parecer una historia cursi encierra una crítica al capitalismo y a las dos Coreas, al mismo tiempo que presume rasgos poéticos en su edición.

Fotograma de ‘Estación zombie 2’, dirigida por Sang-ho Yeon.
Fernando Zamora
Ciudad de México /

En tiempos de pandemia resulta pertinente Estación zombie 2: Península. No sólo por el covid sino, sobre todo, por su tono de fábula infantil. La película tendría que haberse estrenado en el Festival de Cannes que, como se sabe, tuvo que ser suspendido.

La historia de Península sigue vagamente los eventos de la original Estación zombie. Lo único que realmente une a ésta con su predecesora es la mención a una enfermedad creada en un laboratorio de Corea del Sur y de la cual el gobierno de Seúl perdió el control. ¿Vale la pena? Si a uno le gusta el cine de acción, definitivamente. El director Sang-ho Yeon tiene el talento para mantenernos al borde del asiento no tanto por lo que cuenta sino por cómo lo cuenta. La película atrapa desde los primeros minutos, pues Sang-ho tiene la astucia de evadir el susto fácil y, en la secuencia de apertura, cuenta la historia de una mujer capaz del sacrificio total. Así, desde la introducción, el director crea el tono general de Península y establece, además, que no por ser una obra de zombis deja de aspirar al arte. El modo en que la madre abraza a su niño muerto en esta primera secuencia, por ejemplo, tiene algo que recuerda a La Piedad.

Pero Península es un filme de zombis. Y sigue la tradición de los muertos vivientes, de modo que debe referir a la sociedad de consumo, tal como estableció el creador del género, George A. Romero. Recordemos que, si en La noche de los muertos vivientes la crítica de Romero a la sociedad consumista era más o menos velada, en El amanecer de los muertos vivientes resulta tan obvia que hay una secuencia (hilarante) en la que los zombis miran escaparates en un centro comercial.

Sang-ho sigue las reglas de Romero pero, como auténtico artesano del cine, avanza las pautas de esta tradición y le da nuevos sentidos. Así, nos enteramos que, visto que Corea del Sur creó la plaga en sus laboratorios, el mundo decidió cerrar por completo la península. Este hecho permite al director y guionista ir más allá de la crítica al capitalismo para apuntar también al régimen de Corea del Norte. Por ello no es casual que el héroe de Estación zombie 2 termine en Incheon, un pueblo en la frontera entre las dos Coreas. Tampoco es casual que allí nuestro héroe encuentre a una familia que busca escapar en modo análogo a los migrantes que huyen del régimen de Kim Jong-un. Pero ojo, leída así, la frase final de la niña que afirma: “el mundo en que vivíamos tampoco era tan malo”, resulta exactamente en la crítica al sueño dorado del capitalismo tal como lo planteó Romero.

Desde la perspectiva visual, Península es un goce para el amante del cine por sus referencias que van aquí desde la serie Mad Max hasta Ben Hur en el momento climático. Además, la hija mayor en esta familia que vive en un país infestado de zombis y enloquecidos militares maneja un auto con el garbo del protagonista de Death Proof de Tarantino. Puede que a muchos cinéfilos les cause pereza el género y el mensaje de Estación zombie 2 les resulte banal. Después de todo es un cuento en el que se afirma que para ser feliz basta con tener una bonita familia, con un abuelo medio loco y una madre capaz de darlo todo por sus hijas. Pero cursi o no, Península funciona, más allá del público infantil, porque tiene un extraordinario montaje, ese arte que, decía Eisenstein, es el fundamento de la poética del cine. Ese arte del cine que en su forma más simple se llama edición.

Estación zombie 2: Península

Dirección: Sang-ho Yeon | Corea del Sur | 2020

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