Ted Chiang es ese tipo de escritor rara avis que uno agradece toparse: sus historias no sólo cuentan “algo” para entretener al lector. Van más allá al cuestionar ese andar de la curiosidad humana a través de la ruta de la tecnología y en un viaje, cada vez más obligado, por el ciberespacio.
¿Hasta dónde nos puede llevar ese camino?
Esa es justo la interrogante-inquietud que los relatos de Chiang, reunidos en Exhalación (Sexto Piso, 2020) detonan entre sus líneas y ante los ojos, y conciencia, del lector.
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Chiang invoca e imagina con maestría a esa ciencia ficción no sólo observante y, de alguna manera, litigante del futuro, sino que remite al pasado, con reminiscencias del “érase una vez” para luego ahondar en historias que podrían estar ya a la vuelta de la esquina de este mundo interconectado y cada vez más controlado a través de (¿o por?) los algoritmos y la inteligencia artificial.
Chiang advierte, señala, los riesgos de ese mundo cada vez más discordante entre una realidad “del aquí y del ahora”, biológica y humana, y la que late de forma alterna en ese infinito donde convergen todos los tiempos, la tecnología y el mundo cibernético.
Los textos de Exhalación son ciencia ficción pero también en ellos hay filosofía. El lector se entretiene por lo que cuenta y cómo lo cuenta Chiang al tiempo que se queda pensando, reflexionando, sobre las múltiples posibilidades y las realidades alternas.
Pero sobre todo, Chiang habla sobre los sentimientos, pues aunque bordea algunas fronteras donde se percibe a lontananza la distopía, Exhalación nos llama a no olvidar nuestra esencia y la ética de nuestra razón de ser y de existir: “Nosotros, en cuanto humanos, somos capaces de crear un sentido para nuestras vidas”.
AQ