'Exorbitante': las heridas de la Historia

Reseña

La fuerza del nuevo poemario de José Ángel Leyva reside en su capacidad de comprender y entender al otro, de darle voz a las tonalidades del silencio, de zurcir historias.

Portada de 'Exorbitante', de José Ángel Leyva. (UANL)
Enzia Verduchi
Ciudad de México /

El origen del poemario Exorbitante (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2024) es una entrevista que José Ángel Leyva le realizó a Víctor Sabinij, en la década de los noventa, durante su visita a la Ciudad de México. El cosmonauta desde el Soyuz T13, en septiembre de 1985, observó el terremoto que devastó la capital del país.

Evodio Escalante señala en su introducción que Exorbitante es un “adjetivo que significa ‘excesivo, exagerado’”. Sin embargo, este poemario no aborda lo excesivo ni lo exagerado. Es como si estuviera redactado bajo una lente de aumento donde se observan los detalles de un recorrido poético por algunas heridas historia.

Los apartados que forman el libro: “Percepción remota”, “La órbita y el centro”, “Gravedad”, “Un hilillo de polvo se veía desde el espacio” y “Espacio interior”; son enormes piezas de un complejo rompecabezas de sucesos en voz de personajes notables y anónimos.

Exorbitante son versos sobre el derrumbe. El derrumbe de la Ciencia bajo el tacón de la Iglesia. El derrumbe de las ideologías. El derrumbe de la antigua Unión Soviética. El derrumbe de la fe en una sociedad más justa. El derrumbe de la Ciudad de México por el sismo. El derrumbe moral. El derrumbe social. El derrumbe personal. El desequilibrio del mundo que Leyva resume en un verso: “La poesía es una negación también de las respuestas”.

En Exorbitante José Ángel Leyva logra un tejido tenso y denso de lo que sucede fuera, de lo que sucede dentro de cada hecho y reflexión: las sentencias en el nombre de Dios, el sistema convertido en Dios que destruye a sus hijos en los gulags y pogromos, el vacío de Dios ante la devastación de la naturaleza visado por el astronauta; la soledad de Dios ante las lágrimas de quienes buscan bajo los escombros; el silencio de Dios ante el desplome de la armonía: “El cosmonauta busca en la líneas de su palma / las huellas de una patria inexistente / Tembló la geografía del último decenio / Cambiaron de lugar los límites / La mano es un mapa y un espejo / donde se observa el hombre el corazón /las cicatrices del poder…”. (“Mapas”, p. 107)

La fuerza de Exorbitante reside en la capacidad poética de Leyva de comprender y entender al otro, de darle voz a las tonalidades del silencio, de zurcir historias que se fraternizan a través del tiempo y el espacio. De esta manera hacen de este poemario un libro excepcional y de madurez, un libro de reflejos y entrecruzamientos.

AQ

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.