El nuevo libro de Fernando Savater, Carne gobernada (Ariel, 2024), es una lección de honestidad intelectual y amor a la vida; es el testimonio de un hombre que ha vivido entre libros sin desdeñar, al contrario, los placeres del cuerpo: el sexo, el alcohol, la comida, el sueño profundo, los viajes. Es un relato guiado por el recuerdo imborrable de su esposa muerta, Sara Torres, a quien llamaba Pelo Cohete y a la que dedicó su libro La peor parte, donde narra el sufrimiento inmenso que le dejó su partida en 2015. Es —confiesa— un “estriptis espiritual” pensado para sus “amigos curiosos y enemigos biliosos”. Es también, en varios momentos, un canto a la juventud y una reflexión sobre el paso implacable del tiempo: “La hermosa juventud dicen que es efímera, pero la fea vejez no digamos: además de incómoda y humillante, fugaz. Nadie puede quedarse en ella, va más deprisa que la infancia”, escribe el autor de Ética para Amador.
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Carne gobernada es una obra realizada a corazón abierto en la que Savater no se guarda sus críticas implacables a la izquierda ni a El País, en el que comenzó a colaborar desde el número cero y del que fue despedido en enero por sus severos cuestionamientos a la política editorial del periódico en este libro. En una entrevista con el diario digital El Confidencial, el filósofo habla de su despido después de 47 años de escribir semanalmente en El País y, aunque dice que no lo esperaba, no se arrepiente de nada: “Arrepentirme no es mi costumbre. Lo que he escrito está hecho desde la sinceridad y con mi mejor intención. Nunca he ido por detrás, no soy de los que se arrodillan ante un jefe y luego van por la espalda criticándole”.
Carne gobernada toma el nombre de un platillo tradicional asturiano cuya muy lenta elaboración prácticamente lo ha proscrito de la cocina española. Savater tenía muchos años queriendo utilizarlo, ahora lo hace en esta especie de conversación en la que se puede hablar de todo con absoluta libertad. Por ejemplo, de una admiradora asidua al “poliamor”, a quien, por recomendación de un amigo, conoció por Zoom. Le gustó desde el principio: “era graciosa, atractiva, rotunda de formas (lo que más me gusta), espontánea, más lista que el hambre pero no intelectual (no lo soporto) y trasegaba una cerveza tras otra con despreocupada impudicia”. Se conocieron personalmente una tarde, se hicieron amantes, viajaron por varias partes y, sin que despareciera la tristeza por la muerte de Pelo Cohete, dice el autor: “el corazón tocaba otra vez a rebato y yo volvía a sentir el vértigo y el desacompasado mareo que siempre he considerado característico de lo que se llama vida”.
“De política, amor y deseo” es el afortunado subtítulo de Carne gobernada, un veloz repaso a la vida, los amores y el pensamiento de Fernando Savater.
AQ