La flor del hibisco es flor de un día,
estrella de fugaz fuego que contradice
jardín y cielo, y el hombre dentro un cuerpo
que se defiende, como toda flor.
Lo que él no sabe: cuán cierto es todo esto.
¿Es real esta figura que en el último
brillo de las estrellas se sienta afuera,
no ve la flor, se abrasa
a la luz fría, y al alba temporal
recoge flores de un suelo negro
rehuyendo la violencia
de la luz del sol?
El ansia de duelo que fermenta en él
recuerda a un amigo, una amistad
que pierde su medida
entre tanto quebranto.
¿Qué es lo que hay allí, un hombre o un poema?
El cartero con su camisa amarilla llega hasta la verja
en bicicleta, cuenta el mundo, entrega su carta
a un ser viviente, no sabe de duelo o alma.
Ve las flores rojas en el suelo,
dice “va a hacer calor hoy”,
desaparece luego en la luz
y en este poema.
Traducción de Fernando García de la Banda
ÁSS