Flores | Por Alberto Blanco

Meditaciones

El autor de esta serie publicó en 2014 ‘El libro de las plantas’, en el Fondo de Cultura Económica, ilustrado por Sandra Pani. También fue publicado al año siguiente en Chile.

"Las flores cada vez más bellas / los animales cada vez más competitivos", escribe el poeta Alberto Blanco. (Foto: Abhishek Koli | Unsplash)
Alberto Blanco
Ciudad de México /

Hace 150 millones años

las flores dependían para su subsistencia

—y la de toda la planta, se entiende—

solo de los caprichos del viento.


Pero algunos insectos

—tal vez los escarabajos y las moscas—

comenzaron a alimentarse

de los ricos granos de polen.


En el proceso de saciar su hambre

hasta sentirse satisfechos

transportaron las semillas

grandes distancias.


Las flores dejaron de depender

de las veleidades del viento.

Y los insectos se aficionaron

a las flores más ricas en polen.


Esto les dio ventajas

adaptativas y evolutivas

tanto a las plantas con flores ricas

como a los insectos bien nutridos.


Las plantas comenzaron a prestar

más atención a sus flores:

colores llamativos y toda clase de marcas

señalaron a los insectos dónde comer.

Y las flores fueron cada vez más bellas.


Los intensos aromas de ciertas flores

y las señales ultravioleta hicieron también su parte.

El néctar se hizo cada vez más dulce.


Insectos, aves y aun mamíferos

comenzaron a competir por el acceso

a estas ricas fuentes de energía.


Siguiendo un proceso semejante

se desarrollaron las lenguas, las alas

y los cerebros de muchos animales.


Las flores cada vez más bellas;

los animales cada vez más competitivos.


Y la belleza de las flores

llegó hasta los seres humanos.


Millones de años después que los insectos

el hombre se sintió cautivado por la forma,

el color y el aroma de las flores.

Comenzamos a cultivarlas

por su pura belleza…


Pero hasta la fecha no sabemos

bien a bien qué es la belleza…


Tal vez un corolario de la salud.

Una promesa de felicidad.

AQ

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