La fragilidad humana: sobre ‘Nadie en casa’, de Alonso Marín Ramírez

Reseña

Publicado el año pasado por el autor yucateco, es un volumen que reúne las mejores historias que ha escrito desde que eligió transitar por la complicada senda del género breve.

Portada de ‘Nadie en casa’, de Alonso Marín Ramírez. (Ficticia Editorial/Secretaría de Cultura de Yucatán)
Carlos Martín Briceño
Ciudad de México /

Si bien el cuento no es el género preferido de las grandes editoriales, en nuestro país ha encontrado refugio en algunas casas independientes que, contra viento y marea, continúan apostándole a la publicación de narradores, nuevos y consagrados, que siguen cultivando profusamente este género de tanta tradición en México.

Tal es el caso del yucateco Alonso Marín Ramírez quien el año pasado publicó Nadie en casa (Ficticia Editorial/Secretaría de Cultura de Yucatán, 2022), volumen que reúne las mejores historias que ha escrito desde que eligió transitar por la complicada senda del género breve.

Narrados con tensión contenida y lenguaje preciso, “el más preciso que puede hallarse”, como quería Raymond Carver, los relatos de Marín Ramírez golpean al lector de a poco hasta noquearlo en los últimos párrafos.

Son cuentos sutilmente maliciosos que requieren de la complicidad del lector, porque siempre hay otra historia oculta debajo del argumento principal, tal como sucede en “Nadie en casa”, texto que da nombre al libro, en el que dos niños, mientras brincan desde un trampolín destartalado en el patio de una casa ubicada en un pequeño poblado gringo, escuchan gemidos sexuales provenientes de una ventana en el segundo piso; o bien como acontece en “Lo vamos a encontrar” en el que un hombre que convive desde hace meses en un silencio forzoso con su mujer, se deshace del gato para poder tener un pretexto de reconciliación, sin imaginar que esta acción generará aún más odio entre los dos.

A Alonso le obsesionan la infancia y la preadolescencia. No en balde eligió la psiquiatría infantil como profesión. Así lo confirman buena parte de los relatos incluidos en este libro. Aquel titulado “No puedo entender”, que se refiere a un niño incapaz de aceptar el asesinato del padre, es el ejemplo idóneo.

“La balada del infante marica”, uno de los mejores relatos de la colección, también ahonda en la psique del adolescente. Un padre alcohólico y frustrado por no haber podido hacer una carrera de violinista en Europa se desquita con el hijo quien, precisamente el día en que transcurre el cuento, cumple quince años. La feria adonde el joven va en busca del padre, el paisaje cercano al lago y la inclusión de una canción clásica en violín como leitmotiv del cuento no parecían ser una buena mezcla para lograr una historia memorable, pero Alonso, con habilidad, lo consigue.

Aunque todas las historias que componen Nadie en casa podrían fácilmente calificarse como “carverianas” hay un trío de relatos que todo conocedor de la obra del famoso narrador estadunidense podría identificar de inmediato con su estilo. Me refiero a “Cuanto tiempo nos duró”, “Aunque parezca demasiado tarde” y “Quién es John Doe” Incertidumbre, ambigüedad, pesimismo, tristeza y tragedia permean estas tres historias en las que nada parece resolverse. Una infidelidad no comprobada, la sorpresiva homosexualidad de un viudo y el despertar sexual inesperado de un joven semi discapacitado son narradas aquí a la manera de Carver. Incluso en la última, me parece que en su desenlace el autor hace un guiño a “Mecánica popular”, el conocido relato brevísimo del estadunidense. Vale la pena señalar que hace algunos años Marín Ramírez ganó con su ensayo “Los extremos desconcertantes”, basado en la vida y obra de Carver, el primer premio del concurso que anualmente realiza la revista Punto de Partida de la UNAM.

Hay dos textos que se salen de esta línea: “No creo que le moleste la lluvia” y “El príncipe del silencio”. En el primero, existe una clara influencia de Rulfo mezclada con ecos faulknerianos. Una familia de gente humilde lleva el cadáver del padre a enterrar al pueblo de Tecolotlán, donde el difunto nació. El carro prestado en el que llevan el ataúd se avería a medio camino. Piden aventón y los suben con todo y ataúd a la parte trasera de una camioneta. Llueve. En la parte de atrás, la familia se las arregla para no mojarse mientras la mujer se queja amargamente del capricho del muerto.

En el caso de “El príncipe del silencio”, Alonso nos plantea de atrás para adelante la vida de Miles Davis, una de las figuras más renovadoras e influyentes de la música contemporánea. Relato con tintes históricos que ahonda en la psique del trompetista que elevó el jazz al rango de música clásica.

Nadie en casa es un conjunto de cuentos levantados desde el desasosiego, los personajes que los pueblan luchan a contracorriente por mantener su lugar en el mundo. El acierto de su autor va más allá de la pura descripción de hechos. Sus letras nos abren los ojos para comprender la fragilidad humana.

AQ

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