Gabriel Zaid: poderío y corruptela

Escolios

El poder corrompe, nuevo libro de Gabriel Zaid, reúnen varios de sus textos sobre el tópico del poder y la corrupción, publicados en muy diversas épocas.

Detalle de portada de 'El poder corrompe'. (Cortesía: Debate)
Armando González Torres
Ciudad de México /

Se intuye que el poder, entre más grande, más corrompe, pues transtorna el sentido de las proporciones, crea fantasías de superioridad y omnipotencia y, entre otros fenómenos, provoca con frecuencia que el poderoso asuma los recursos públicos como propios. La corrupción no es privativa de México, pero en este país se ha cultivado con tanto denuedo, contento e ingenio, que ha fascinado a muchos observadores foráneos. La institución de la mordida, el arte del enjuague, la maestría del chanchullo y la distancia entre la letra impoluta de la ley y la pícara realidad constituyen un seductor objeto de estudio para el sociólogo, el psicólogo o el escritor.

Desde sus más tempranos libros, Gabriel Zaid ha ejercido una crítica de la concentración de los poderes (político, económico o académico) y de su efecto corruptor. De ahí la importancia de El poder corrompe (Debate, 2019), volumen que recopila, aliña y brinda unidad a textos de Zaid sobre el tópico del poder y la corrupción, publicados en muy diversas épocas (desde 1978 hasta 2019). Este libro no sólo es testimonio de una premonitoria consistencia crítica (muchas medidas de apertura y transparencia hoy vigentes fueron prefiguradas desde hace décadas en los escritos de Zaid), sino que adquiere nuevo significado y utilidad, pues, sin admoniciones, con mucho humor y sentido práctico, el autor analiza las raíces y funciones históricas de la corrupción y vislumbra su futuro.

La corrupción es la contradicción suprema entre el mito de la soberanía popular y la realidad del pillaje patrimonialista. La corrupción consiste en el aprovechamiento de las leyes y las investiduras oficiales para enriquecerse por medio del soborno, la extorsión o el tráfico de influencias. La discrecionalidad y los enredos de la ley implican que la propia norma genere mayores incentivos para la corrupción, pues está diseñada para ser aceitada mediante el moche y la mordida. La regulación excesiva y la burocracia son la dupla perfecta para convertir el cumplimiento de una norma en un chantaje. Así, frente a las reglas indescifrables e incumplibles, la posibilidad del arreglo personal aparece como un milagroso lenitivo.

Pese a su arraigo, extensión y complejidad, para Zaid no es imposible combatir la corrupción, simplemente se requiere que el amplio ámbito de lo oscurito vaya ganando cada vez más en claridad y que la sociedad se movilice para desmontar el enorme aparato de impunidad. Este nuevo contrato de transparencia entre sociedad civil y poder no es una utopía y, con gradualidad e inteligencia, se pueden ir eliminando opacidades. Por eso, El poder corrompe, aparte de un diagnóstico impecable del fenómeno de la corrupción, ofrece un muy útil compendio de propuestas prácticas, en las que las nuevas tecnologías, aunadas a la organización ciudadana, abren posibilidades inéditas para vigorizar las normas, mecanismos institucionales y redes civiles contra esa dolorosa y costosa enfermedad social.

ÁSS

LAS MÁS VISTAS