Escritora regiomontana de variada obra, autora de más de seis libros de poesía, de un poemario para niños, Poemas del árbol (2009) y de una novela, Hamburgo en alguna parte (2016); ganadora del Premio de Poesía Ramón López Velarde 2012 con Material peligroso (Hiperión, 2015), Gabriela Cantú Westendarp (1972) es una autora de gran fuerza cuya voz debe ser más considerada como un referente no solo generacional en nuestro contexto.
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En su más reciente trabajo nos brinda el poemario Un niño albino cruza la calle (Mantis Editores, 2019), que incluye una selección de su obra más poemas inéditos y que, de cierto modo, podría considerarse una antología aunque, en el fondo, estamos ante un volumen que rebasa dicho carácter ya que replantea la lectura de la poesía de Cantú.
Si bien el libro incluye poemas de El Efecto (2006), El filo de la playa (2007), Naturaleza muerta (2011), Material peligroso y Una flama de seda como la nada (2018), estos no fueron considerados entrópica o cronológicamente, sino a partir de su significado dentro de la totalidad de una obra. En ese orden y en cuanto a que podemos identificar dicho hilo conductor, nos situamos frente a un volumen construido bajo una conciencia de la unidad, aspecto que es muy apreciado por la autora.
Para Cantú el poema unitario de largo aliento ha sido una estética. Es así como ha construido El filo… y Una flama…, aunque particularmente esto se observa en Naturaleza… y en Material… Sin embargo, en Un niño albino…, esta estructura se desarrolla mayormente al aplicarse a la totalidad de su trabajo poético, acaso siguiendo las enseñanzas de Héctor Viel Temperly quien, en Hospital Británico, a decir de Gabriela, “tomó poemas de sus libros y los reacomodó para conformar un nuevo poema; si bien yo no hice un poema, sí pensé en reorganizar así mi obra”.
De esta forma, en tanto estructura de pensamiento y creación, la unidad es el modelo de escritura que, en el caso de Un niño albino…, se organiza bajo ciertos ejes vitales: el erotismo, el dolor, los afectos, el insomnio y la búsqueda de sentido, a partir de espacios, ritmos y atmósferas entretejidos con tal solidez que nos muestran la historia interior de una obra, un subtexto poderoso que anima la escritura de Cantú.
Así, el modelo de escritura se convierte en modelo crítico que desemboca en una construcción que, en Un niño…, deviene en la poética de su obra.
El título se divide en tres apartados: “El bulbo del tulipán”, “Muerte por agua” y “Un niño albino cruza la calle”. La primera sección responde a uno de los principales tópicos de la autora, lo amoroso y el erotismo, asuntos que conforman El filo…, Una flama de seda… y, en parte, Material... Sin embargo, a partir de esta panorámica nos percatamos que Material… se erige como una especie de teoría de lo amoroso y de la existencia, es decir, de aquel magma profundo que guía la poesía de Cantú.
Material… es un ejercicio científico-poético donde se observa y reflexiona sobre un objeto de estudio conformado por las pulsiones señaladas. En esa vía, por supuesto que hay medida para tazar lo subjetivo: donde la ciencia termina, entra la poesía, como lo sugiere Cantú en un poema del citado volumen que por cierto abre Un niño… a modo de declaración de principios: “El asunto de la medición es una constante entre los científicos. Esto no se refiere, (…) a la organización de datos de acuerdo a una escala, sino a la observación. La concentración, (…) la intensidad de la mirada es lo único que puede conducir a algún tipo de revelación. (…) Eran datos científicos, lo sé, pero todo el tiempo sentí que hablaba de poesía”.
Por su parte, los asuntos amorosos se despliegan en la primera sección de Un niño… tanto en lo cotidiano: la primera mirada y su brillo, la angustia del encuentro, el postergamiento, la presencia de lo deseado en el entorno, como en una hondura metafísica que se pregunta por el sentido de lo vivido. Y es aquí donde se observa esta índole existencial vertida ante todo en Naturaleza… que, en Un niño…, trasciende el tiempo y el espacio.
En la siguiente sección predomina el tono reflexivo de Naturaleza…, el cual, en este ámbito albino, se desarrolla en torno a la incertidumbre que implica el paso del tiempo, las ausencias y una percepción de la nada como respuesta. Así, nuevamente, los textos pertenecientes a Material… incluidos en el apartado, nos brindan el eje científico que signa la poética de la autora: “Pensé en el agua detenida hecha hielo, (…) Se trata de una suspensión (…), de una especie de muerte limpia y transparente./ Un estado temporal como el de la noche (…) que perderá la batalla ante la luz y la temperatura”. De esta manera, los asuntos amorosos de los poemas de Al filo…, El efecto y Una flama… tomados en cuenta para esta sección, adquieren una dimensión más introspectiva que deviene en una reflexión de vida y en un magma interior que no deja dormir a la voz poética.
Y ya que hablamos de insomnio, tema en la obra de Cantú, éste se despliega en la última parte del libro, conformada por el poema homónimo e inédito que le da título al volumen, “Un niño albino cruza la calle”: “El insomnio es un parásito que se instala en el cuerpo/ un artefacto frío que me lanza picotazos”.
Insomnio que alimenta la profundidad de ese río magmático que signa esta obra, por lo que no es extraño que este poema cierre esta relectura ya que concreta el sentido unitario de las temáticas desarrolladas. Por lo mismo, es consecuente que este poema sea inédito dado que los demás textos no publicados e incluidos en el volumen también son bisagras de unión que dan sentido, unifican, enlazan esta poética, en tanto contienen la fuerza de los asuntos atendidos por la autora: el fuego que no se apaga, el fuego que trasciende en el tiempo y el fuego frío que vacía la existencia.
Un niño albino cruza la calle constituye una poética fina que involucra la mirada objetiva del observante, pero sobre todo la mirada interior del poeta, frente al magma-pulsión que lo vulnera, ante una existencia extraña que siempre está a punto de disolverse en el agua del tiempo. Un volumen que, aun sin los referentes bibliográficos de la autora, nos destaca la esencia de una obra y le confiere otra magnitud.
RP