Ya de mi ardor la ceniza sincera
resoplo terco por tus celosías:
por todo premio de las ansias mías
la tralla, de las preces compañera.
Su lumbre lame, dueña placentera
que refocílase en iguales días
y alegra convulsivas alegrías
del talle, el monte, la comarca entera.
Nada más tú mi exaltación conoces,
por más que el alma me flagele ardiente
el débil dorso y den al celo voces
las efusiones, aunque eternamente
al restañarlas asperjan veloces
el azulejo de la exangüe fuente.
ÁSS