Hemos asistido, en fechas recientes, a numerosos happenings de artistas que toman la calle espontáneamente para realizar murales efímeros en protesta por la clausura de algún recinto cultural independiente o en defensa de determinada causa, entre ellas el derecho a manifestarse libremente.
El domingo 29 de mayo pasado se vio a 26 artistas trabajando al aire libre, en pleno Centro Histórico. Todos ellos profesionales de las artes gráficas, maduros y jóvenes, entintaban bajo el sol del mediodía sus placas de madera previamente diseñadas, hasta que llegó a la Plaza Santo Domingo una aplanadora urbana de asfalto, rentada exprofeso en Tláhuac, conducida por un joven operador y supervisada por un mecánico, para imprimir en vivo un mural colectivo de 50 metros de largo. Toda una aventura (incluso para los técnicos acostumbrados a arreglar baches) filmada por un dron que sobrevoló la vialidad cerrada para tal efecto y convertida en alegre escenario comunitario.
En esta ocasión, los creadores no actuaron por iniciativa propia. Respondieron a una invitación del Palacio de la Escuela de Medicina (UNAM) y del Museo Nacional de la Estampa (INBAL) para incitar a una reflexión acerca de la crisis ecológica del planeta. Con coherencia, se escogió como matriz de las 27 estampas un material no contaminante: placas de madera conglomerada MDF de 120 x 80 cm, un soporte dúctil y maleable con la gubia; lo mismo ocurrió con la tela en que se transfirieron: una manta de algodón comprada en Junco.
El tema del medio ambiente no es nuevo. Su presencia se ha recrudecido en el arte que tiende a argumentar en torno a problemáticas políticas y sociales que parecen no tener solución a mediano ni a largo plazo. Hoy está en vigor esa conexión entre la expresión artística y cuestiones más amplias que promuevan la participación y la expansión de redes de acción. Lo interesante de este proyecto titulado “Grabado en el ambiente: 26 artistas frente a la crisis ecológica del planeta” estriba desde luego en la respuesta solidaria de tan nutrido contingente, y a la par en la pragmática pública que idearon los organizadores, en particular Mónica Espinosa, ya que esta alternativa permite dar acceso fácil, gratuito e inmediato a la creación artística para transeúntes que la presencian “en caliente”.
En esa inusitada jornada cultural colaboraron una mayoría de veteranos, algunos activistas como Gabriel Macotela, Antonio Ortiz “Gritón”, César Martínez y Demián Flores, y otros francocorredores como Alberto Castro Leñero, Luciano Spano, Óscar Ratto y Magali Ávila, lo mismo que docentes de la Facultad de Artes Visuales y de la Esmeralda (Patricia Soriano, Silvia Barbescu, Arturo Rodríguez Döring, etcétera).
Actualmente lo que más escasea en México son espacios para talleres y para ensayos. El evento colectivo de la Plaza Santo Domingo me recordó la modalidad del coworking, que habilita espacios de trabajo rotativos y que van adoptando museos de avanzada en otros países, sobre todo para la oferta de residencias artísticas. Menos formal y más estimulante, da a compartir un sitio para quienes no tienen oportunidades, conexiones, financiamiento o locales adecuados donde producir o, en el caso de las artes escénicas, ensayar. Con ello, se apoya el desarrollo y la promoción de autores emergentes y se facilita la convergencia de disciplinas (artes visuales, danza, música y ritmos urbanos, cine, etc.) así como la investigación y la experimentación. A mi parecer, esto fue lo que logró “Grabado en el ambiente”: una polivalencia creativa, una incidencia en la interacción de artistas y públicos fortuitos.
Sería bueno que la noción del “artista trabajando” se convirtiera en un plato fuerte de la gestión cultural institucional, y rebasara su actual práctica independiente. La panorámica creativa de “Grabado en el ambiente” se benefició de la intensa circulación peatonal, abrió a la vista de todos el proceso de creación y ofreció una experiencia flexible y convivial a los artistas. ¿Cuál es el destino de la obra final: las dos telas de 50 m de largo impresas de manera colectiva y las 27 placas producto de su trabajo individual? Bajo los auspicios de la UNAM, las telas y las xilografías están montadas ahora en el Complejo Cultural Los Pinos y se mostrarán en el Palacio de la Escuela de Medicina y en el Faro Cosmos con motivo del “Día del grabador”, el próximo 15 de julio. Posteriormente, se planea imprimir las xilografías en papel para conformar una carpeta de la que se obsequiará un juego a cada participante. Las telas permanecerán en manos de la UNAM para presentarse en una exposición permanente.
Dicho sea de paso, ganaría mucho en dar mayor difusión a sus actividades el Corredor Cultural Autonomía que ⎯lo ignoraba yo⎯ está integrado por el Palacio de la Escuela de Medicina, Difusión Cultural de la Escuela Nacional Preparatoria, el Museo de la Mujer, el Palacio de la Autonomía, la Antigua Academia de San Carlos, el Palacio de Minería, la Casa Universitaria del Libro UNAM, el Museo UNAM HOY y la Sinagoga Histórica Justo Sierra.
AQ