Antes que nada, El hombre mal vestido (Almadía) es una novela de personaje: Esteban Arévalo, desaliñado y con apariencia de pordiosero, paseante sin rumbo por las calles de Tacubaya y la colonia Escandón, sin oficio y, sobre todo, sospechoso de al menos ocho asesinatos. No es un personaje sin atributos. Al mismo tiempo que intenta comprender su lugar en el mundo, y mientras diserta sobre la preeminencia de la mente sobre el cuerpo, se alimenta de una inocencia que hace parecerlo irremediablemente vulnerable.
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Después de todo, El hombre mal vestido es una novela sobre el oficio de narrar una vida escurridiza. Es decir: sabemos de Esteban Arévalo por la voz de un testigo que interroga, escudriña y se compromete en vano a descifrar los actos y pensamientos ajenos. Ese narrador se llama Blaise Rodríguez y no tiene empacho en conjugar la sofisticación y la mala sangre, la admiración y el desprecio por lo que carece de autenticidad.
Mal haríamos en creernos delante de un thriller policiaco. A una trama posible de policías y crímenes sin resolver, Guillermo Fadanelli contrapone una indagación en el sentido filosófico del término. ¿Quién es el hombre mal vestido? ¿A qué impulsos responde? A medida que leemos y somos testigos de una serie de actos en apariencia absurdos, caemos en la cuenta de que ese hombre podría ser una fantasmagoría que se resiste a caer en las redes de la lógica y a pertenecer a la realidad de quienes cumplen un horario, fundan una familia, beben los fines de semana y se mueven siguiendo un propósito.
Al tiempo que narra, ese otro enigma que es Blaise Rodríguez (apenas entrevisto, a no ser por sus palabras) reflexiona sobre el azar, sobre los muchos otros que habitan en un individuo, sobre la justicia y la derrota que trae consigo la aspiración de conocer a otro ser humano. Aun en los momentos en que registra los actos más nimios de su personaje, no deja de componer una visión del mundo.
Philip Roth ha definido a la literatura como una fulana capaz de meternos y a la vez sacarnos de un lío. Guillermo Fadanelli sólo se muestra interesado en la primera mitad de esa máxima: si para algo sirve la literatura es para meternos en problemas y dejarnos con ellos, atónitos e indemnes.
El hombre mal vestido
Guillermo Fadanelli |Almadía | México | 2020
AQ | ÁSS