Ya lo dijo Heráclito de Éfeso con atinada precisión: “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. La frase, aplicada a los enseres de la lectura, significa que cada experiencia será distinta en función de las circunstancias —sociales e individuales— desde las que se ejecute. Para Isabel Zapata (Ciudad de México, 1984), reeditar uno de sus libros significó algo más que un retorno: fue la posibilidad de volver al registro de sus inquietudes literarias más arraigadas.
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Originalmente publicado en 2019 por la editorial Argonáutica y la Universidad Autónoma de Nuevo León, el libro de ensayos Alberca vacía ha vuelto a las estanterías y a las mesas de novedades en una edición ampliada a cargo del sello Lumen. No obstante, los tres años que separan a ambas publicaciones parecen asumir la longitud de los siglos a causa de la pandemia global de covid-19. Ese tiempo entre paréntesis le permitió a Zapata repensar sus tópicos.
“Pienso que los temas que trata el libro son inagotables: los animales, las albercas vacías, la fotografía… Son temas en los que no he dejado de pensar”, explica la escritora mexicana en entrevista con Laberinto. “Para esta nueva edición, me encantó añadir algunas partes a los textos y añadir también ensayos nuevos. Es un libro que se presta a la transformación. Yo creo que no voy a terminar de escribirlo nunca”.
Vencer a la muerte
“Mi amigo Julián Meza decía que el número ideal de comensales en una mesa, en términos de conversación, es tres: con dos el diálogo se estanca y con cuatro se bifurca”. Este apunte pertenece a “Mi madre vive aquí”, el ensayo inaugural del libro. En él, Zapata discurre, entre otras cosas, sobre los métodos posibles para ordenar una biblioteca y sobre la marginalia de los libros y cuadernos que pertenecieron a su madre.
“Leer libros subrayados es conversar entre tres”, explica. “Para mí ha sido, además de eso, la posibilidad de escuchar a mi madre, que murió hace ya casi 20 años. Tengo muchos libros suyos que no he leído todavía; de repente abro alguno y encuentro cosas que no sabía de ella, anotaciones o notas al margen que pudieron haber sido hechas hace 40 años, pero para mí representan algo que me está diciendo en un presente constante”.
Gracias a esa trigonometría conversacional, Zapata consigue plantear, en una pregunta, la pulsión de Alberca vacía: “¿cómo conservamos lo que perdemos? Una de las maneras es a través de los libros subrayados”. Así, mediante el menos místico de los artilugios —la lectura—, Zapata conquistó la imposible tarea de transgredir la dimensión terrenal. “Leer los libros que mamá anotó es hablar con ella —escribe—, y la conversación es una forma del amor. Así fue como vencimos a la muerte”.
Escritora, traductora y editora, ha publicado los poemarios Las noches son así (Broken English, 2018) y Una ballena es un país (Almadía, 2019). Su vocación poética, sin embargo, no permanece confinada dentro de esas páginas. En cada uno de sus ensayos es posible advertir una deliberada intención sonora.
“Yo creo que hay una música en las palabras. En la poesía es muy evidente, porque los poemas son canciones por donde los veas. Pero incluso en la narrativa y en el ensayo hay música. Yo siempre recomiendo leer los textos en voz alta, porque eso revela una textura y una tesitura que no se puede percibir desde el silencio y en el papel. Entonces, siempre hago lo posible por encontrar esa música en las palabras”.
Su interés en la música —y, en general, en los fenómenos acústicos— excede la demarcación de las palabras. En Alberca vacía, Zapata dedica un texto a la sinestesia del compositor francés Olivier Messiaen y otro a lo que denomina “síndrome del oído irritable”. En este último, declara su impaciencia ante el imperio sonoro que nos circunda, siempre al acecho de nuestra capacidad de concentración. Difícil tarea, como lo es también, en esta época de sobreexposición mediática e incesante bombardeo de productos culturales, la lectura. ¿Cómo lidia Isabel Zapata con ello?
“Como lectora, intento ser muy complaciente conmigo misma. Leo lo que me gusta; lo que no, lo dejo. Trato de clavarme en los temas que me interesan: leo sobre maternidad, sobre animales… Me gustan mucho los autores franceses que exploran la memoria como invención y la autobiografía ficcionada, como Emmanuel Carrère o Annie Ernaux. Sobre todo, hago un esfuerzo constante —más allá de mis obligaciones como escritora, editora o crítica— por seguir leyendo por placer. Es fácil olvidar que es algo que nos gusta”.
Antes de concluir la charla, la escritora invita a Mario Benedetti a la tertulia. “Ahora es mal mirado citarlo, pero a mí me encanta el poema que habla sobre la defensa de la alegría. Ante un mundo tan jodido, tan lleno de malas noticias, en la literatura encuentro ese remanso que me permite decir: ‘voy a defender esa alegría y el deseo de leer lo que quiero leer’”.
Presentación de libro
'Alberca vacía' se presentará en la librería El Péndulo Roma, el 17 de octubre a las 19:00 horas.Participan Elisa Díaz Castelo, Jesús Silva-Herzog Márquez y la autora.
ÁSS