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Decía Italo Calvino que los clásicos son aquellos libros que nunca terminan de decir lo que tienen que decir. La obra entera de Elena Garro cabe en esa definición. Lo constatan su renovado esplendor, su vigencia y las copiosas páginas que se han escrito —y se siguen escribiendo— sobre ella. Gracias a esa condición transgresora, Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) ha podido establecer un diálogo intemporal con la autora de obras tan portentosas como Los recuerdos del porvenir y Un hogar sólido.
Cuando le propusieron escribir un texto breve sobre Garro, Barrera desconocía casi por completo esa literatura sugestiva y fascinante. Había leído un par de libros y había visitado la librería de Coyoacán que lleva su nombre, pero no mucho más. Se embarcó entonces en una investigación que pronto se revelaría tan demandante como tentadora. Quizás más de lo que ella misma había pronosticado.
Sabía, sin embargo, que sobre la vida de Elena Garro ya se habían escrito importantes y muy bien documentadas biografías. Por eso eligió una vía menos convencional. “Preferí concentrarme en las pequeñas cosas que se le pudieron haber escapado a estos fabulosos investigadores, pero que hablan mucho de quién era Elena Garro: pequeñas notas que estaban en sus libretas, garabatos, tickets de compras, pequeñas frases que se repiten en sus diarios y en su obra. Preferí enfocarme en esa historia marginal que en los grandes eventos de su vida”, explica en entrevista. El resultado de esa indagación es un libro titulado La reina de espadas (Lumen, 2024).
Una tarde veraniega, frente al gran librero que custodia la estancia principal de su departamento, Jazmina Barrera habla sobre las decisiones creativas detrás de su libro y su apuesta por una aproximación más bien experimental. Discute la influencia que tuvo la infancia de Garro en su obra, los silencios históricos que la acecharon e, incluso, habla de cómo el tarot se convirtió en un valioso recurso literario para llenar lagunas narrativas.
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La reina de espadas es un libro anómalo en tu bibliografía. ¿Cómo te aproximaste a la estructura del libro, más una libreta de apuntes que una biografía convencional?
El personaje era tan enorme y había vivido tantas vidas, que yo habría necesitado unos diez años para hacer una biografía total como estas que ya existen. Y también porque sentía que ya existían esos trabajos, ya hay muy buenas biografías, sobre todo desde el periodismo y desde la crítica literaria. Yo quería hacer un acercamiento personal y literario al personaje. Me imaginaba este libro como una serie de retratos de las muchas personas que fue Elena Garro, en donde la mirada y el estilo de quien retrata están muy presentes. Encontré inspiración en tres libros de autores franceses: uno de Pascal Quignard sobre Georges de La Tour, un libro de Nathalie Léger que se llama Sobre Barbara Loden y un libro de Marie Darrieussecq que se llama Estar aquí es espléndido, sobre Paula Modersohn-Becker. Ese acercamiento mucho más libre, que juega con el formato, era lo que yo quería hacer con este con este libro.
A propósito de esa libertad a la que aludes, pienso que este libro es también un experimento, una apuesta literaria.
Sí, me gustan mucho ambas palabras, porque se trataba de eso. Admiro mucho la versatilidad de Elena Garro, su capacidad para cambiar de formatos y registros, para incorporar el surrealismo, la novela negra, el realismo, la poesía… En La reina de espadas, el territorio que más me emocionó fue la biografía. Me permitió usar las herramientas literarias que encontré en su vida: juegos con el tiempo, con la memoria, cadáveres exquisitos, cartas astrales, lecturas del tarot. Todo eso acabó dentro del libro.
Es curioso cómo, siendo una persona comprometida con su tiempo y luchas sociales, Elena tenía también un universo de fantasía. Era un personaje ambivalente.
Totalmente. Ella decía que todo lo vinculaba con su infancia en Iguala. Creció con un padre que le leía clásicos y una madre que le contaba cuentos de hadas. Por otro lado, las personas del pueblo, los nahuas que trabajaban en su casa y que cuidaban de ella y de sus hermanos, la sumergieron en un mundo de leyendas, una cosmovisión y una forma de hablar muy distinta. Los juegos con el lenguaje y con las palabras parten de ahí. A partir de ese momento de su vida podemos explicar muchas cosas: su interés por las comunidades rurales en México, por los campesinos, por sus luchas y ese mundo del pensamiento mágico que está muy presente en su obra, pero también en su vida y en su manera de aproximarse a la realidad.
En La reina de espadas vinculas la obra de Garro con su vida, algo que un historiador quizás no se permitiría, pero que en un libro como éste no sólo es permisible sino enriquecedor.
Por supuesto, entiendo la polémica, pero para mí era evidente que sus libros son muy autobiográficos. Ella misma lo decía, aunque criticaba las lecturas biográficas simplistas. Sabía muy bien que, al escribir, el material que viene de la vida, de la experiencia o de la memoria, se transforma inevitablemente. Es una materia prima con la que las escritoras esculpimos y moldeamos. Me pareció enriquecedor conocer su obra para entender su vida y viceversa. Quise dejar evidencias y que los lectores decidan.
Da la impresión de que tu libro está planteado como un rompecabezas al que le faltan piezas deliberadamente.
La historia de Elena está llena de silencios: de una época en la que a las mujeres se les invisibilizaba, de la represión de los gobiernos con los que convivió, y de su propia vida.Hay páginas arrancadas, manuscritos desaparecidos, archivos clasificados, testimonios que han ido saliendo a la luz, pero que por mucho tiempo estuvieron ocultos.
Cuando tienes un archivo basado en hechos documentados, ¿cómo entra la ecuación tu instinto de narradora?
Siempre está ahí, llenando lagunas, conectando puntos, inventando lo que no puedes saber. Por eso, en los momentos de mayor incertidumbre, recurrí a cosas como el tarot o la lectura de las cartas astrales, no porque crea que hay una fuerza sobrenatural que tiene las respuestas, sino porque funcionan como espejos que te devuelven nuevas perspectivas. Es lo que hace el azar. Por eso me permití incluir mis sueños y esa pequeña trama sobre la relación que se desarrolla entre su fantasma y yo, pues da cuenta de un diálogo intergeneracional, de la mirada que tenemos quienes crecimos con el feminismo de las mujeres de su época. Cómo vemos y cómo construimos a estas ancestras, cómo dialogamos con ellas. De eso se trata.
Aludiste al azar. Hay una frase francesa que dice “Le hasard fait bien les choses” (El azar hace bien las cosas). Pienso que aplica a la historia de Elena.
¡Sí! Muchas cosas en el libro suceden por azar. Encontré a mis antepasados en la historia de Elena, hallé archivos justo cuando otros investigaban. Claro que todo eso podría ser simple coincidencia, pero cuando uno le da sentido, se hace literatura.
Hablaste sobre la materia prima y cómo se transforma cuando pasa por la pluma de una autora. Tus libros previos beben de esa materia. ¿Cómo convivieron esas otras facetas de Jazmina, la autora, la mujer de familia y el individuo?
Era complicado porque, por un lado, sabía que estaba llevando esto muy lejos. Eso me obligó a dejar de lado otros proyectos, incluso a gastar dinero que nunca voy a recuperar. Determinar los límites siempre es difícil. La vida de Elena es un universo tan grande, que puedes pasar tu vida entera escribiendo sobre ella. Además es una historia que sigue viva: siguen apareciendo testimonios sobre ella, se publican relatos inéditos, siguen trabajándose los archivos de Octavio Paz… Es un universo que se expande hacia todos lados. De pronto ya no solo estaba leyendo a Elena Garro, sino a sus amigos, sus amantes, los libros de Octavio Paz… Fue difícil darlo por terminado.
¿En algún momento tuviste la sensación de estar frente a un desafío irrealizable?
Sí, sin duda. Una vez me encontré con Sara Uribe, que hace poco escribió un libro impresionante sobre Rosario Castellanos. Una biografía extraordinaria con unas ilustraciones muy bellas de Verónica Gerber. Y me dijo: “¿Te das cuenta de la responsabilidad que tenemos al abordar a estos personajes? Hay que contar su historia bien, hay que decir la verdad sobre ellas”. Recuerdo que me aterré. Le dije: “¡No, Sara, yo estoy escribiendo sobre sus gatos, yo no quiero tener esa responsabilidad!”. Por eso decidí no enfocarme en eso. No creo haber hecho ningún aporte fundamental a la historia de Elena Garro. Preferí concentrarme en las pequeñas cosas que se le pudieron haber escapado a estos fabulosos investigadores, pero que hablan mucho de quién era ella: pequeñas notas que estaban en sus libretas, garabatos, tickets de compras, pequeñas frases que se repiten en sus diarios y en su obra. Me enfoqué en esa historia marginal y no en los grandes eventos de su vida.
Habiendo estudiado la vida y la obra de Elena Garro, ¿qué crees que significó la vida para ella?
Yo creo que fueron tantas las vidas que vivió, que es difícil responder a esa pregunta. Por un lado, fue un sufrimiento constante en muchos momentos de su vida, una lucha incesante. Por otro lado, fue una mujer que supo disfrutar lo que le tocó disfrutar. Fue muy afortunada también. Así como tuvo muy mala suerte en algunos momentos, también vivió en una cantidad enorme de países, conoció a personalidades fantásticas. Le tocó vivir un momento explosivo en la historia cultural del siglo XX y supo aprovecharlo. Disfrutó de la escritura hasta el final e incluso en los peores momentos la aprovechó. Siempre tuvo por lo menos un gato a quién querer y ese sentido del humor que para mí es tan delicioso. Eso es lo que le aportaba luz al relato tan trágico de su vida: su capacidad creativa, su sentido del humor, su fantasía… Todo eso salva su historia de ser una tragedia absoluta.
ÁSS