¡Escucha, atroz pirámide del mar!
¡Responde a los chillidos de las aves!
¿Cuándo el torrente arrebujó tus hombros?
¿Cuándo del sol huyó tu vasta frente?
¿Desde cuándo la fuerza te ordenó
subir del hondo sueño al aire inmóvil?
¿Duermes en el regazo de relámpagos
o en haz solar o bajo grises nubes?
No me respondes, porque muerta sueñas.
Tu vida tiene dos eternas nadas
—una, en los vientos; la otra, en los abismos;
al principio, ballenas; al fin, águilas.
Hundida estabas y un temblor te alzó,
otra fuerza no irguió tu enorme masa.
Traducción:Víctor Manuel MendiolaRevisión: Eva Cruz
AQ