En la oscura libertad de cada conciencia habitan un santo y un traidor, un asceta y un libertino, un astuto y un necio, un amigo y un adversario. Judas (Jus, 1998) del escritor, teólogo y activista social franco-italiano Lanza del Vasto (1901-1981) es una novela de penetración psicológica e imaginación poética que ahonda en los motivos del apóstol rebelde para traicionar a Jesús.
No son pocos los escritores modernos que han buscado indagar el “misterio de la traición”, desde Thomas de Quincey hasta Amos Oz pasando por Jorge Luis Borges. En el caso de Lanza del Vasto, esta inquisición, coronada prodigiosamente en una gran novela, tiene menos de ejercicio literario y más de búsqueda y conversión personal, de tal modo que este libro, escrito en 1934, fue el debut y (por desgracia) despedida de la narrativa del ilustre peregrino.
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La escritura de Judas puede verse como parte de un autoexamen y una graduación y, en adelante, el camino de Lanza del Vasto se orienta definitivamente hacia una recuperación de lo humano en el retorno a la vida sencilla, el trabajo manual, la unión en comunidad y la transformación no violenta de la sociedad. En la versión de Lanza del Vasto, Judas, bastardo de la ciudad de Iscariot, es adoptado por un comerciante rico y piadoso. Sin embargo, Judas busca algo más difuso y absoluto que la riqueza. A Judas no lo satisface ni el exceso carnal, ni la mortificación, ni las suntuosidades, ni la renuncia, ni la especulación, ni la contemplación. Por eso, se convierte en un feligrés inconformista que sigue, primero, la palabra profética de Juan el Bautista.
Cuando es marginado de las filas del Bautista, Judas se solaza con los más extremos placeres que puede comprar el dinero de su padre y, luego, hastiado del lujo, mendiga en un burdel. Hasta que, entre intrigado y celoso, oye hablar de Jesús y se suma a sus adeptos. Su unión con el profeta nazareno no alivia su insatisfacción y sentimiento de aislamiento, Judas se siente desdeñado y experimenta amor, pero también una profunda envidia, tanto por los dones del maestro, como por su hosca sabiduría. Sin embargo, el mayor rencor a su mentor proviene de la veneración que le profesan los demás apóstoles y, sobre todo, la prostituta redimida, María Magdalena.
Por lo demás, a Judas le parece que, a menudo, el mensaje de Jesús es inextricable y contradictorio y que desperdicia sus milagros alimentando una fe para seres simples y desesperados.
Escrita en un momento personal determinante y, acaso, auténtico exorcismo, Judas, el apóstol traidor, representa, para el creyente Lanza del Vasto, la búsqueda vana de significado en lugar de la rendición ante el enigma que implica la fe. Judas, con sus miedos, su sobrevaluación de la inteligencia y su soberbia resulta, para este escritor en busca de certezas, una imagen reveladora de la deriva espiritual del individuo contemporáneo y del puñado de personajes contradictorios que se agitan en el interior de cada conciencia.
ÁSS