Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque (Random House, 2024) es el volumen con el que Martín Solares finaliza la trilogía protagonizada por el detective Pierre Le Noir, que incluye Catorce Colmillos (2018) y Muerte en el jardín de la luna (2020).
La aparición de un fantasma aterrador, una serie de asesinatos calculados y misteriosos de miembros del Clan de la Magia y la desaparición de una maga, amiga muy querida del joven detective Pierre Le Noir, miembro de la Brigada Nocturna ⎯división de la policía francesa encargada de perseguir crímenes imposibles de resolver mediante explicación racional⎯, dan inicio a la trama en la que se conjugan lo sobrenatural con la investigación policial en una sociedad parisina influenciada por el surrealismo, corriente liderada por el poeta Andre Breton, y la novedosa publicación de su Manifiesto surrealista.
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La novela se sitúa en una Francia de 1927 marcada por hechos insólitos: apariciones extrañas, castillos embrujados, talismanes mágicos. Y en un país invadido por asesinos bien entrenados que atacan civiles. El mundo real y el fantástico son como líneas paralelas que en algún punto incompresible se cruzan dando origen a sucesos irreconocibles para el sentido común. Es en este contexto, que el detective Pierre Le Noir debe sumergirse en una investigación para dar con el paradero de su amiga lo antes posible, pues cada minuto cuenta.
Tanto la Brigada Nocturna como el mismo Le Noir, quien no ha escatimado esfuerzo en hallarla, la relacionan con el grupo controversial de artistas y suponen que la vida de Mariska, maga suspicaz a quien el detective nombra como “su amada”, corre verdadero peligro.
Aparte de ciertas habilidades paranormales, Le Noir posee determinación, valentía y una pistola 38 en el saco. Es nieto de Madame Palacios, legendaria maga y adivina respetada en París por el gremio policial, quien antes de morir le regala un poderoso amuleto para su protección: El Fuego del Nilo.
Como agente encubierto, Le Noir viaja en tren de París a los acantilados de Normandía ⎯lugar de cementerios marinos, viejos campos de batalla, y bosques densos y oscuros⎯ para hacerse pasar por un reportero belga enviado a escribir un artículo sobre el poeta André Breton, pero cuya verdadera misión es infiltrarse entre los poetas más escandalosos de Francia, los surrealistas, reunidos en el castillo del siglo XVI Manoir D'Ango. La región normanda en la que se encuentran tiene el magnetismo para atraer a gente extraña y provocar cosas raras, de manera que los sucesos aterradores se potencializan.
Con un estilo directo y ágil, Martín Solares atrapa a los lectores gracias a su dinamismo narrativo, el buen manejo de lo extraordinario, y el interés que suscita el estrafalario anecdotario de los surrealistas del cual el autor es gran conocedor. Solares dota a su pluma de notas mágicas y construye atmósferas bien logradas, que contribuyen a la sensación de sacar los pies de la realidad para llevarlos a campos donde la imaginación trastoca nuestra concepción del mundo.
La novela reproduce las actividades subversivas de muchos de los artistas surrealistas, principalmente de Breton, Aragon y Éluard: las trifulcas que armaban, los escándalos públicos cada vez más violentos ⎯con insultos a escritores y pintores pertenecientes a otras corrientes artísticas⎯ y los agravios y hasta golpes a curas y militares que creían en la noción de “Patria”. También recuerda que estos tres cabecillas fueron una vez estudiantes de medicina reclutados por el Ejército en la Primera Guerra Mundial, y que, a falta de medicamentos en el hospital psiquiátrico, Breton aprendió a hipnotizar para atenuar el sufrimiento de los soldados malheridos.
Martín Solares, experto en la novela negra ⎯heredero de las técnicas de Dashiell Hammett⎯ y estudioso de los procesos artísticos, aprovecha la trama para mostrarnos la pasión de estos singulares hombres por sus ideas. Especialmente en cuanto a la poesía, el amor, la libertad y la imaginación.
Agregan color a la historia, las mujeres extravagantes ligadas a los surrealistas: artistas, novias y parejas, que viven con ellos estas experiencias singulares en los bosques de Normandía, donde los lugareños se caracterizan por ser desconfiados. Y aunque los surrealistas tienen fama de machistas, el autor les da voz a estas mujeres y destaca sus puntos de vista, como cuando Dora, Maar, una talentosa fotógrafa, se defiende:
“Hey ⎯gritó Dora⎯. No solo somos musas, somos artistas también”.
Y es Elena Ivanovna quien describe a Breton de la forma más admirable: “…es la única persona que les ha hecho ver que la vida consiste en alcanzar los límites más lejanos de uno mismo en todas las direcciones posibles, antes de que la muerte los alcance”.
Paisajes sombríos, comida y bebida deliciosas, avistamientos sorprendentes, leyendas de personajes medievales, enriquecen la trama de Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque. En un punto de la historia, el joven detective Pierre Le Noir reflexiona sobre las personas que crearon el surrealismo, vigente hasta hoy, ya que seguimos bajo la influencia de sus poemas, relatos, pinturas, esculturas y películas. Y se pregunta: “¿cuántas cicatrices no habría en el alma de quienes vivieron el horror de la guerra?”
Quizás al terminar la lectura de Cómo vi a la mujer desnuda cuando entraba en el bosque nos preguntemos si acaso no estará a punto de estallar una nueva corriente artística como reacción a la terrible violencia que afecta a México y a otras regiones del mundo. Y si así fuera, ¿qué clase de corriente sería?
AQ