La Catedral Metropolitana, a la espera de su tragedia

Casta diva

Desde el Zócalo se ven las grandes ramas que crecen encima de las cúpulas, que están rompiendo las estructuras. ¿Qué están esperando para reparar ese daño?

Es inconcebible que una obra como nuestra catedral padezca ese abandono. (Foto: Octavio Hoyos | MILENIO)
Ciudad de México /

La fe construye al arte sacro, es la fuerza que levanta las cúpulas y que hace interminables las columnas que las sostiene. Ken Follett escribió un pequeño libro sobre Notre Dame basado en su novela Los pilares de la Tierra, para donar las regalías para su reconstrucción. En la investigación para escribirlo, conoció las grandes catedrales de Europa. En todas, recuerda cómo los trabajadores dejaban en el interior de sus torres, basura, restos de materiales de reparación y colillas de cigarros, y pensaba que esos desperdicios un día provocarían una desgracia.

Las catedrales antiguas son obras de arte, están realizadas por artistas y artesanos, las esculturas y capiteles, los murales y pinturas de los altares. La obra no concluye con el edifico, le mandan escribir música coral y conciertos, la atmósfera es una obra de arte, lo que se escucha y vemos, la luz del sol que se filtra por los vitrales de colores, y entendemos que el camino del misticismo inicia en los sentidos. La catedral de Notre Dame fue incendiada por la negligencia y la irresponsabilidad humana, es una pérdida irreparable para la Historia del Arte. Hoy no existe esa decisión de construir la devoción en la Tierra, y la devoción al arte.

La Catedral Metropolitana de la Ciudad de México está esperando su propia tragedia, el revanchismo no da espacio ni para el arte ni para la protección de obras maestras irrepetibles. Desde la plaza del Zócalo se ven las grandes ramas que crecen encima de las cúpulas, que están rompiendo las estructuras, el despedazamiento de las piedras de sus torres, las ventanas arqueológicas del piso están invadidas por vegetación. ¿Qué están esperando para reparar ese daño?

La pérdida de Notre Dame le enseñó al mundo que el arte verdadero es insustituible, que no se hace con tecnología, se hace con la voluntad humana, cuando hicieron estas catedrales había voluntad de hacer arte, ahora hay voluntad de hacer dinero, de pagar arquitectos estrambóticos que no piensan en la misión del recinto, piensan en hacer negocio con materiales y constructoras.

Es inconcebible que una obra como nuestra catedral padezca ese abandono, si en esta época no pueden hacer bien un centro comercial y las obras públicas quedan a la medida de la mediocridad imperante, qué van hacer si esta catedral se viene abajo, no hay elementos humanos ni tecnológicos para reconstruirla.

El abandono de estas obras es consecuencia del desprecio generalizado que hay por el arte y la cultura, creen son un lujo prescindible y quedan fuera de la agenda política. De esos miles de millones que van a gastar en el Orozco Park, podrían destinar un poco para reparar la Catedral Metropolitana, que es más valiosa que todo ese proyecto.

ÁSS

  • Avelina Lésper

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