Los gemelos Igor y Grichka Bogdanov fallecieron recientemente a la edad de 72 años. Los polémicos hermanos fueron presentadores y productores de televisión, escritores, divulgadores de la ciencia y, sin duda, celebridades excéntricas en Francia. Estos paladines de la ciencia no estaban vacunados contra covid-19 porque no creían en las vacunas y fallecieron ambos, víctimas del virus, con tan solo seis días de diferencia. Ahora se los recuerda como personajes mediáticos que se transformaron físicamente con cirugías plásticas en una lucha extrema contra la vejez que los llevó a niveles de monstruosidad; misma que, por cierto, también supieron explotar entre sus admiradores. Se los rememora como divulgadores de la ciencia que rápidamente incursionaron en pseudociencia y charlatanería en busca de fama y dinero.
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Sin embargo, la aportación más memorable de los controvertidos gemelos podría ser la de auténticos representantes del caso Sokal en la Física Moderna, ya no como experimento, sino como verdadero engaño. Si ya eran unos mercaderes del fraude, la mentira y el espectáculo, no sería extraño que su breve paso por la actividad científica estuviera también marcado por la falsedad.
Los Bogdanov fueron duramente juzgados por la comunidad académica como el equivalente en las ciencias duras, del caso Sokal en las ciencias sociales.
Para los que no recuerdan les diremos que Alan Sokal es un físico neoyorquino que se propuso hacer el experimento académico que pusiese a prueba el nivel de rigor que existe en los proyectos de investigación en ciencias sociales y humanidades.
En mayo de 1996 el físico Alan Sokal publicó un artículo en la revista académica Social Text. Escrito en tono grandilocuente, con un desplegado grandioso de citas y pies de página; en la mejor jerga posestructuralista, pero con el curioso detalle: se trataba de texto sin sentido, con frases construidas al estilo posmodernista que asegura que las leyes naturales son una construcción social y lingüística. Afirmaba la necesidad de crear una matemática emancipada y una ciencia liberada de las ideologías y el poder, concordaba con la postura imperante en el círculo de intelectuales, sociólogos, historiadores y filósofos que cuestionan la existencia de la realidad y la objetividad de la ciencia mientras delatan la tiranía de una verdad absoluta que no podemos seguir aceptando.
Sokal expresó en ese artículo su simpatía con los humanistas posmodernos que han descubierto sexismo, racismo, colonialismo y patriarcado en las conclusiones científicas y la ley de la gravedad. Que denuncian la pretensión científica de buscar la verdad y consideran que es solo un sistema de creencias, una narrativa equivalente a la religión, a los mitos seculares y a todo lo que se le vaya ocurriendo al hijo de la vecina.
En su artículo, Sokal exponía que la teoría de cuerdas confirma al posmodernismo. Decía también que las nuevas matemáticas contienen ya el derecho al aborto y los teoremas de equivalencia en teoría de conjuntos no son otra cosa que la validación de una nueva sociedad libre del patriarcado. A pesar de ser un texto disparatado, el artículo fue aceptado y publicado por Social Text. Al instante, Alan Sokal publicó en otra revista del área. Lingua Franca, la explicación del fraude. Con esto quiso demostrar la caída de los estándares en la academia, la pobreza de las investigaciones en las ciencias sociales y humanidades que desprecian el valor de la evidencia y aceptan todo aquello que esté de acuerdo con la moda, la verborrea y las frases hechas, incomprensibles y sin sentido. Sokal concluía que sí un artículo así es aceptado por una revista prestigiosa de las ciencias sociales, qué podemos esperar del grupo de intelectuales que opinan que no existe la verdad sino “la verdad que nos funciona”.
El caso Sokal para algunos fue solo el síntoma de un posmodernismo enfermo, en una etapa final del agotamiento que de manera inevitable llega cuando no hay más límites al absurdo.
¿Pero qué ocurre en otras áreas del conocimiento?
Uno pensaría que las ciencias exactas quedan fuera de la tesis de Sokal bajo la presunción de que el método científico y el peso de la evidencia garantizan su salud. Sin embargo, la física moderna está llena de especulaciones y una buena parte del trabajo que se realiza ahora es enteramente imaginativo y hasta quimérico. Se habla cada vez con más libertad —¿o libertinaje?— sin la exigencia elemental de contrastar las ideas con la realidad.
La apertura a nuevas propuestas a veces sin fundamento, pero con una componente importante de arbitrariedad parece comenzar a dar lugar a que se presenten trabajos sin relación alguna con la fenomenología. “Física sin datos”, como a veces se dice. Los hermanos Bogdanov recibieron un grado de doctorado en Francia con lo que algunos consideran es solo un manojo de palabras sin sentido. Otros piensan que se corresponde con el promedio de las discusiones en el área más teórica de la física donde ahora se permite casi cualquier idea.
Que los gemelos sean la representación de Sokal en la física es algo discutible, lo que no es discutible es que el método científico ha sobrevivido los embates del pensamiento posmodernista para seguir siendo la mejor manera de aproximarnos a los fenómenos naturales, al estudio de su regularidad y permanencia para extraer de ellos una verdad universal y provisoria, derivada de la observación, la medición y la experimentación.