He bajado al jardín en mitad de la noche.
Como puntas de lanza,
las estrellas marcaban el asedio
lejano pero exacto del olvido.
Justo al salir al frío de los árboles,
un zorro, al verme, se ha quedado inmóvil
en el césped umbrío.
Tras mirarnos durante unos instantes,
ha tomado, sin prisas,
la parte más oscura del camino.
Sus ojos y mis ojos son un enigma idéntico.
He pensado que a veces yo también
entré en otro jardín atravesando
el césped una noche y con mis ojos
sorprendí otra mirada.
Algo se busca. Por lo que yo sé,
solo la dignidad.
La de la vida mientras se va yendo
hacia lo más oscuro del camino.
ÁSS