La utopía, esa pesadilla

Casta diva

"Todas las dictaduras han tenido pretensiones utópicas: el racismo nazi, el comunismo, las aspiraciones maoístas...", escribe Avelina Lésper.

El humanista inglés Tomás Moro retratado por Rubens en 1527. (Museo del Prado)
Ciudad de México /

El conocimiento en gran parte se construye con hábitos, con repeticiones que adocenan el pensamiento en una comodidad que no cuestiona, “demuestran su sabiduría memorizando”, dice Rafael, el marinero narrador de la Utopía de Tomás Moro.

El ideal de una realidad inexistente es una obsesión científica, detonador del progreso, es el destino de su trayecto. El ideal utópico es la proyección de una ideología, desde las primeras utopías, como la Biblia y el Paraíso o la Republica de Platón, llevan hasta el límite los preceptos de un sistema.

La adaptación del conocimiento deformó el concepto “utópico” en adjetivo y axioma, lo utópico es perfecto y no es así, perseguir una utopía provoca la deshumanización, es una aberración de la justicia.

En la Utopía de Moro, las ilustraciones son grabados de Hans Holbein, el mapa de esta isla ficticia es una copia de Inglaterra, con las anotaciones irreales de Moro. Los habitantes visten como ingleses del Renacimiento, para darle más veracidad, es un libro de viajes en el auge de los descubrimientos geográficos. Moro usa un recurso formidable, los narradores de viajes eran grandes mentirosos, lo podemos ver con los libros sobre la Nueva España, que ahora el patriotismo acusa de denigrantes, era parte de la tradición, mentir para vender, como sigue sucediendo, para eso es el arte, para eso son los libros, para inventar una realidad.

La Utopía es un compendio de abusos y violaciones de los derechos humanos, un libro catalogado como ejemplo del Humanismo propone, justamente, la deshumanización para alcanzar la felicidad. No es una ironía, como se acostumbra a leer, es una advertencia que se ha cumplido, todas las dictaduras han tenido pretensiones utópicas, el racismo eugenésico nazi, el comunismo, las aspiraciones maoístas, están prefiguradas en la novela.

En el primer libro, la discusión sobre el mejor castigo para combatir el robo, las propuestas violentas y las “benévolas” son igual de brutales, no hay salida, los seres humanos carecemos de vocación para la justicia, y la confundimos con venganza. Los grabados de Holbein de precioso dibujo, le dan credibilidad a la narración; si está dibujado el mapa, entonces existe, la complicidad del artista aportó ciencia a la mentira, el mapa hace tangible la propuesta de Moro. 

Los habitantes de la isla son felices y no hay problemas porque no existe la propiedad privada, todo, incluso las mujeres son de “uso” colectivo, las emociones no son un objetivo ni un obstáculo, simplemente no se plantean como parte de la existencia. El siglo XX puso en práctica muchas de esas ideas y de otras utopías y en todas, el ideal destruyó a los individuos.

Grabado de Holbein.


ÁSS

  • Avelina Lésper

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