“Laberinto” | Por Alberto Blanco

Meditaciones

Con esta entrega, comenzamos la segunda serie de “Meditaciones”, de Alberto Blanco, a quien agradecemos la generosidad de permitirnos compartir con nuestros lectores su más reciente trabajo poético.

Interiores del Templo de Santo Domingo, Oaxaca. (Foto: Carlos Bustamante)
Alberto Blanco
Ciudad de México /

Cada vez que visito Oaxaca

y entro al convento de Santo Domingo

me detengo a la entrada,

justo debajo del coro,

y contemplo el artesonado

donde un desbordante Árbol de Jesé

sobrepujado en oro

se ramifica del modo más caprichoso

hasta llenar todo el espacio posible.


Y entonces me digo:

“Que no se te olvide…

esto es lo que en México

se entiende por línea recta.”


No es solo el horror vacui

que caracteriza el barroco en todas partes,

y más aún el churrigueresco en México;

no es nada más la admirable

pericia e inventiva de los artesanos

dándose vuelo con su oficio;

Acaso es algo más…


Me parece estar viendo una radiografía

de la historia del país

y del modo de ser de gran parte

de los mexicanos.

Esto se puede constatar a cada paso

y en cualquier momento.

Así lo vio Italo Calvino cuando visitó Oaxaca:


“La profusión barroca de las frondas

es una redundancia aparente

porque el mensaje transmitido

está justamente en esa profusión,

y no se puede quitar o añadir una hoja

ni una figura ni un racimo”.


Y entonces me digo:

“Que no se te olvide…

tu país es un árbol de oro

en medio de la pobreza”.


Hay que aceptarlo: en México

la distancia más corta entre dos puntos

es siempre un laberinto.

AQ

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