• Las morras tumbadas: el ‘crush’ de tu ruca soy

  • En portada

Una nueva generación de mujeres subvierte las narrativas patriarcales de la música mexicana.

José Manuel Valenzuela Arce
Ciudad de México /

Las morras tumbadas se inscriben en una tradición musical de mujeres que prefiguraron cambios en las conciencias y la posición social desde rupturas factuales, deconstrucciones y apropiación de narrativas, discursos y canciones masculinas que históricamente les cosificaron. Las mujeres utilizaron cantorales para transformar el orden patriarcal anclado con insostenibles perspectivas misóginas y biologicistas, que naturalizan su supuesta inferioridad física e intelectual para producir y reproducir condiciones de desigualdad social. […]

Algunos corridos de las morras tumbadas enfrentan de manera explícita la violencia directa o simbólica que se ejerce contra las mujeres, desafiando los criterios machistas que tratan de justificarlos, y cuestionan la expresión límite de las violencias contra las mujeres que cobran forma en los feminicidios inscritos en la articulación de procesos de precarización de la vida que nutren y tapizan las necrozonas, sitios de extrema indefensión y vulnerabilidad donde ocurren los feminicidios. […]

Adriana Ríos interpreta “¿Dónde están?”, una canción dedicada a Marbella, una joven estudiante de derecho en Tijuana, víctima de feminicidio en 2020. “¿Dónde están?”, al igual que en “Ni una más”, de Ivonne Galaz, son expresiones tumbadas que denuncian el feminicidio, se conduelen con las víctimas, comparten el agravio y la rabia de miles de millones de mujeres que denuncian al feminicidio, la muerte sistemática, la misoginia desbordada que arrebata las vidas de miles de mujeres de manera artera e impune. “¿Dónde están?” describe la cotidianidad de muchas jóvenes que vivieron sus últimos momentos poco tiempo después de sentir el amor de sus familias y la calidez del hogar:


Era un día normal, común y corriente
Un día más en su rutina
Arregló su cabello en el espejo, se puso bonita
Dicen que era femenina
No sabía que ese último beso a mamá
Era tan especial, pues era de despedida
Porque alguien decidió por ella
Que ya no regresaría
(Ríos, 2019)

Después, aparece la angustia, el drama, la zozobra por la ausencia, la incertidumbre por no saber el paradero de las jóvenes, y se inician las búsquedas junto a la incomprensión social, la indolencia de autoridades que de manera automática culpan a las jóvenes de ser las responsables de su situación y banalizan los hechos con argumentos indolentes que incluyen que andan de fiesta, se fueron con el novio, vestían de manera provocadora, su reputación era cuestionable:

Siempre fue muy fan de las redes sociales
Y nunca imaginó que un día sería famosa
Y no por talentosa, sino porque su foto y descripciones
Estaban por todas partes
Empiezan las teorías de donde pudieras estar
Te fuiste con el novio, afirma la autoridad
Ya van más de tres días y les empieza a preocupar
Dicen que eras coqueta y que vas a regresar
Que te gustaba la fiesta, dijo alguna amistad.

El tiempo transcurre y el dolor aumenta, las madres, padres, amigas y familiares continúan buscando, no pueden abandonarla, no pueden. La esperanza de encontrarla es asidero de vida, pero el tiempo pasa:

Ya van más de tres días y nadie sabe dónde estás
¿Dónde estás?, te buscan en las calles
¿Dónde estás?, te buscan en hospitales
¿Dónde estás?, te buscan en la escuela
Te buscan en los bares
Y no van a encontrarte.

(Ríos, 2019)
Portada de 'Las morras tumbadas', de José Manuel Valenzuela Arce. (NED)

Finalmente, la noticia aparece derribando las esperanzas, asestando el golpe demoledor de la ausencia; golpes fuertes, tan fuertes “como del odio de dios”, que escribiera el poeta peruano César Vallejo, pero la avasallante vorágine patriarcal sigue su curso amparada en complicidades e impunidades, e inicia la búsqueda de otra joven desaparecida, y otra... y otra. Otros nombres con tragedias y destinos similares. Y todas pasan por las mismas fases de incomprensión, revictimización e impunidad:

Porque una nota de periódico expira
Pero una canción perdura
Que perduren sus nombres
Marbella, Ingrid, Fátima, Yissel, Diana
Alguien arrancó tu vida y a Dios quiso jugar
Te dijo: “tú eres mía” y eligió tu final
De la manera más cruel tu cuerpo quiso desaparecer
Serás otra historia, otro nombre que van a olvidar
Mientras que llega la chica nueva, eres el tema viral
Al cabo de unos meses solo tu familia te recordará
Como si fueras que ya están por encontrarte
Como el si fuera quien a punto de fugarse
Como si fueras que, que pronto en paz descanses
Como el si fuera quien es libre como ave
¿Dónde estás?, no estabas en las calles
¿Dónde estás?, no estás en los hospitales
¿Dónde estás?, no estabas en la escuela
No estabas en los bares
Y hoy estás debajo tierra

(Ríos, 2019)

Entre las nuevas expresiones de las mujeres en los corridos tumbados, destacan las canciones lésbicas de Michelle BI, quien construye narrativas de deseo, conquista y posesión muy similares a las utilizadas por los hombres. Michelle BI expresa de manera directa sus deseos y su condición de mujer deseante, dispuesta a vivir libre, fuera del clóset. Sin embargo, debe destacarse la reproducción de un posicionamiento cosificador similar al que utilizan las narrativas esencialistas y estereotipadoras masculinas que asumen que a las mujeres les gusta que las traten mal:

Le gusta que la trate mal
Le gusta que me la coma como animal
Es niña buena, pero la noche llega
Se va de fiesta y se empieza a calentar
¿Qué te parece si va?

(Michelle BI, 2023)

Las morras tumbadas redefinen la escena incorporando una perspectiva que se aleja de la posición masculina dominante, pero no rompe del todo con ella. Las tumbadas incorporan su autopercepción como mujeres chingonas, empoderadas e independientes, que reclaman y se posicionan en condiciones de igualdad con los morros; incluso, se asumen como superiores, pues ellos se quedan cabras al escuchar sus corridos. Las mujeres tumbadas rompen con los estereotipos masculinos dominantes sobre la mujer, mediante rupturas factuales y discursivas que rechazan su condición de mujeres trofeo dedicadas a la aprobación y disfrute de los hombres, tal como aparecen en muchos de los corridos elaborados por ellos. A pesar de las relevantes rupturas sociales que redefinen las lógicas de representación y poder de los hombres sobre las mujeres, las morras tumbadas lo hacen recreando aspectos importantes de esas mismas narrativas como es el hecho de recuperar una perspectiva diseccionada de mujeres reducidas a objetos para el disfrute sexual de los hombres, donde prevalece una de las figuras coloquiales desde las cuales las mujeres se refieren a otras mujeres como seres sexuales cosificados a quienes reducen a la condición de nalgas o culos, incluso en expresiones más “formales”, donde los vatos se refieren a sus novias con esas denominaciones, por ello, en el corrido “Vato”, Nxnni, afirma, retadora: “Dicen que a los culos no le hacen corridos, es lo que piensan y es porque no han visto el mío”. Al igual que los hombres, las morras tumbadas conforman relaciones cosificadas y construyen perspectivas aspiracionales de vida donde asumen que lo importante es “estar arriba”.

Se quedan cabras cuando escuchan mis corridos
Llego la niña pa’ enseñarle a los morrillos
Prendan la bocina pa’ empezar el ruido
Aquí no hay miedo a romperla como es debido
Se quedan cabras cuando escuchan mis corridos
Llego la niña pa’ enseñarle a los morrillos.

(Nxnni, 2023)

Existen mujeres tumbadas que no necesitan a un hombre a su lado para ser felices o para lograr la realización de sus proyectos, pues son mujeres autónomas que escapan de la sombra protectora de los hombres como única opción de seguridad o de realización. Ellas asumen su derecho a decidir con quién estar y con quién no están dispuestas a hacerlo, a pesar de convencionalismos sociales inscritos en el orden patriarcal; por ello, rechazan a quienes no llenan sus deseos o expectativas y no toleran malos tratos, vejaciones o agresiones, pues las mujeres tumbadas se dan a respetar:

Tú eres un don nadie y yo una cabrona
Pídele a tu madre volver a su lado
Que yo no soporto a su niño mimado.

(Ríos f . Bárbara, 2023)

Inscrito en los entramados digitales de las redes sociales, donde las nuevas tecnologías son potentes mediaciones de las relaciones humanas de producción de información, de verdades, fake news y producciones factoides, los corridos tumbados enmarcan y recrean las relaciones amorosas, al mismo tiempo que inciden en la definición de nuevas estructuras emocionales mediadas por la incorporación de mensajes publicitarios, discursos plagados de iconos e imposturas identitarias logradas desde la habilidad para utilizar Photoshop, la inteligencia artificial y la exposición de sus vidas en las redes sociales. Las y los jóvenes manejan nuevos códigos comunicacionales, así como dispositivos de control y poder sobre los procesos comunicativos que incluyen el derecho a decidir responder o no las llamadas telefónicas, el WhatsApp, bloquear o ignorar los mensajes, o bloquear, borrar o desaparecer de las redes sociales a quien se desee, poder de decisión asumida como dispositivo de definición, demarcación o ruptura en las relaciones amorosas, amistosas o de cualquier otro tipo (véase Utley García, 2024).

Quiero fumar, salir a bailar
Esta noche a todas voy a desbloquear.
Me puedes llamar, yo sin contestar
La estoy pasando leve con alguien más.
Un shot de tequila dándote pa´rriba
Esta noche yo te voy a olvidar
Barrida, cada vez está más rica...
Fumar, beber, con un tipo no me han de ver
Se apagó y lo volví a encender.

(Galaz, Domínguez, Estilo Sin Límite, Nxnni y Designo Celestial, 2024)

Al igual que los hombres, las morras tumbadas asumen, sin edulcoraciones, la opción de relaciones casuales como sustituto y remedio para el mal de amores, los desamores o los amores contrariados. Cuando son cortadas o bateadas, se curan en el refocile y una intensa vida sexual dibujada con escenas de fiesta que implican pistear, fumar y coger hasta la mañana. Las morras tumbadas se enamoran y padecen males de amores, sentimientos expresados sin tapujos en los corridos que cantan, pero también manifiestan formas de reponerse y resarcir los corazones rotos, endureciendo la piel y asumiendo sin ambages que son mujeres libres, que salen de fiesta y de “conquista”, pues no asumen el rol de las mujeres condenadas a quedarse en casa con la pata rota, mujeres escopeta: cargadas y arrinconadas, calladitas para verse más bonitas, aceptando la condición de sujetadas en el espacio privado. Las morras tumbadas escapan del estereotipo de la mujer sufridita que llora y se queda en casa. Las morras tumbadas son muy, pero muy cabronas, condición que aparece de manera clara en [el corrido] “La Cabrona” de Michelle BI:

Calladita funciono más
Ya viste soy una diabla
Para nada me haces falta
Y seguiré fumando de la verde
Me hace enloquecer
Y cada vez más me convence
Ando en mi trip y estoy mejor sin ti
Me la paso muy feliz
Mi punto G me hizo sentir.

(Michelle BI, 2021)

Las mujeres tumbadas saben estar solas y no necesitan la compañía de un hombre para seguir adelante. Saben sobreponerse a la ausencia o el abandono. Reconocen que están solas y asumir la soledad implica una condición de dignidad, de respeto, de autocuidado. Sin embargo, el sufrimiento está ahí, como las ganas de salir tras el sujeto que tanto daño les ocasiona, pero saben que deben renunciar a la tentación de buscarlo, que su seguridad le atemoriza y que resultan peligrosas para sujetos atrapados en masculinidades débiles que se alejan para protegerse, hombres débiles con mascaradas que tratan de ocultar sus características necias, egoístas, de apariencia galante, o la del inútil que escucha (aunque no quiera), a la amante desairada que se venga engañándolo tres veces: la primera por coraje, la segunda por capricho y la tercera por placer.

Me dan ganas de salir a buscarte
Pero sé que es un momento de arranque
Para ti yo me volví peligrosa
Soy una morra que sabe estar sola, sola, sola
(Hey)
Soy una morra que sabe estar sola, sola, sola
(Hey).
(Estilo Sin Límite, 2023)

La mujer que trabaja, la que salió de pobre, la que cumplió sus sueños y la que superó las adversidades, también puede convertirse en la buchona, la que se maquilla, la que usa ropa de marca, la bad bitch, rasgos que aluden a mujeres fuertes, valientes, guapas y con alta capacidad de consumo. Ellas son como la chingona ambiciosa de Riverside, que no claudicó a sus sueños infantiles y logró lo que se propuso con base en su esfuerzo y su talento, que empezó desde abajo y ahora está arriba.

Soy la chingona que salió de Riverside
La que siempre quiso más
A lo que me dediqué
Fue cumplir cosas que desde niña soñé, eh-eh-eh
Lo que tengo me lo gané
No por ser mujer fue que me le rajé
Y le chingué pa’ tener lo que soñé
Gracias a Dios que me cuidó
Y por el talento que me dio, oh-oh-oh

[…]
(Jenny 69, 2021)


AQ

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.