¿Alguna vez te han dicho vieja como insulto? ¿De manera despectiva?
Las viejas están asociadas irremediablemente con las brujas de los cuentos de hadas, las cuales siempre son malas y nunca jóvenes. Y también con el arquetipo colectivo de la madre de Carl Jung, la cual puede tener varias aristas: la madre amorosa y benévola, la abuela sabia, pero también la madrastra cruel, que nunca llega a aceptar del todo al hijastro/a y que se pasará la vida rechazándolo, o la suegra despiadada, que ve amenazada la relación con su hijo, por una extraña al grupo familiar.
Hasta el poeta polaco Tadeusz Różewicz tiene un poema sobre las viejas feas, porque desgraciadamente la noción de mujer vieja está irrevocablemente unido al concepto de fealdad en el imaginario colectivo. No pueden existir viejas bonitas o atractivas. Es natural, el paso del tiempo hace que la fuerza de gravedad sobre el rostro y el cuerpo ejerza su efecto, haciendo que la apariencia de lozanía y juventud se pierda. La piel deja de ser elástica, las canas aparecen en la cabellera y la mujer se transforma de objeto sexual en la mocedad, a desecho despreciable en la vejez.
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En una sociedad en la que se ha endiosado a la juventud, una mujer vieja no solo se vuelve invisible, sino objeto de repugnancia y, sobre todo, de aversión por parte de los varones. Además, sus tareas como ser biológico han terminado: ya no ofrecen placer sexual, ni pueden reproducirse, por lo que su utilidad en la sociedad se vuelve prácticamente nula. De esta manera, las viejas tenemos que ocultar nuestra existencia tras un velo que cada vez se vuelve más difícil y cansado de mantener: esconder las arrugas (con maquillaje, inyecciones o cirugías), las canas, (teñirse el cabello con tintes químicos que maltratan el cuero cabelludo y el pelo), un cuerpo que ya no es elástico, las ganas de tener sexo ( ridículas), las de tener un compañero, los rollitos, y como dice el monólogo de America Ferrera en la película de Barbie, es imposible ser una mujer: como si siempre tuviéramos que ser extraordinarias, o jóvenes en este caso, tienes que ser madre, pero también independiente, —sin embargo, a las viejas ya nadie quiere darles trabajo— nunca debes envejecer, y tienes que agradar a todos los demás, al costo que sea.
Pero, ¿acaso los varones no envejecen? ¿No encanecen y se arrugan? ¿En qué consiste el hecho de que a los varones no se les repela por envejecer y a las mujeres sí? ¿En qué se diferencia el juicio de la sociedad?
Es increíble la cantidad de dinero que las mujeres gastan en todo el mundo en maquillaje, productos para el pelo, tratamientos de belleza o intervenciones quirúrgicas para aumentar o reducir sus senos, sus glúteos, sus estómagos, mantener firmes el rostro, quitarse manchas de la piel o mantener sus cabelleras abundantes y sin canas, porque nunca tenemos el cuerpo perfecto, el vientre plano, los muslos firmes o el cuello impecable.
La batalla contra la edad es una batalla perdida. Nadie la gana, pero las mujeres la tenemos más difícil.
AQ