Los disidentes García Ponce y Monsiváis

Al margen

Ambos escritores compartieron un universo en el que las galerías, los libros, los amigos, las posiciones políticas y sociales formaban parte de un diálogo constante, no exento de momentos divertidos.

Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. (Archivo)
Alma Gelover
Ciudad de México /

Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Vasos comunicantes en el arte y la literatura es el nombre de la exposición sobre la amistad, la obra y las pasiones compartidas de los escritores que formaron parte de la llamada Generación de Medio Siglo o de La Casa del Lago, que tuvo lugar en el Museo del Estanquillo entre el 23 de diciembre de 2021 y el 24 de abril de 2022, en los momentos más dramáticos de pandemia de covid-19.

Esta exposición, curada por Ángel Aurelio González Amozorrutia, resultó concurrida y entrañable por varios motivos: por la calidad, el alcance y la admiración que despiertan el trabajo de Monsiváis y García Ponce, pero también porque, al recuperar el tiempo de su amistad, que comenzó en los años cincuenta y terminó con la muerte de García Ponce en 2003, recuperó el mundo de la cultura y el arte en esas décadas, sus relaciones con otros escritores y artistas, sobre todo de los de la llamada Ruptura: José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Vicente Rojo, Alberto Gironella, Arnaldo Coen, Fernando García Ponce, Gabriel Ramírez y Roger von Gunten, de quienes el autor de Inmaculada se ocupó con amplitud y erudición en su libro Nueve pintores mexicanos (Ediciones Era, 1968), un clásico del que en la exposición se reprodujeron varios fragmentos.

El catálogo de Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Vasos comunicantes en el arte y la literatura, diseñado por María Luisa Passarge y publicado bajo los auspicios de la Secretaría de Cultura, la Asociación Cultural El Estanquillo y el Museo del Estanquillo, es una obra de arte: atrapa la atmósfera de esa época y lleva a los lectores paso a paso por ese universo compartido en el que las galerías, los libros, los amigos, las posiciones políticas y sociales forman parte de un diálogo constante, no exento de momentos divertidos, como cuando Carlos Monsiváis escribe en la dedicatoria de su “Autobiografía precoz”: “A Juan García Ponce, el último de la estirpe legendaria de los pensadores, del primero de la tradición perecedera de los frívolos”. O cuando otro de sus amigos, Gabriel García Márquez, le dice al mismo Juan en la dedicatoria de El general en su laberinto: “Pinche Juan, ahí te dejo esto para que no se te olvide quien es tu padre; un beso. Gabriel”.

Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Vasos comunicantes en el arte y la literatura. (Secretaría de Cultura)

El libro comienza con el 68, ese año trágico en el que tanto García Ponce como Monsiváis expresaron su defensa de los jóvenes y el rechazo al gobierno autoritario desde las páginas del suplemento La cultura en México. Continúa con el apartado sobre Nueve pintores mexicanos, sigue con Correspondencias literarias, Correspondencias plático-literarias y termina con el ensayo “Carlos Monsiváis y Juan García Ponce. Dos ventanas, dos espejos”, de Adolfo Castañón, quien advierte: “1968 es un eje que los hermana así en lo cultural como en lo político. Si Carlos Monsiváis escribe el libro-manifiesto Días de guardar, Juan García Ponce escribe La invitación y, posteriormente, Crónica de la intervención”. Ambos, recuerda Castañon, fueron colaboradores de Fernando Benítez en el suplemento de la revista Siempre! Ambos coincidían en su gusto por escritores como Borges y Paz, y ambos “son disidentes no solo políticos, sino de las instituciones académicas y universitarias”.

Las reproducciones de cuadros y portadas, las fotografías de Ricardo Salazar (entre ellas la de la portada con Monsiváis y García Ponce en la Galería Juan Martín en 1968), de Héctor García y Rogelio Cuéllar hacen de este libro-catálogo una auténtica obra de colección.

AQ

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