I
El 13 de junio pasado se proyectó en la Cineteca Nacional el documental Gaza, la franja del exterminio, de Rafael Rangel. Se trató no de un estreno sino de una función especial con entrada libre.
Esa tarde se respiraba un aire distinto al de cualquier otro día en la Cineteca por la presencia de manifestantes en pro de la causa Palestina, quienes repartían volantes informativos en los pasillos.
De pronto, un grito: “¡Los niños de Gaza / no son una amenaza!”, consigna que era repetida por un puñado de jóvenes. Y lo mismo con otras frases: “¡No es una guerra / es genocidio!”, “¡A romper, a romper / relaciones con Israel!”.
Como oradora, una estudiante de la UNAM acusó a la Cineteca de censura por haber eliminado de la cartelera el anuncio del documental y exigió su programación diaria.
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II
En Gaza, la franja del exterminio, Rafael Rangel muestra inicialmente la tranquila vida cotidiana en la capital de ese país, donde circulan autos y personas de todo tipo. Luego siguen las escenas de bombardeos, niños y adultos bajo los escombros, el éxodo hacia Rafah, los campamentos improvisados, el bloqueo a la ayuda humanitaria, más bombardeos, las carencias, el hambre, la sed. Rangel no intenta explicar lo que sucede en la pantalla, no hay voz en off.
Como espectador, pienso que se trata de una potencia mundial respondiendo con saña al salvaje ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023. Hasta el momento, aproximadamente mil 500 muertos de un bando y cerca de 40 mil del otro. El poderoso ejército israelí contra Hamás y en medio de ellos la población inerme.
En Gaza, la franja del exterminio duele observar el sufrimiento de mujeres y hombres adultos, pero lo que más parte el corazón es ver a niños que no están jugando como debieran sino ensangrentados, heridos, moribundos o muertos. Eso causa estupor en la sala, excepto a una parejita que, junto a mí, come palomitas y sorbe raspados de limón.
III
Le pregunto a Rafael Rangel si está casado y si tiene hijos, porque él viajó a El Cairo, Egipto, para tratar de ingresar a territorio palestino. Tres veces intentó colarse luego de viajes de seis horas de ida y otras tantas de vuelta, pero no lo logró. La solución fue dirigir a su equipo humano desde afuera. Un equipo contactado a través de las redes sociales y conformado por habitantes locales que grabaron escenas y recopilaron otras entre sus conocidos.
A Rangel se le quiebra la voz cuando me dice que su esposa se llama Antonia y que tienen dos hijas. Cuando él le comentó a su pareja que había decidido viajar a Palestina, ella le contestó con un abrazo y una frase: “Ve a donde quieras, que morirás donde debas”.
Cuenta que en el hotel de El Cairo donde se hospedó sonaba una alarma con frecuencia, aunque afortunadamente resultó falsa en todos los casos. Un empleado le dijo que, en realidad, sonaba para que los huéspedes estuvieran siempre atentos.
No concibe “que en pleno siglo veintiuno seamos testigos de una tragedia, de un genocidio, que está a la vista de todos y no se detiene”.
IV
Rafael Rangel ha realizado los documentales Preludios: las otras partituras de Dios (2013), acerca de indigentes con trastornos mentales; Un día en Ayotzinapa 43 (2015), realizado dentro de la escuela normal Isidro Burgos; El grito de los coyotes (2016), que registra la vida de vendedores ambulantes en la Ciudad de México; Septiembre 19, pequeñas historias épicas (2019), sobre el sismo de 2017.
Parafraseando a Frantz Fanon, le comento que sus documentales parecen estar siempre enfocados en “Los condenados de la Tierra”. Dice que, en efecto, le interesa darle voz pública a quien no la tiene. Y hace una aclaración: “De un tiempo para acá, no me considero documentalista ni cineasta sino ensayista, un ensayista independiente”.
V
Le pregunto a Rafael Rangel si él cree que la Cineteca censuró su trabajo al bajar el anuncio de la cartelera. Señala que nunca estuvo en riesgo la proyección del documental, y que las autoridades del recinto le dijeron que habían quitado el anuncio por la gran demanda para asistir y que no era necesario promover esa función única (finalmente se proyectó en dos salas al mismo tiempo).
Rangel no ha solicitado que Gaza, la franja del exterminio sea programada en la Cineteca porque antes quiere mostrarla en festivales, en los que se exige que los materiales no hayan tenido una corrida comercial.
El estreno que sí es inminente, el próximo 5 de julio en la Cineteca Nacional, es el de Mr. London Night, del propio Rafael Rangel, que fue rodada en la capital inglesa. Es una “docuficción” en la que se narra la historia de un hombre adicto a la heroína que vive en una vieja barcaza y se gana el sustento recolectando desechos industriales.
“Siempre me han abierto las puertas de la Cineteca en las seis o siete veces que han programado cosas mías, incluso con Ayotzinapa 43 en tiempos de Peña Nieto”, afirma.
VI
Al terminar la función especial de Gaza, la franja del exterminio, se proyecta un pequeño video extra en el que aparece el encargado de la fotografía, Mahmoud M. Zagout, quien planeaba asistir a la Cineteca Nacional pero no pudo salir de Egipto. Saluda desde las pirámides de El Cairo. También se puede ver a Nour, una bella jovencita de 16 años que en el documental interpreta una canción de amor por Palestina. Nour dice: “La paz sea con vosotros”.
Salgo de la Cineteca Nacional estupefacto. Camino rumbo al Metro Coyoacán y paso a un lado de la plaza Mítikah, definida por sus promotores como “luxury fashion mall con 280 espacios comerciales”. La gente sale de ahí con bonitas bolsas donde llevan sus compras recién realizadas (una señora trae a su perro porque sí los dejan entrar). O sea, que la vida sigue igual.
VII
En 2014, sí, 2014, Eduardo Galeano escribió: “Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos. Desde 1948, los palestinos viven condenados a la humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo”.
Eduardo Galeano murió en 2015 y sus palabras sirven para tener una idea de qué fue primero, el huevo o la gallina.
AQ