Los tlaxcaltecas se asumieron como conquistadores, jamás como traidores o derrotados; aprovecharon las armas jurídicas de los españoles para obtener canonjías, como enviar al rey relaciones de méritos a través de códices, y dieron un rol protagónico, casi de deidad, a Malintzin o Malinche, “una mujer moderna que se adelantó 450 años a su tiempo”, afirma el historiador Baltazar Brito Guadarrama.
Doctor en Estudios Mesoamericanos por la UNAM y director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Brito Guadarrama recién publicó una edición de Lienzo de Tlaxcala (Fondo de Cultura Económica, 2021), en colaboración con Itzel González Pérez, Rosalba Sánchez Flores, Pilar Regueiro Suárez y Juan Manuel Pérez Zevallos, un códice del siglo XVI en el que el señorío de Tlaxcala dejó patentes los apoyos que le dio a Hernán Cortés y a posteriores autoridades españolas durante las conquistas de México, del cual se elaboraron tres copias, de una de las cuales surgió ésta.
También coordinador nacional de Archivos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), catedrático y autor de una veintena de libros, entre ellos Códices de México (INAH/ Secretaría de Cultura, 2021), recuerda en entrevista que los tlaxcaltecas también se asumieron como los grandes evangelizadores indígenas y, en ese documento, plantean que con ellos y España nacía una nueva era.
Brito Guadarrama señala que la visión que se tiene de los tlaxcaltecas como “traidores” a las naciones indígenas —que se ironiza con el cuento de Elena Garro de 1964 “La culpa es de los tlaxcaltecas”—, en realidad comienza a gestarse en el siglo XIX, cuando se empieza a buscar una identidad mexicana.
“Hacia principios del siglo XX se empieza a conformar una leyenda sobre una cierta traición tlaxcalteca hacia las naciones indígenas, lo cual no tienen ningún fundamento, por supuesto; es algo más bien que los historiadores decimonónicos pretenden para conformar una nación mexicana. Hay, en cambio, quien dice que no son traidores porque eran naciones diferentes y tenían intereses políticos y sociales completamente divergentes. Los tlaxcaltecas era una nación que luchaba contra un imperio, como el mexica, que los tenía sojuzgados, aunque no dominados, y lo que hacen es tratar de quitarse el yugo, y para eso utilizan a los españoles”, aduce el especialista en historia novohispana y bibliográfica.
El historiador, sin embargo, reconoce que no se ha podido entender por qué el 14 de agosto de 1521, cuando ya México-Tenochtitlan fue vencida por esa alianza entre españoles e indígenas, los tlaxcaltecas no exigieron a Cortés no solo parte de los despojos del botín de guerra, sino, en su calidad de conquistadores, también una parte del señorío para que fueran también beneficiarios del tributo.
“La nobleza sí obtiene canonjías, pero no el pueblo llano o común. Y eso se debe a que Cortés y las autoridades españolas posteriores negociaron con la nobleza. Si vemos la historia tlaxcalteca del siglo XVIII, lo que ellos están buscando es algo muy sencillo: que se les respeten las canonjías que obtuvieron en la Conquista, pero los nobles, no el pueblo. Es algo que no hemos podido explicar”, dice.
—De hecho, sorprende que no hayan eliminado a los españoles para quedarse con el poder total.
Efectivamente. Eso es algo mucho muy interesante, que requeriría un poco más de noches de desvelo, con la finalidad de tratar de entender en dónde estuvo esta circunstancia. Yo he trabajado algunos documentos relativos a pueblos aledaños, y lo que me he dado cuenta es que siempre es la nobleza la que negocia y recibe, pero que curiosamente en muchas ocasiones no les alcanza para tener una fortaleza política. Y, entonces, el gobierno español lo que hace es negociar con unos y con otros, pero nunca permite que haya una unidad. Nosotros vemos en retrospectiva a los pueblos del México antiguo y hablamos de imperio, pero la realidad es que cada uno de los señoríos de la época prehispánica tenía intereses por completo diferentes, los altépetl, como se les llamaba en la antigüedad.
—En Lienzo de Tlaxcala se dice que alianza entre españoles y tlaxcaltecas se dio luego que Cortés recibe a emisarios de Moctezuma, que los tlaxcaltecas temieron una alianza española-mexica.
Sí, tanto tlaxcaltecas como españoles se utilizan mutuamente, creo que esa debe de ser la realidad. Los tlaxcaltecas se dan cuenta de que con estos personajes, con características completamente diferentes a lo conocido en Mesoamérica, pueden quitarse del yugo mexica, Y los españoles se dan cuenta que la única forma de conquistar un imperio como el de los aztecas es aliándose con otros. Y entonces, en un primer momento, quizás no abierta, pero sí subrepticiamente, Cortés utiliza a los tlaxcaltecas, cempoaltecas, huejotzincas y texcocanos, entre otros, para vencer; y ellos usan a Cortés.
El especialista del INAH destaca en ese sentido el papel que tuvo el guerrero tlaxcalteca Xicoténcatl y recuerda que también Moctezuma envió emisarios a sus viejos enemigos para pedirles una alianza contra los españoles. “Hay un mensaje donde se les dice: ‘A ustedes les van a hacer lo mismo’”, señala.
“Desafortunadamente, los cuatro nobles de las cuatro cabeceras de Tlaxcala anteponen su interés por la república tlaxcalteca y dicen: ‘No, nosotros vamos a quitarnos de éstos (los aztecas)’. Porque el encono es demasiado. Si vemos a Tlaxcala, es un enclave muy pequeño, estaba rodeado por los pueblos sometidos por los mexicas. Así que los españoles fueron la gran oportunidad para ellos y para muchos pueblos que sufrían lo mismo por los aztecas. Ese yugo apretaba demasiado”, explica el historiador.
Brito Guadarrama detalla que del Lienzo de Tlaxcala se hicieron tres copias en el siglo XVI: una se mandó a España, al rey, y la segunda, al virrey en Ciudad de México, ambas se perdieron.
“La tercera se queda en el cabildo de Tlaxcala. Para el siglo XVIII ya está muy maltratado ese documento, así que deciden hacer una copia, que encomiendan a un pintor poblano, que tiene mucha obra religiosa en el convento de Tlaxcala. Lo que el señor hace es pintar la copia, porque a lo mejor él no sabía el significado de ciertas cosas, y luego le agregan ciertos datos para que sea más comprensible, para que se entiendan en qué consisten las 91 láminas que conforman este lienzo de algodón”; expone.
—¿Es un códice político?
Sí, creo que sí. Aunque, por supuesto, cumple una función social, todos los códices cumplen una labor social. Pero, efectivamente, este es un documento que sirve como prueba, al pueblo de Tlaxcala, para decirle a España: ‘Nosotros ayudamos en todas estas guerras y en todos estos aspectos, a la evangelización, por ejemplo. Entonces no nos puedes ver como conquistados, nosotros somos conquistadores, al igual que los españoles, y merecemos que nos traten de la manera correcta. Los tlaxcaltecas fueron muy hábiles; por ejemplo, fueron cuatro veces a ver al rey directamente en el siglo XVI, en una de esas visitas precisamente le llevan una de las copias de este lienzo.
—¿Tuvo alguna repercusión en España?
Sí tuvo una repercusión, no sabemos si exclusivamente el lienzo, pero de que los tlaxcaltecas y todos los embajadores que enviaban obtuvieron cosas, desde el punto de vista político, sí, sí tuvo. Por ejemplo, les dan títulos de ciudad, escudos de armas, a los señores de Tlaxcala los hacen regidores perpetuos, y a la nobleza, le dan cargos en el cabildo indígena. Por supuesto que ellos obtienen también el no tributar, los nobles. Y eso se debe por supuesto a este tipo de documentos.
El historiador señala que el Lienzo de Tlaxcala contiene 91 cuadretes o láminas y está dividido en cuatro lienzos de algodón de alrededor de un metro ochenta por un metro veinte. Y comienza con una escena, clásica, arriba, en donde aparecen los glifos con el águila bicéfala de los Habsburgo y abajo el señorío de Tlaxcala, en el centro, en fundación dual; después se representan los puntos cardinales.
“Se representa a cada uno de los señoríos, y con eso tenemos un quincunce: los cinco rumbos del universo, los cuatro conocidos más el centro, lo que ellos marcan es una nueva era con ese documento. Abajo de esas dos representaciones, aparecen los cuatro señores agarrando la cruz, porque ellos, los tlaxcaltecas, se erigen como los grandes evangelizadores de la mano de los frailes españoles, lo que le dicen a España, al rey, es: ‘Nosotros ayudamos a instaurar la religión’”, agrega el especialista en códices.
“Los tlaxcaltecas no fueron ni una ni dos veces a España; fueron cuatro y habrían ido las que fueran necesarias. Los tlaxcaltecas se asumen como conquistadores, y no querían negociar con los virreyes, quieren hablar directamente con el rey, eso me parece muy interesante, al grado que les dan armas a los señores. En la primera lámina hay una casita, un tecalli, es como una casa señorial, y viene el nombre de cada uno de los capitanes de todos los señoríos. Eso es un dato muy interesante al reconstruir la parte política”, agrega el ganador de los premios Francisco Javier Clavijero y Raúl Guerrero.
—Al leer sus análisis en el libro, me quedó la idea de que los tlaxcaltecas asumían que el nuevo orden nacía con ellos, no con lo que quedó de los aztecas.
La primera lámina es eso. Lo que nos está diciendo es que a partir de este momento hay una nueva conformación, para mí es un cosmograma, una nueva era: el centro conformado por España y Tlaxcala y los cuatro rumbos del universo, si no es para todo lo que es el México posterior, sí lo es para el pueblo tlaxcalteca, un cosmograma el inicio de una nueva era y por supuesto que lo fue.
—Llama la atención que en ese nuevo orden los tlaxcaltecas dan un rol protagónico a una mujer, a Malitzin, representada de manera importante en el Lienzo de Tlaxcala.
No hay otro pueblo donde Malitzin se haya representado con mayor profusión. Incluso Malinche aparece en documentos posteriores del siglo XVIII, su imagen como una mujer inteligente, conocedora de idiomas, una mujer que podía conjuntar a hombres de este nivel y decirles cómo podían llevar a cabo las cosas y que pasara por ella. Sin lugar a duda, la pusieron los tlaxcaltecas como una especie de deidad, si le puedo llamar de alguna manera con toda la tranquilidad del mundo. Su imagen sí pudiéramos considerar que es tan admirada, que muchos de los pueblos la representan hasta mucho después. Quien lo ha trabajado más es Federico Navarrete, esta imagen de Malinche en Tlaxcala. Creo que esa profusión es muy interesante haciendo énfasis en su papel de mujer, pero de mujer-lengua, de mujer importante en este sentido de diálogos, de culturas, me parece una circunstancia muy importante. Y curiosamente a veces adelante de Cortés, no atrás de él. Malinche es una mujer adelantada cuatro siglos y medio a su tiempo, respecto a que hoy vemos que afortunadamente las mujeres han tomado un papel más protagónico y lo han exigido y obtenido. Malinche debiera de ser una de las mujeres de la antigüedad que podrían ser ejemplo en muchos sentidos.
—¿Por qué cree que se sigue considerando a los tlaxcaltecas como traidores a los pueblos indígenas?
Por desconocimiento. Si viésemos todas las circunstancias de la Conquista, ese desconocimiento ha motivado ciertos sesgos que no son justos, porque los tlaxcaltecas pelean por su nación, que es diferente a la nación mexica, que después le da nombre a todo un país. La intención de este libro es eso, detonar el diálogo, que se dé a conocer el documento. Algunas explicaciones ya las habíamos publicado en otro libro, coordinado por la maestra Guadalupe Alemán, en Tlaxcala, pero desafortunadamente no tuvo difusión. Y nosotros los historiadores buscamos mostrar lo que los tlaxcaltecas dicen de ellos mismos, cómo pintaron su historia, a qué le dieron importancia y énfasis, su discurso, que en sí es político.
—Qué ironía para los tlaxcaltecas que el país ahora se llame México por los derrotados, no por ellos, los conquistadores.
Pero también por un aspecto político. México tenía otras connotaciones diferentes. ¿Por qué se le pone México? Por todo lo que representó ese gran señorío, porque dentro de todas las cosas y todos los imperios que sojuzgan a otros pueblos, la cultura mexica es una gran cultura e hizo aportes de los conocimientos de astronomía, matemáticas, arquitectónicos. Cada pueblo tiene su desarrollo cultural. Este es uno de los aspectos interesantes del libro, que es una obra elaborada por indígenas que dan su punto de vista sobre algo trascendental, como las conquistas, y, en ese sentido, esa voz había permanecido acallada. No es el único códice ni el primer estudio, pero la gente que lea Lienzo de Tlaxcala tendrá una visión amplia del papel tlaxcalteca durante el siglo XVI en términos generales y será una invitación a buscar en otras obras, porque hay cronistas tlaxcaltecas muy importantes.
AQ