Ninguna cajita musical con bailarina,
con espejo, donde puedas imaginar dulces diciembres, historias
que te cuente el paño que enmarca tu cara.
Ningún balcón
que sirva de huida, de bromas y júbilo mañana martes
en la escuela,
bajo los árboles, cuyo nombre
recuerdas
cada que llegan seis abriles juntos:
mi infancia, hijo,
extrañísimos cuadros, tintes del Renacimiento
(técnica: grabado),
lugar que imagina un mono.
ÁSS