Luis Rábago estudió actuación, letras españolas y periodismo. Desde hace 13 años forma parte del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro. El mes pasado participó en una versión libre de El estado de sitio, de Albert Camus, a cargo de Cecilia Ramírez Romo. Actualmente, Rábago está en Mazatlán para trabajar en la obra Caneros, de Ramón Gómez Polo, que retrata a la cárcel como el verdadero hogar de ciertos presos. El villanazo de las series Monarca y El Chapo hoy juega ping-pong con Laberinto.
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—¿Qué es el teatro?
La búsqueda de lo horrible y bello del ser humano.
—¿Qué es actuar?
Personificar esa dualidad.
—Algo que no se pueda enseñar en una escuela de teatro.
A actuar.
—La virtud principal de un maestro.
Ser verdadero, nunca mentir.
—¿Y la de un alumno?
Saber escuchar.
—¿Qué le ha dejado Luis de Tavira?
Su locura.
—¿Qué le dejó Héctor Mendoza?
La ética, el buen trato.
—Julio Castillo en una frase.
El hombre más bondadoso que he conocido.
—Un momento inolvidable en el escenario.
Cuando hice Los justos, de Albert Camus, con Ludwig Margules.
—Margules en cinco palabras.
Profundo, rústico, casi como campesino.
—Johann Kresnik en tres.
Salvaje, aterrador, genial.
—Un momento sublime como espectador.
Cuando vi Divinas palabras, de Valle Inclán, dirigida por Juan Ibáñez.
—Olga Harmony o José Antonio Alcaraz.
José Antonio Alcaraz, ¡qué simpático era! Jodorowsky le decía “el malvavisco siniestro”.
—¿Shakespeare ya lo dijo todo?
No.
—Un recuerdo de Vicente Leñero.
Cuando entrevistamos a La Madre Conchita. Él iba por Claudia y yo por Contenido.
—El legado de Grotowski en una frase.
Rompió el arquetipo del drama.
—¿Cómo se detecta a un farsante disfrazado de director de escena?
Cuando dice puras pendejadas durante tres minutos y no le entiendes nada.
—Un dramaturgo mexicano y uno extranjero.
Sergio Magaña y Tom Stoppard.
—Su película favorita de Fellini.
Amarcord.
—Y de Buñuel.
El perro andaluz.
—Dos libros en una isla desierta.
La montaña mágica y Cien años de soledad.
—Una actriz mexicana y una extranjera.
Dos Julietas: Egurrola y Binoche.
—El día más triste de su vida.
Cuando mis hijos se fueron a Costa Rica.
—Música para sus últimos minutos de vida.
Réquiem de Mozart. ¡Que me lo pongan!
Su epitafio.
“Ojalá que esto se parezca a la ficción”.
AQ