La enormidad del romanticismo alemán probablemente no ha perdido nada de su potente carácter original. En este movimiento del sueño y la naturaleza, que profundizó como nunca antes en la actividad del yo y en la coincidencia de lo real y lo ideal, aparecieron los primeros ejemplos de escritura fragmentaria y el uso híbrido de prosa y poesía, así como —a la par de la percepción aguda de la realidad— la narrativa fantástica de la perdición del alma, del mundo y de Dios. No cabe duda de la influencia de esta corriente entre sus contemporáneos.
Si pensamos en S. T. Coleridge y P. B. Shelley, en Inglaterra, o en Madame de Staël y Gerard de Nerval, en Francia, observarnos con claridad su importancia radical en el terreno de las controversias de su tiempo y en el reconocimiento de la irrupción de un impetuoso viento de cambio. Los hermanos Schlegel, los hermanos Humboldt, Novalis, Hölderlin, Tieck y, junto a ellos, Göethe y Shiller y, detrás de ellos —como innovadores del pensamiento—, Fichte y Schelling, todos destruyeron, conservando y profundizando el principio de la libertad, la ingenuidad pedagógica y pragmática de la Ilustración y crearon una nueva época que tal vez aún ahora sigue vigente.
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Lo notable del estudio Magníficos Rebeldes (Taurus, 2022) de Andrea Wulf, proviene de que, al comprender que todos estos autores estaban poseídos por los descubrimientos filosóficos y científicos de su época, concibe al mismo tiempo la singularidad increíble de sus vidas y nos revela, de manera compleja y sutil, la realización de una Idea pura en el curso de la vida diaria y en la dimensión de los acontecimientos históricos. De este modo, podríamos decir, que el libro de Wulf es, en un primer plano, una biografía de Caroline Böhmer Schlegel Schelling; después, en un segundo nivel, un retrato de Göethe; luego, de forma espléndida, una semblanza minuciosa del círculo de Jena y sus sorprendentes relaciones amistosas y amorosas; y, finalmente, en una suerte de visión esquemática —pero verdadera y honda— una crónica del idealismo subjetivo y del idealismo objetivo.
Lo que le permite a la autora avanzar con éxito es, aparte de la precisa comprensión de la obra de poetas y filósofos, el conocimiento de cartas, diarios, documentos de la época y una rica miscelánea de textos. Aunque el ensayo oscila hacia varios puntos de gravedad, en el centro permanece siempre la figura de Caroline Böhmer Schlegel Schelling y con ella, en armonía o en contra punto, la de sus amigos y compañeros, sobre todo, la de Caroline von Humboldt y Dorotea Veit Schlegel. Wulf pone ante nuestros ojos estas poderosas figuras femeninas, tan importantes en la creación del nuevo espíritu, casi siempre omitidas y ahora contempladas con más detalle. Caroline Böhmer Schlegel Schelling fue admirada en el círculo de Jena y nuestro tiempo no puede menos que pensar sobre ella: una delicada, culta y talentosísima mujer que soportó, por sus ideas republicanas, tres meses de encarcelamiento en la fortaleza de Königstein, el rechazo social por su vida libre e, incluso, al final de su existencia, la crítica de sus propios amigos. Su inteligencia y encanto son un lema en contra de nuestra depauperada cultura.