Ha pasado mucha agua bajo los puentes
y no pocos puentes bajo las aguas
como para seguir comulgando
con ruedas de molino.
Imposible aceptar las mentiras
que a diario sirve el mundo
en cantidades abrumadoras
para toda clase de gustos y clientes.
La clientela no se harta
de leer, escuchar y hasta ver
mentiras en todas las formas
imaginadas e imaginables.
Y más en un país como México
que ha hecho de la mentira
costumbre, ley e institución.
La Mentira, con mayúsculas,
rige la política y el mundo.
O casi todo el mundo…
No puedo olvidar que en Finlandia,
viendo el ordenado tráfico pregunté
si se daban infracciones al reglamento.
“¡Claro! ¡Infracciones y multas!
Solo que en Finlandia las multas se cobran
en proporción a lo que gana el infractor”.
“¿Y cómo saben lo que ganan?”
(Yo imaginé un dispositivo
de alta tecnología para el efecto…)
“Muy sencillo: el policía
te pregunta cuánto ganas
y tú dices. Eso es todo”.
En un país donde el culto a la verdad
es cosa sabida y cotidiana,
es posible hacer algo así.
A mí se me salieron las lágrimas…
AQ